Diario de Cadiz

Última tarde en Lima con el primer espada Manuel Díaz Cantoral ‘Lavi’

● El torero gaditano falleció de un síncope fulminante sin poder debutar en la plaza firme de Acho ● Llegó a la capital peruana con su hijo Antonio, el algecireño Chicorro y El Granadino

- Francisco Orgambides

El 6 de octubre de 1858 el matador de toros Manuel Díaz Cantoral “Lavi” firmó su último contrato, documento que se conserva en el Archivo Histórico Provincial y que exhumó Manuel Ravina. Su hermano Gaspar había toreado varios años en Lima y le empresa le había pedido que convencier­a a Manuel para torear en Perú.

Pese a que los historiado­res del toreo españoles lo han descrito poco menos que como un payaso de los ruedos, lo cierto es que sus contemporá­neos respetaban al Lavi por su valor desmedido y deseos de agradar en sus actuacione­s. Toreó con las primeras figuras de su tiempo y acudió muchas temporadas al abono de Madrid.

En Lima interesaba un torero de primer cartel y en ese ámbito estaba Manuel. Firmó por 2.000 pesos fuertes, con un anticipo de 500. En Lima se dijo que se le pagaron

4.000 pesos y cuatro vestidos de torear, dos para él y dos para su hijo. Porque hizo que contratara­n a su hijo Antonio de 15 años como banderille­ro por 500 pesos. Un peso fuerte o duro era una moneda de plata de 8 reales y hasta el año anterior había sido moneda oficial de Estados Unidos con el nombre de dólar.

A cambio Lavi tenía que torear dos temporadas, a diez festejos cada una. El viaje estaba pagado y en el contrato se acordaron una serie de garantías por accidente de viaje o cogidas.

A mediados de noviembre de ese año, según el escritor peruano Ismael Portal, llegó Manuel Lavi al puerto del Callao acompañado de su hijo Antonio, del banderille­ro –hoy legendaria figura histórica del cante– Juan José Jiménez “El Granadino”, y de un algecireño de 19 años llamado José Lara Jiménez, que se anunciaba entonces como Pacorro, y que años después sería el matador de toros que cortó la primera oreja de la historia en Madrid: Chicorro.

Se encontraro­n con otros toreros gaditanos que ya estaban en Lima: el matador José Ortega Díaz “Negrito”, hijo de una hermana de El Lavi; su sobrino Antonio, hijo de Gaspar; el banderille­ro gaditano

Leonardo Ramírez; otro banderille­ro que era su cuñado José García y otros dos toreros gaditanos: los Marín Franco que eran el primer espada Antonio y Juan, su hermano.

El empresario de la plaza, Pedro Mantilla, alojó a Manuel y a su cuadrilla en su propia casa de la limeña calle Pelota número 145, en el ala derecha de su domicilio. Dada la expectació­n que generó en Lima, el torero recibió muchas visitas. Portal describió al gaditano –que entonces tenía 46 años– como un hombre alegre, sincero, con gracia, facciones agradables, tez morena, estatura mediana y abundantes carnes.

Descansó del viaje unos ocho días y se anunció su presentaci­ón en Acho en la primera corrida de toros, el domingo 5 de diciembre. Fue al campo, a ver toros para la temporada, y a la vuelta se resfrió con fiebre. Era neumonía aguda. El doctor Odriozola, no le permitió torear esa primera corrida, expidiendo un parte facultativ­o.

El martes siguiente ya estaba bien nuestro torero pero el jueves

Segúna la autopsia, la muerte fue por un aneurisma del ventrículo derecho

9 a las dos de la tarde, cuando se retiraban de la habitación del torero el propio médico y unos amigos, se encontró fatigado y pidió un agua de goma, que consumía mucho. Se trataba de un hidrolado de goma arábiga que se dulcificab­a con azúcar y jarabe de fruta. Aliviaba la pesadez de estómago y al torero le gustaba. Remedio de sangrador.

El torero tomó el vaso de manos de uno de los hijos del empresario. Al acercársel­o a la boca se desmayó, llevándose las manos al pecho. Cayó muerto.

En la autopsia se determinó que el síncope derivó de un aneurisma del corazón o dilatación del ventrículo derecho, con adelgazami­ento de sus padres.

En Lima actuaba una compañía de Zarzuela española con la artista Carmen Lirón, muy famosa luego en Argentina. Al ver al Lavi de cuerpo presente en las exequias el día 11, se desmayó. El funeral, con derechos de cruz alta, fue en el convento de la Merced de Lima, en la calle de Jesús Nazareno. Los restos del torero fueron al cementerio de Ancieta, cuartel de Santo Tomas, nicho 10, hoy Museo Cementerio “Presbítero Matías Maestro”, aunque del Lavi, ni rastro.

 ?? ARCHIVO ?? Manuel Díaz Cantoral ‘Lavi’, matador de toros de Lidia, hijo, hermano, padre, tío y abuelo de matadores de toros.
ARCHIVO Manuel Díaz Cantoral ‘Lavi’, matador de toros de Lidia, hijo, hermano, padre, tío y abuelo de matadores de toros.

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