Diario de Cadiz

Servando lanza un mensaje de fortaleza ante el complicado momento del Cádiz

● El conjunto amarillo muestra una nula capacidad de reacción que deriva en la constante sangría de puntos mientras la situación del entrenador se vuelve cada vez más delicada

- Jesús Jaques Nuche

El Cádiz Club de Fútbol se desangra semana a semana. Es el equipo de LaLiga 1|2|3 que más tiempo acumula sin celebrar un triunfo. Una auténtica losa que aumenta de peso. El próximo miércoles, día 17, cuando visite al Real Zaragoza en la tercera eliminator­ia de la Copa del Rey, se cumplirán dos meses de la única victoria liguera de los amarillos, que se remonta a un ya lejano mes agosto. Fue en la jornada inaugural contra el Almería por un apretado 1-0 que entonces encendió el motor de la ilusión que no tardó en griparse. Desde entonces no carbura y nadie ejerce de mecánico en el taller de reparacion­es.

La realidad es que el Cádiz ha entrado en barrena con una crisis de proporcion­es gigantesca­s cuyo final se aplaza a la semana siguiente sin saber hasta cuándo. ¿Conseguirá salir a flote? ¿Cuándo? ¿Estará a tiempo de abandonar del sótano de la clasificac­ión o la distancia será insalvable cuando vuelva a vencer? Hay margen para la reacción, que no debe demorarse en demasía, y también para el hundimient­o.

Ocho partidos consecutiv­os sin ganar son muchos para cualquier equipo, y más para uno como el Cádiz que no entraba en las quinielas para ocupar la parte baja de la tabla. Pero el equipo se empeña una y otra vez en demostrar que no sabe sacar adelante los encuentros. No tiene argumentos. Se mete en un bucle y siempre pasa algo que le impide encontrar una salida. La solidez salta por los aires en cuestión de segundos y es entonces cuando no hay remedio. La historia se acaba cuando el marcador es adverso.

La dinámica no puede ser más negativa. Todo sale mal y la suerte no acompaña, como si los astros se hubiesen conjurado contra un equipo metido en un pozo cada vez más profundo. En lugar de salir cada vez se hunde más.

Lo más grave es el grado de descomposi­ción de un Cadiz carente de resilienci­a, incapaz de sobreponer­se a las situacione­s difíciles. En cuanto aparece una cuesta un poco empinada, es incapaz de subirla, el equipo se desmorona de arriba abajo como un castillo de naipes.

En Extremadur­a se puso con ventaja, tuvo el partido controlado, en el lugar que quería, y hasta dispuso de un par de oportunida­des muy claras para sentenciar. Lo tuvo todo a favor. Aunque no aprovechó esas ocasiones no sufrió en defensa hasta que ¡zas! En dos minutos, del 56 al 58, la nave amarilla se fue a pique casi sin enterarse y todo el trabajo colectivo se perdió por la alcantaril­la. Un misterioso caso digno del programa Cuarto milenio. Estaría por ver si Iker Jiménez sería capaz de resolver el enigma.

El bloqueo mental del equipo ofrece poca discusión. Lo demostró un día más. No es asunto nuevo. Con el 2-1 el Cádiz dejó de existir en el Francisco de la Hera. Cayó en los brazos de la precipitac­ión y hasta en la desesperac­ión. Las prisas jugaron en su contra.

El Extremadur­a sí se las arregló para defender la renta que no había sabido administra­r un Cádiz que no tiró a puerta cuando se vio por debajo en el marcador. Y que eso que Álvaro Cervera recurrió a todos sus jugadores de vocación ofensiva y quitó a dos defensas. Pero no hubo manera. Nada sale bien. Salvó la presentaci­ón, desarrolló el nudo conforme al guión previsto hasta que el giro en segundos destrozó un desenlace que se tornó dramático.

Nada sirvió y la consecuenc­ia es que el Cádiz ya es un habitante de la zona de descenso. Se veía venir arrastrado por una tendencia negativa y unas sensacione­s más que preocupant­es acompañada­s de factores nada positivos. Uno de sus jugadores franquicia, Salvi, se quedó en casa por su bajo rendimient­o y no se sabe cuándo se pondrá las pilas. Brian, apartado en la práctica por el entrenador, ape-

La duda es cuándo será capaz el equipo de poner fin a una dinámica desastrosa

ló a la paciencia con un mensaje en las redes sociales cuando una semana más se quedó fuera de la convocator­ia. Los que sí juegan tampoco terminan de andar finos y la enfermería continúa llena con tres centrales lesionados –Servando, Marcos Mauro y Sergio Sánchez- más Alberto Perea, Dani Romera y la baja hasta final de temporada de Juan Hernández. Todo se tuerce.

El entrenador busca fórmulas y hace cambios pero los resultados positivos no acaban de aparecer. Ni siquiera el estreno esta temporada de Jon Ander Garrido frena la sangría. Y la falta de un delantero de referencia es un problema permanente que agrava la situación. Mientras el Cádiz fallaba goles a puerta vacía, Enric Gallego, el faro en punta del Extremadur­a, firmaba el séptimo tanto de la temporada y enseñaba el camino de la victoria a su equipo.

Lo de la delantera es de traca. De los que hay en el plantel sólo iba a estar Mario Barco. Lekic no figuraba en los planes y Carrillo y Dani Romera iban a salir. Debían haber llegado otros, pero no llegaron. Poco después de que el Cádiz se dejara los tres puntos en la Ruta de la Plata, Carlos Fernández hizo un triplete con el Deportivo de La Coruña. El delantero, cedido por el Sevilla, estuvo buena parte del verano en el mercado, pero del club hispalense llegaron los laterales de unos de los equipos más goleados la pasada temporada.

La cuestión es que los resultados no llegan y Cervera está en la picota. El entrenador vive su peor momento en el Cádiz después de haber sacado al equipo de Segunda División B y haberlo metido en la puja por el ascenso a Primera. Pero con la acumulació­n de ocho partidos seguidos sin ganar le conduce a la situación más delicada pese a que desde el club deslicen que la confianza en el entrenador se mantiene intacta.

En la entidad consideran que el cese del técnico no es la solución. Se habla del presente, de hoy. Nadie puede adivinar qué pasará en el futuro inmediato, es decir, la próxima semana. La victoria todo lo cura. El problema es si la mala racha continúa. El próximo compromiso liguero, contra el Sporting de Gijón –próximo domingo a las ocho y media en el estadio Carranza-, adquiere una importanci­a mayúscula para el equipo y también para el entrenador. El duelo copero ante el Real Zaragoza no tiene la más mínima trascenden­cia dado lo que hay en juego en la Liga. Si el Cádiz vence en casa, habrá mar en calma. Si pierde...

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El árbitro muestra tarjeta amarilla a José Mari durante el transcurso del encuentro entre el Extremadur­a y el Cádiz.
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