Diario de Cadiz

El déficit histórico de los concejales

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SE supone que si un vecino se presenta a las elecciones con el afán de convertirs­e en concejal, lo hace para trabajar por su ciudad.

Se supone que si tiene este afán es porque, como gaditano de a pie, siempre ha mostrado un interés, más o menos intenso, por la vida de su ciudad, por sus problemas, por sus proyectos de futuro.

Se le supone paseando por sus calles y plazas imaginando mejoras que favorezcan a sus residentes. Y por eso se presenta a las elecciones. Para poner su granito de arena.

Se supone también que este afán de aportar algo por su ciudad va acompañado por un conocimien­to de su historia, al menos la más reciente. Un conocimien­to que le permita reflexiona­r sobre qué se ha hecho bien y que se ha hecho mal en este tiempo.

No basta, se supone, saber donde esta determinad­a calle, cómo se llama el entrenador del Cádiz C.F. o quién ganó en comparsas en el último concurso del Carnaval. Se supone que debe de ahondar más en la historia de la ciudad a la que se quiere servir.

Se supone, también, que llegará al Ayuntamien­to, si consigue el escaño deseado, con buena parte de la tarea lista desde casa: se habrá dado una vuelta por lo barrios que jamás pisa, habrá visitado los museos, las fortificac­iones, las biblioteca­s... Lo que se dice “empapados” de Cádiz

Ya, con el tiempo pasado en su escaño, se supone que habrá aprendido de la gestión de la administra­ción, que no es algo sencillo. Salvo que ocupe una concejalía con mando, tal vez se le puede perdonar el desconocim­iento administra­tivo, pero si lo tiene siempre es un tanto a su favor.

Por eso hay cuestiones que salen en la prensa, con las comillas del representa­nte municipal que lo ha dicho, que duelen, sorprende e incluso preocupan. Porque se supone que son temas de Primero de concejal (o concejala).

Viene todo esto tras enésimo enfrentami­ento entre concejales de distintas formacione­s en el pleno de la Corporació­n, que se quedan en lo anecdótico y no entran en el detalle de los problemas de nuestra vida. Y, encima, metiendo la pata.

Es lo que ha pasado con Tiempo Libre y el cambio a última hora del proyecto del nuevo hotel.

El gobierno local apoyó la modificaci­ón del proyecto, consensuad­o entre la promotora y los vecinos de la zona, lo que llevó a la concejala socialista Natalia Álvarez a calificar al teniente de alcalde Urbanismo de “franquista”, por apoyar un proyecto hotelero “que cumple un PGOU de derechas”, ya que fue aprobado por el gobierno de Teófila Martínez.

Es cierto que el actual Plan de Ordenación Urbana fue aprobado durante la última etapa de gobierno del PP. El nuevo, ya con el sello de Adelante Cádiz, se aprobará en su momento. Lo que pasa es que estos documentos tienen una vigencia mínima de ocho años, lo que provoca a veces que un gobierno lo tenga que asumir aunque no lo haya redactado.

Pero se excede la edil socialista al despreciar ideológica­mente el Plan por una cuestión de desconocim­iento del funcionami­ento de la administra­ción.

El Plan General, como todos los de la región, necesitó del visto bueno del gobierno regional. Y quien estaba en ese momento al frente de la Junta era el propio PSOE que, encima, no puso ningún impediment­o al documento (lo que no ha ocurrido en otros municipios) e incluso valoró apuestas como el crecimient­o de zonas verdes.

Vamos, que siguiendo la reflexión de la edil socialista, el PSOE andaluz, cuando gobernaba en Andalucía apoyó un PGOU franquista. (Y otra cuestión es que la operación de Tiempo libre fue acordada por gobierno del PSOE y el PP).

En lugar de utilizar este argumento como posible defensa, la concejala del PP Maite González, respondió a la edil socialista en la misma sesión plenaria cometiendo un grave error sobre la historia del urbanismo de la ciudad.

Le dijo que “las edificacio­nes más altas de la ciudad se hicieron en época socialista, con Carlos Díaz al frente”.

Es cierto que el ladrillo a veces lo es doblemente. Que a muchos aburre hablar, escuchar y leer de temas urbanístic­os. Pero también es cierto que una parte relevante de nuestra realidad como ciudad se asienta sobre sus edificios, sus plazas, sus calles.

Y en este caso el patinazo de la edil es evidente.

La etapa de gobierno del socialista Carlos Díaz paró de lleno el destrozo perimetral en el casco antiguo de Cádiz, producto del desarrolli­smo durante el franquismo cuando se levantaron grandes bloques de pisos en el Campo del Sur, frente al Olivillo y, especialme­nte, en zonas de Canalejas.

Y si nos damos una vuelta por Puerta Tierra, la edil debería de saber que el muro de ladrillo de todo el Paseo Marítimo, los grandes inmuebles de La Laguna y de la Segunda Aguada, son también de los años 60 y principios de los 70, antes del retorno de la democracia municipal.

Más aún, el edificio más alto de Cádiz, Vistahermo­sa que tiene 17 plantas, se levantó hace 50 años.

Y ya puestos, la urbanizaci­ón del barrio de Astilleros, donde hay varios bloques por encima de las diez plantas, fue ya de la etapa de gobierno del PP.

Hay en la bibliograf­ía sobre la ciudad varias obras relevantes que nos relatan la transforma­ción urbana de Cádiz. Está pendiente por salir el tercer tomo de la Historia Urbana de Cádiz, una obra imprescind­ible de María Pilar Ruiz y de Juan José Jiménez Mata, de obligada lectura y que evitará nuevos errores plenarios.

Hay otros casos igualmente graves ajenos al ladrillo gaditano. Tal vez incluso más grave pues se tocan de lleno temas que la implicada en este tema se suponía que manejaba, o por lo menos hacía alarde de ello.

Al poco de llegar a la concejalía de la Mujer, Ana Camelo, del grupo de gobierno de José María González, además de desmantela­r todos los programas de atención a las mujeres que ya funcionaba­n, algunos con premios nacionales, tuvo una feliz idea: retiró de la plaza del Palillero el busto en homenaje a Mercedes Formica. Más allá de las raíces falangista­s de esta gaditana, que justificab­an para Camelo esta medida, si hubiera tenido una mínima noción de la historia de su ciudad y del feminismo en España, sabría que Formica fue una de las grandes defensoras de los derechos de la mujer. Lo hizo en el peor momento, durante una dictadura. Basta con leer algo.

El desconocim­iento que sobre la historia de Cádiz tienen algunos concejales pone en evidencia la eficacia de su gestión, ya sea en el gobierno o desde la oposición

Conocer nuestra historia ayuda a defender propuestas con buena base

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JULIO GONZÁLEZ La mayor parte de los grandes edificios del Paseo Marítimo se levantaron en tiempos del desarrolli­smo franquista.

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