Y la luz se hizo
Según el Génesis, primer libro del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana, en el principio creó Dios el cielo y la tierra invadiéndolo todo las tinieblas. De inmediato el Supremo Hacedor dijo: Hágase la luz; y la luz se hizo. Nada que ver la celeridad con la que se extendió aquella claridad por el mundo con la incomprensible tardanza que ha supuesto la reparación de unos averiados puntos de luz en pleno siglo XXI. Tres eran tres, como las hijas de Elena, las farolas del alumbrado público que interrumpieron su tarea uno de los últimos días del pasado año en la avenida del Mar de Valdelagrana. En concreto dejaron de alumbrar las situadas a la altura de los números 18, 20 y 22 de la citada avenida no reiniciándose el servicio hasta el pasado lunes día 25 de enero. Fue entonces cuando unos operarios municipales nos sacaron de la boca del lobo en la que vivimos, de seis y media de la tarde en adelante, cerca de un mes. Reseñar que la obscuridad en un amplio tramo de la calle era absoluta dado que al otro lado de la calzada se encuentra el parque de los Toruños en donde no existe iluminación alguna. Por otra parte las viviendas afectadas son chalets de una o dos plantas con pequeño jardín en donde termina su propio alumbrado no alcanzando éste el exterior.
Soy consciente de que encontrándonos inmersos en una crisis sanitaria, económica y social de alarmante gravedad y difícil solución no deja de ser el asunto relatado sino el chocolate del loro. En cualquier caso, y aun ignorando las causas de tan inconcebible demora, considero un despropósito lo ocurrido hasta que alguien se puso manos a la obra y la luz se hizo. Rafael Aguirre Grijalvo (El Puerto)