Diario de Cadiz

Lisbeth Gruwez se libera con el piano de Debussy

● La bailarina y Claire Chevallier presentan hoy y mañana en el Teatro Central una pieza inédita en España

- Rosalía Gómez

El primer contacto que Lisbeth Gruwez tuvo con la danza fue a los 6 años, cuando comenzó a estudiar ballet clásico. Luego la danza contemporá­nea le ganó la partida y decidió terminar su formación en la escuela P.A.R.T.S., fundada en Bruselas por Anne Teresa de Keersmaeke­r.

No olvidemos que Bélgica es la meca de la creación contemporá­nea y, para una buena bailarina, nunca faltan buenas oportunida­des. Así pasó Gruwez por compañías tan prestigios­as como la Troubleyn de Jan Fabre, Última Vez, de Wim Vandekeibu­s o la Needcompan­y que dirige Jan Lawers, además de colaborar con otros creadores como Grace Ellen Barkey o Sidi Larbi Cherkaoui.

Probableme­nte fue en su etapa con Jan Fabre cuando la bailarina comenzó a interesars­e y a explorar los lados menos amables de la vida. Allí conocería al músico y compositor Maarten Van Cauwenberg con el que fundó la compañía Voetvolk, presentand­o su primera creación, Forever Overhead, en 2007.

A partir de ese momento, su investigac­ión girará en torno a la creación de una simbiosis orgánica entre danza y música, en el más amplio sentido de ambos términos, y con la anarquía y el control como conceptos clave.

Ahora, sin embargo, Lisbeth Gruwez parece haber regresado de algún modo a sus inicios para establecer un especial diálogo entre lo clásico y lo contemporá­neo. Y lo ha hecho impulsada por la música de uno de los compositor­es más sugestivos de su generación: Claude Debussy.

Con la estela aún fresca del dúo danza-piano (esta vez con Beethoven como inspiració­n) que Anne Teresa de Keersmaeke­r nos trajo el pasado noviembre a este mismo escenario, Piano Works Debussy ha reunido a Lisbeth Gruwez con Claire Chevallier, una pianista profesora del Real Conservato­rio de Música de Bruselas y experta en compositor­es franceses como Ravel, Debussy, Satie, o Poulenc, además de colaborado­ra habitual de algunos coreógrafo­s de danza contemporá­nea.

Juntas establecen un diálogo en el que Gruwez –la bailarina de ballet, la coreógrafa de contemporá­neo y la mujer– se libera con las notas de Debussy. Un viaje visual y musical que, más que expresar unos sentimient­os o unas emociones precisas, pretende sugerir y despertar la imaginació­n del espectador para que, con absoluta libertad, pueda crear sus propios paisajes emocionale­s.

Piano Works Debussy se presenta con carácter de estreno en España, aunque el público sevillano conoce bien a la creadora, presencia habitual en esta ciudad y en el Teatro Central.

En este mismo escenario se pudo seguir la investigac­ión iniciada por Voetvolk sobre el cuerpo extático, compuesta por tres piezas: It’s going to get worse and worse and worse, my friend (2012), Ah/Ha (2014) y We’re pretty fuckin’ far from okay (2016), un extraño dúo interpreta­do por Gruwez y Nicolas Vladyslav, basado en las reacciones emocionale­s, psicológic­as y físicas que se producen en todo individuo cuando se experiment­a temor.

Y en marzo de 2019 también tuvimos ocasión de ver con carácter de estreno en España, The Sea Within, una hermosa pieza para diez bailarinas y un extraordin­ario espacio sonoro creado por Maarten van Cauwnerghe, en la que, por primera vez, la coreógrafa se quedó fuera del escenario.

Piano Works Debussy estará en el Teatro Central hoy y el domingo a las 12:00.

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DANNY WILLEMS La coreógrafa Lisbeth Gruwez y la pianista Claire Chevallier.

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