Cádiz enterró sus Fiestas Típicas dos años después
● El coro ‘La guillotina’ celebró en 1978 un cortejo fúnebre con féretro incluido para decir adiós definitivamente a los festejos del ayer
Después de muchos años, el Carnaval volvió a febrero en 1977. Su vuelta fue algo improvisado, porque hasta el mismo 18 de febrero de aquel año no se permitieron estas fiestas. Ese día el Gobierno Civil de la provincia publicó una nota comunicando que el Ministerio de la Gobernación había dictado una orden restableciendo las fiestas de Carnaval en toda España, por lo que se permitía el uso de disfraces por las calles y lugares públicos. Igualmente se podría hacer uso de los disfraces en los bailes organizados por entidades, casinos y asociaciones que estuvieran autorizados durante los días 19,20,21, y 22 y el Domingo de Piñata.En cualquier caso, quedaba rigurosamente prohibido el uso de antifaces o cualquier tipo de enmascaramiento que no permitiera la identificación personal.
La nota añadía que el Gobierno Civil esperaba del espíritu de civismo de los gaditanos que la sana alegría no fuera causa de transgresiones a la moral o a la normal convivencia ciudadana. Pero, todavía, los gaditanos no estaban seguros de que las fiestas Típicas habían desaparecido. No las tenían todas consigo. Así que el coro ‘La guillotina ‘ (1978 ) decidió llevar a cabo el ‘Entierro de las Fiestas Típicas’, dentro de la mayor seriedad y más puro estilo carnavalesco.
Uno de los ‘verdugos’ y portadores del ataúd fue el oftalmólogo, Antonio Fernández Repeto. Recordaba hace unos años para Diario de Cádiz aquel señalado día. “Me acuerdo que junto a mí portaba el féretro Eugenio Barriola, más conocido como ‘Wiwi’, un bajo del coro, que primero salió en La Viña y luego lo hizo con nosotros en ‘La guillotina’.
La idea del ‘entierro’ surgió de Marcos Zilberman (Makeke), gestionado también por José Manuel Gómez y Emilio Rosado, que ese año fueron los autores de la letra del coro. Después del regreso del Carnaval a febrero se decidió poner fin y enterrar las Fiestas Típicas, aprovechando los tipos de ‘La guillotina ‘ para conducir el cortejo”. Abriendo la ceremonia del desfile fúnebre, acompañado de los tambores, iban dos miembros del coro con incensario e hisopo, vestidos de ciudadanos de la Revolución Francesa, que portaban la pancarta ‘Ya era hora’. También hacían referencia a deudos de las Fiestas Típicas, como era el Látigo Macareno. “Detrás de ellos íbamos los bajos, que portamos el féretro sobre el que se colocó el martillito clásico de las antiguas Fiestas Típicas, sobre un RIP”, señalaba Antonio.
En el desfile por las calles de la ciudad no faltaron las coronas fúnebres, autoridades y música, que estuvo interpretada por los miembros del coro con sus pitos, así como los redobles de tambores, llanto de los ‘disfraces, máscaras y el cortejo de los ‘dolientes’, “donde iban las mujeres y las novias de los componentes de ‘La guillotina ‘. Después marchaba un prelado, el director del coro patrocinador del acto y tres representantes de las autoridades. Los músicos de la agrupación formaban tras ellos, interpretando con sus pitos marchas fúnebres y sones de Carnaval. Eran seguidos por el resto del coro y por un grupo bastante numeroso de máscaras.
Para Fernández Repeto, una de las anécdotas de ese día fue que “a la altura de la calle San Francisco no caímos que faltaba un cura en el duelo, y de repente se metió un tío vestido de obispo. Auténtico, no le faltaba detalle. El cortejo se caracterizó por la seriedad. La gente por las calles no paraba de decirnos borderíos y nosotros muy serios. Acabó el cortejo en la Facultad de Medicina al grito de ¡Descanse en paz, con sus muertos!”. Por lo tanto, ‘La guillotina ‘ no tuvo que afilar su cuchilla ni los gaditanos dieron un paso atrás en el firme deseo de reconquistar el auténtico Carnaval .
Sobre el ataúd se colocó el molesto martillito símbolo de las Fiestas Típicas