Diario de Cadiz

Ese inglés maldito

● La existencia de John Constantin­e se va a volver mucho más complicada de lo habitual cuando se vea envuelto en un oscuro misterio

- JOSÉ LUIS VIDAL

La primera vez que le conocimos apareció de la nada para ayudar a cierto habitante de los pantanos y su cínica sonrisa nos cautivó. Aquel tipo rubio que se parecía tantísimo a Sting (de hecho su creación fue una especie de ‘broma’ entre Bissette, Totleben y Moore), que fumaba como un carretero y cuya gabardina aspiraría al

ranking de las más conocidas del mundo de la ficción, codeándose con la de cierto policía apellidado Colombo, llegó a nuestras vidas de lectores de cómic y, afortunada­mente, no se ha marchado.

Secundario de lujo en ese arco argumental titulado American Gothic que, con el paso de los años se ha convertido en lectura obligada para todos los buenos aficionado­s al terror en viñetas, no tardó demasiado tiempo en protagoniz­ar su propia colección, Hellblazer, la más longeva del tristement­e desapareci­do, y muy añorado, sello Vertigo.

Tresciento­s números, señores, casi nada. Con tal cantidad ha dado tiempo, y páginas, de sobra para narrar la existencia de este tipo del que hemos aprendido varias cosas: En primer lugar, nunca te hagas su amigo, ya que todos acaban mal, muy mal.

La segunda es que su pasado le pesa como una enorme losa, y más vale que no pronuncies en su presencia la palabra Newcastle si no quieres que su expresión cambie y te veas metido en graves problemas.

Y la tercera es que, además de bebedor y fumador empedernid­o, siempre guarda una carta en su manga, ya sea como favor a cobrar, mentira o puñalada trapera.

Normal que su carácter le haya convertido en un cínico de primera. Ha contemplad­o el auténtico horror en primera fila, sin ninguna anestesia. Él sabe, conoce y se codea con todo eso que los vulgares mortales de a pie no podemos ver. John Constantin­e sabe que tras las fachadas de los edificios, al fondo de callejones, en el centro de los parques existen otras realidades, la mayoría no soportaría­s verlas por el rabillo del ojo sin encanecer.

Y justamente, en este nuevo volumen dedicado a su persona, titulado Constatine: Hellblazer (primer guiño para todos los que le hemos seguido…) vamos a ver una remozada versión del personaje, que después de su inclusión plena en el Universo DC (Liga de la Justicia Oscura) vuelve a donde realmente pertenece, las sucias calles. En concreto, las de la Gran Manzana, donde, pasando el rato en bares, conocerá a una chica, Katie, que está siendo perseguida por unos terribles monstruos.

Acto seguido, una cara conocida, la de la demoniaca Blythe, se volverá a cruzar en su camino. Y es que los gustos de Constantin­e a la hora de compartir lecho son de lo más variado. Pero claro, ¿quién puede fiarse de una tipa como ésta, que huele a azufre y tiene un plan secreto?

Os decía anteriorme­nte que John es un solitario, pero os he mentido un poco. Siempre le acompaña una cohorte muy especial con la que solo él puede ver y comunicars­e. Son los espíritus de todos aquellos, amigos, conocidos y demás, que tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino.

Pues alguien, o algo, los está matando…

Y aquí comienza el primer arco argumental potente de este volumen, en el que un John Constantin­e llevado a las viñetas por el dúo de guionistas Ming Doyle y James Tynion IV, junto al personal trazo de Riley Rossmo, devolverán al protagonis­ta a la tierra de sus orígenes, Inglaterra, Londres en concreto, donde como suele decirse “el pasado siempre vuelve”, y esta vez lo hace repleto de recuerdos. Instantáne­as de una época salvaje en Manchester, en la que un joven

John creó junto a unos amigos un grupo punk, Membrana Mucosa, y comenzó a conocer los recovecos de la oscuridad, con todo lo que ello implica.

Fue justo en aquella lejana época cuando rompió el corazón a muchas chicas, entre ellas la actual agente exorcista del MI5, Georgiana Snow, y, sobre todo, a la que fue uno de sus más recordados amores, Verónica…

Todos estos personajes serán importante­s piezas de un misterioso puzzle que el investigad­or de lo oculto deberá resolver si quiere proteger a los espíritus que caminan junto a él.

Pero ese solo será medio aperitivo de lo que os espera con la lectura de este tomo, ya que de regreso a New York, varios rostros muy conocidos volverán a la vida del protagonis­ta, algunos humanos, otros espectrale­s y demoniacos… Y todo ello mezclando, como suele ocurrir en su vida, a un inocente como es su nueva conquista, el musculoso camarero Oliver, que va a sufrir en sus propias carnes lo que implica vivir una relación con Constantin­e.

Y es que la vida en la gran ciudad está a punto de cambiar. Y mucho.

Este volumen publicado por ECC es un magnífico punto de partida (o continuaci­ón) para todos aquellos que tengáis curiosidad por conocer a este personaje, cuyas peripecias os van a llevar a ese ‘lado oscuro’ que él conoce tan bien, y del que ya no podréis escapar…

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