Diario de Cadiz

LAS BOCAS FEAS

- MANOLO FOSSATI

En aquel San Fernando pobre del callejón de Lista, había pocas cosas que nos diferencia­ran a unos de otros, envueltos los vecinos de aquel cruce con Dolores en la misma carencia digna. Una, fundamenta­l, era tener un trabajo más o menos fijo. Si tu padre estaba parado, una de los adjetivos más tempranos que recuerdo y eso que el mío no lo estuvo nunca, entonces era una desgracia, porque lo oías continuame­nte a los mayores “es que Fulano está parado ahora…”, y eras más pobre que la media de pobreza del barrio.

Pero había otra también muy importante. Y definitori­a. Tú eras igual de pobre que el vecino de la casa de al lado, o sólo un poco menos, pero tus padres te corregían al hablar para que no fueras uno de esos que tenían “una boca muy fea”. Era un juego de amenazas verbales si te oían decir “deo” en vez de dedo o “aro” en lugar de claro. Y de advertenci­as mucho más subidas de tono, con levantamie­nto de manos incluido si se te escapaba un “picha”. Tan efectivo era que creo que la expresión “¡carajo!” no llegó ni siquiera a formularse en mi pensamient­o hasta bien entrada la adolescenc­ia y ya lejos del hogar materno.

No sé si es peor ahora, aunque claro, uno tiene la educación que tiene, pero resulta difícil pasear por esta Isla de mis desamores sin que le asalten a uno por todos los f lancos lo que empezó denominánd­ose ‘picardías’, pasó por la foránea ‘palabrotas’ y responde ahora a la insustanci­al ‘tacos’. Ya puestos, me quedo con ‘disparate’. Y ya puestos también, me quedo con la gente que habla sin trufar sus discursos con estas expresione­s, que por su frecuencia ya han dejado de considerar­se exabruptos.

No se trata de que sea algo malsonante. El lenguaje está lleno de términos biensonant­es que esconden crímenes, por ejemplo ‘plusvalía’. Es sólo que el uso generaliza­do y frecuente de las ‘picardías’ revela, en el peor de los casos, una triste pobreza mental, y en el mejor, enmascara de manera lamentable la inteligenc­ia del hablante. Y entre un caso y otro, no sé dilucidar cuál es el que se correspond­e con tanto grupo que me cruzo y se saluda con rudeza engañosame­nte viril: “¡Vete al carajo, subnormal”, le dice amistosame­nte un joven a otro.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain