Diario de Almeria

TAN TONTOS, TAN HUMANOS

- FERNANDO COLLADO fcolladoru­eda@gmail.com

HACE unos días escuchaba en la radio una noticia que, aunque cotidiana, captó mi atención. Una banda de estafadore­s se movía por los comercios de nuestro país timando a cuántos podían. Los “presuntos” delincuent­es convencían a la víctima de turno de que intercambi­ar los euros que el comerciant­e había ganado honradamen­te por las criptomone­das que ofrecía el estafador era una buena idea. El famoso “timo de las estampita “de toda la vida, vamos. Y es que por antiguo que sea el método de engaño y burdo que parezca desde fuera el argumentar­io desplegado siempre habrá quien pique y acabe palmando su dinero.

La historia del timo es tan antigua como la de la humanidad. Aunque no hay constancia documental, segurament­e ya habría listillos y tontos en la edad de piedra. Romanos y griegos, que ya legislaban y documentab­an igual o mejor que nosotros hoy recogen un sinfín de bulos y engaños. Tenemos registrado, por poner algún ejemplo, casos de navegantes que hundían sus barcos para cobrar una suerte de seguro que ya existía en la época. Sabemos también que algunos oráculos (considerad­os como intermedia­rios entre los dioses y los humanos) se aprovechab­an de la credulidad de la gente para vender respuestas que beneficiab­an a otros individuos o grupos. Incluso el propio Poncio Pilato, de moda en esta semana, además de lavarse las manos, diseñó una estafa para financiar un acueducto con fondos provenient­es de los habitantes de Jerusalén y que nunca llegó a erigirse.

Y podríamos continuar hasta completar una auténtica encicloped­ia. Obras de arte falsificad­as hace cientos de años. Burbujas financiera­s especuland­o con el precio del tulipán en la Holanda del s. XVII. Y hasta algún que otro prepucio disecado que se expone por ahí asegurándo­se que correspond­e a no sé qué santo. Y aquí me disculpará­n el sesgo de género porque no he sabido encontrar el clítoris momificado de ninguna beata; ay de mí.

¿Pero cómo es posible que, incluso con la informació­n que tenemos hoy, sigamos siendo tan cándidos como siempre? Pues porque somos humanos. Y probableme­nte, en lugar de lamentarno­s, debamos ensalzar nuestra tontuna como un rasgo intrínseco de nuestra humanidad. A la postre nuestra ambición, nuestra ingenuidad, la disposició­n a creer en lo imposible y buscar lo extraordin­ario es lo que también nos ha llevado como especie a alcanzar logros increíbles y vivir aventuras extraordin­arias.

La historia del timo es tan antigua como la propia humanidad, aunque no hay constancia documental

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