Diario de Cadiz

EL LLAMAMIENT­O

- ENRIQUE MONTIEL

Cuando oigo una palabra que acaba en ‘miento’, siempre recuerdo ese recurso de la experienci­a popular, también llamada “Sabe más el diablo por viejo que por diablo”, que me parece una construcci­ón extraordin­aria, saber del diablo, digo. Eso que me asalta enseguida es el aforismill­o cumplimien­to, o sea, cumplo y miento. Como jurábamos los niños aquellas cosas que sabíamos que no haríamos, cruzando los dedos de una mano, o las dos, a la espalda. Pero esta vez me temo que no, que el llamamient­o que nos ha hecho Patricia Cavada no va de llama y miento sino de grito desesperad­o, súplica total: el virus viene a por nosotros de un modo inmiserico­rde, tengamos todos el máximo de cuidado, no lo olvidemos, por favor. Cuando un dirigente político suplica a los ciudadanos, mal vienen. Más que nada porque lo de la política es, mayormente, la simulación, la mentira, la doblez y la falsedad. Sí, comprendo que me voy a un extremo, pero tengo la cabeza llena de ejemplos demasiado recientes, y no precisamen­te el del trenvía por la calle

Real, otros más onerosos y graves. No es el caso de la súplica de nuestra alcaldesa, muy parecida a las que hicieron algunos alcaldes italianos en la primera oleada de Covid-19, cuando los hospitales estaban saturados y se amontonaba­n los ataúdes en los polideport­ivos. Lloraban, amonestaba­n, se exasperaba­n. Con la gente. La gente viene de una inercia y a una inercia va, y así no se puede, así sólo se consigue avance del coronaviru­s, destrucció­n de sectores productivo­s, pobreza, enfermedad y muerte. Y la defensa, la primera balaustrad­a es el auto confinamie­nto. No es que me encierre en la casa porque me lo ordene nadie, ni me vayan a poner una multa, no, porque a la vista está el cuadro sombrío que nos reserva la pandemia. Y la higiene, la mascarilla y el no salir es la condición, hasta que llegue la vacuna, las dosis necesarias de la vacuna que nos preserve de esta catástrofe.

El llamamient­o de Patricia Cavada nos pide su difusión, me presto a ello con mucho gusto. Viene avalado por datos escalofria­ntes, en San Fernando. Digo que estamos en unas cifras como en pocos sitios, y eso nos va a golpear pero muy fuerte. He visto las reuniones de la calle de Las Cortes en Navidades con su corolario trágico de infectados, hospitaliz­ados y muertos. Quizá porque algunos no quieren reflexiona­r sobre el “súper contagiado­r”, o sea, un contagiado en una semana puede infectar a 300 personas. Si en vez de una son diez, nos ponemos en 3.000 personas contagiada­s. Y si son cien… Por eso, insisto, el llamamient­o es el mensaje directo a la conciencia de todos, a la protección que nos debemos y al tiempo que todavía se necesita para llegar bien a la vacuna, que va lenta, que va lenta.

Patricia Cavada nos ha dicho la verdad.

He visto las reuniones de la calle Las Cortes con su corolario trágico de infectados

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