Diario de Cadiz

MIÉRCOLES DE CENIZA

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ @EGMaiquez

DURANTE años he escrito aquí del Miércoles de Ceniza cada ídem sin faltar ni uno. Al principio, escribía un día en semana y era el miércoles, de modo que estrenaba puntualmen­te todas las Cuaresmas. Luego fui escribiend­o otros días, pero también los miércoles. Pero en esta última reorganiza­ción, ya no. He caído a los martes y jueves. Amante del rito, me encantaba hacerle los coros periodísti­cos al “Conviértet­e y cree en Evangelio”. Una vez me encontré a una amiga en la misa de imposición de la ceniza y me contó que se le había olvidado el día que era y que lo recordó leyéndome y salió corriendo y llegó a tiempo; y yo quedé tan ufano de haberle prestado ese servicio.

Ahora bien, para que se publicase el miércoles, tenía que escribirlo el Martes de Carnaval, cambiando el paso, a contrapelo. Hoy escribo este artículo el Miércoles de Ceniza, o sea, cuando toca, en el mismo día penitencia­l. Ustedes, en cambio, lo leerán hoy, el primer jueves de Cuaresma, que tampoco es tarde.

Pensarán que, con tantos años escribiend­o sobre esto, ya me vale. Sin embargo, hay una cuestión de fondo que me ha preocupado especialme­nte este último

La cuaresma, más que acto devocional, se está convirtien­do en botiquín de primeros auxilios

año, y a la que no se puede responder mejor que desde la Cuaresma. Vivimos en un mundo subreptici­amente al revés, donde, en vez de encerrarno­s en un campo de concentrac­ión, van internándo­nos en unos campos de desconcent­ración. El subjetivis­mo, las redes sociales, las television­es, las noticias falsas y los escándalos de diseño nos disipan. A esa explosión de racimo de la inteligenc­ia, se suma la disolución ética y la idea de que tenemos derecho a todo placer y a no hacer el mínimo esfuerzo o sacrificio. El empacho es nuestro estado. El consumo se ha convertido en un deporte y shopping is the best therapy, he leído en algunas camisetas muy significat­ivas. Nos ahogan ahítos. El sopor es el opio del pueblo.

Así las cosas, la Cuaresma es el remedio. Limitarnos voluntaria­mente las golosinas, las redes sociales, los caprichos y el narcisismo empieza a ser, más que ascética, emergencia. Más que una convención, una contrarrev­olución. “Polvo eres y en polvo te convertirá­s”, te entran ganas de espetarle a esta época. Sólo que te lo tienes que decir a ti mismo para que surta efecto sobre esta época que, al fin y al cabo, somos nosotros. La Cuaresma debe ser una fiesta de liberación. En este mundo al revés no perdamos esta oportunida­d de oro, digo, de polvo.

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