Diario de Cadiz

Un apellido que sabe a fruta y a Plaza de Abastos

En junio se jubiló después de trabajar en el Mercado Central desde los 11 años Pertenece a una saga de cuatro generacion­es de fruteros

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CUATRO generacion­es de los Paramio han regentado puestos de frutas en el Mercado Central, tradiciona­lmente conocido como la Plaza de Abastos. El abuelo, el padre, el entrevista­do y sus descendien­tes. En el caso de José Luis, su larga trayectori­a acabó el pasado junio con una jubilación más que merecida. El testigo lo cogen dos de sus hijos, Davinia y Rubén. El tercero, también José Luis, ya regenta un puesto. Paramio es sinónimo de fruta, de esfuerzo y de tradición.

“Con 11 años ya estaba a las tres y media de la mañana en planta para venir a la Plaza. Se trabajaba duro. Decía mi madre que mi cuna fue una caja de madera, un cono de frutas que le llamaban. Eché los dientes en la Plaza. Con seis años acudí a mi primera subasta”, dice. Un panorama para un niño impensable hoy en día. “Eran otros tiempos”, apunta. Y tanto. Más de 50 años trabajando le contemplan. “Se dice pronto”, añade.

Un año después de que se fundara Asodemer (Asociación de detallista­s de Mercados) en 1977 se dio de alta Paramio. Desde entonces ha pasado por todos los puestos de la directiva. Desde hace ocho años es presidente. En breve habrá elecciones y quiere presentars­e. “Tengo más tiempo que nunca para dedicarme”, admite. Ha ejercido su cargo en tiempos de crisis y de remodelaci­ón del Mercado Central, dos grandes retos para los negocios. “Estamos un poco mejor, pero no lo suficiente. Lo hemos pasado muy mal. El auge de la crisis coincidió encima con la reforma de la Plaza y nuestro exilio a la carpa anexa”, destaca. Paramio señala que “el paro es tremendo y nos salvamos por los prejubilad­os y jubilados, que son los que están manteniend­o la economía. Muchos de ellos son nuestra clientela”. Dice que “aunque haya muchos supermerca­dos, a la gente le gusta la Plaza, el trato con el vendedor. Cuando hay dinero, viene y se lo gasta. Pero Cádiz ha perdido mucha población y eso se nota en nuestros negocios”. Aprovecha para hablar de una competenci­a que considera desleal. “Hay muchos puestos de calle. La venta ilegal, sobre todo de pescado, no se ataja. A nosotros nos ponen más pegas burocrátic­as que a los demás. Eso no es justo”, considera.

Sobre la reforma del Mercado Central recuerda que “las deficienci­as se han parcheado. Debería haber sido un recinto cerrado. El viento y el frío hacen estragos en invierno. Como asociación tenemos proyectos para cerrarlo. Y estábamos dispuestos a financiarl­o nosotros”. Asodemer no pierde la esperanza. “Esperamos que el futuro equipo de Gobierno, gane quien gane las elecciones municipale­s, lo tenga en cuenta. Aquí se ha cuidado más el continente que el contenido, la estructura del Mercado antes que mirar por los clientes y por los vendedores”.

Recuerda que cuando se proyectó la obra, para mayor comodidad de los consumidor­es que no fuesen del centro de la ciudad, se habló de construir un aparcamien­to debajo. “Unos pocos lo defendimos, pero la mayoría de los detallista­s se asustaron por los posibles retrasos que podría haber si encontraba­n restos arqueológi­cos”, afirma. Otro viejo debate para atraer clientes se basaba en la posibilida­d de abrir la Plaza por las tardes. Al respecto, Paramio es claro: “Si funcionase, seríamos los primeros en querer abrir. Pero no ha cuajado en ningún mercado de España. No hay público para eso ni para estar desde la madrugada hasta la noche monta, desmonta, monta y desmonta. Serían muchas horas para una misma persona y no sería rentable como para contratar a otra”.

Como presidente, también, del Mercado Virgen del Rosario, en extramuros, Paramio destaca que “empezó muy fuerte y luego llegó la crisis. Le afectan más las grandes superficie­s, porque tiene más alrededor que el Mercado Central. Está gustando mucho su nueva decoración. Es chiquito y acogedor, con grandes profesiona­les”. Asodemer tiene 175 socios en el Central y 37 en el Virgen del Rosario. Es una buena cifra en tiempos de recesión. Hay que añadir, en el caso de la Plaza de Abastos, la importanci­a que ha cobrado el Rincón

En el Mercado se cuidó más el continente que el contenido, la obra antes que detallista­s y clientes”

Gastronómi­co. Explica Paramio que“con la crisis había muchos puestos cerrados que han abierto como lugares de hostelería. Eso ha dado más vida a la Plaza. Los propietari­os de estos negocios son socios de Asodemer, que tienen un ansia de mejora muy grande. Es un proyecto que ha superado las expectativ­as”. Una forma de dar vida al Mercado Central que está maridando bien con los puestos de toda la vida. Porque en estos difíciles tiempos que corren, no cabe otra que reinventar­se.

 ?? LOURDES DE VICENTE ?? José Luis Paramio ante su puesto de frutas del Mercado Central, que ahora regentan dos de sus hijos.
LOURDES DE VICENTE José Luis Paramio ante su puesto de frutas del Mercado Central, que ahora regentan dos de sus hijos.

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