Diario de Cadiz

LOCURA COLECTIVA

- DAVID FERNÁNDEZ

EL profesor Francisco Mora se preguntaba si enferman las mariposas del alma en su ensayo sobre la locura, y eso parece. Cada vez tenemos más pájaros en la cabeza, visto el follón que montamos a la menor ocasión. La condena de un rapero, que no pasaría de preliminar­es en el Concurso de Romanceros, ha desatado la locura nacional, y hasta Pedro Sánchez ha salido al paso. Ni la falta de vacunas, ni las cifras del paro despertaro­n tanta preocupaci­ón. ¿Estaremos locos con tanto móvil y tanto veneno en las redes? La primera ola la capeamos con el Resistiré, aplaudiend­o al atardecer y corriendo por casa. Un año después, tenemos los nervios tan alterados que el ex ministro Illa parece un marciano a nuestro lado. Algunos se desesperan tan rápido que son capaces de levantar camiones por nada: lo mismo al volante, cuando alguien olvida el intermiten­te, que en la cola del súper, si un abuelo se pone a charlar con la cajera. Nuestra impacienci­a sólo es comparable a la ansiedad con que nos devora el día a día. Del hay tiempo para todo, hemos pasado al no me alcanza la vida. Y como diría El Selu, primero nos levantamos cabreados y luego buscamos los motivos, empezando por los ofendidito­s, como destaca Dani Rovira en sus monólogos.

El odiómetro nacional está tan agitado, que la mayoría está para el psicólogo. Si nos mudásemos al campo hasta las amapolas se estresaría­n. Los enfrentami­entos de los jóvenes con la Policía dan fe de las graves patologías de una sociedad que tampoco respeta al médico y al profesor. Esta actitud avinagrada y violenta viene de atrás y lo peor es la escalada. Antaño, a la primera gota de sangre se detenía la pelea; ahora, hasta que un joven no le saca el ojo a otro con un vaso roto no se para la bronca. La misma combativid­ad se da en las algaradas y en las embestidas de los narcos. Antiguamen­te, si pillaban al contraband­ista, éste se limitaba a levantar las manos. Hoy su agresivida­d no tiene límites.

En vez de exhibir el saber de categoría, los políticos exigen una obediencia ciega a sus ideas, liquidando la pluralidad, como si un mesías les hablara sólo a ellos. Todas sus disputas se resuelven con un plato de tolerancia, pero prefieren fabricar fanáticos tensando el arco de la crispación. Saben limar asperezas y curar heridas, pero optan por crear conf lictos a tutiplén. Kichi no sería Kichi si no señalara a la Junta como culpable del incendio del hospital. Y al PP le daría algo si no calienta el pleno tras la ausencia del alcalde en el siniestro. Si las izquierdas se dedicaran a gobernar, y en vez de jalear a los violentos se pusieran a impulsar las políticas que piden a gritos, sobre todo, desde los sectores más hartos de la corrupción, tal vez les iría mucho mejor. Pero como prefieren alimentar el fuego, así nos va. Y como las derechas espantan hasta a los suyos, pensando que pueden limpiar su expediente delictivo mudándose de sede, la depresión es de traca. Quienes aspiran a llenar su nevera con su esfuerzo no entienden una palabra del Congreso, y quienes lo perdieron todo se frotan los ojos. La seguridad de antaño ha mutado en incertidum­bre. Si quieres recoger el fruto de tu trabajo, chocas contra un muro. Si eres universita­rio, piensas que la vida se te escapa. Si te gustan los negocios, nunca ves el momento. Si eres comerciant­e, dan ganas de llorar. Luego, a los políticos se les llena la boca con el talante y el pacto. Pero como dijo Dante en La Casa Rusia, “el hombre nunca está a la altura de su retórica”.

Antes las peleas se detenían a la primera gota de sangre, en la actualidad la escalada de violencia va a más cada día

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain