Diario de Cadiz

OTRA DESAMORTIZ­ACIÓN

- EDUARDO JORDÁ

CONOCEMOS tan mal la historia de España que estoy seguro de que muchos estudiante­s de Historia apenas conocen la palabra “desamortiz­ación”. Quizá les suene a enfermedad vascular, o a producto financiero ideado por los magos de las finanzas, o a un extraño grupo de rock latino de los 80 (“los desamortiz­adores del ritmo”). Pero la desamortiz­ación es uno de los episodios sociales más importante­s de nuestra historia. De hecho, fue el fenómeno que marcó el paso del Antiguo Régimen a la modernidad (o más bien a la relativa modernidad que pudo alcanzar España a comienzos del siglo XIX). En su día –1836– fue el equivalent­e del Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a que ha propuesto Pedro Sánchez para relanzar la economía post-Covid. Y la desamortiz­ación también la llevaron a cabo políticos progresist­as: el gaditano Álvarez Mendizábal, sobre todo. El objetivo era crear una nueva clase media que sustituyer­a a la antigua aristocrac­ia latifundis­ta. ¿Cómo? Vendiendo a bajo precio los bienes de la Iglesia y las antiguas propiedade­s comunales para que los pequeños agricultor­es y los menestrale­s y las capas medias pudieran adquirir tierras y aumentar sus ingresos.

El objetivo de la desamortiz­ación era claro: crear una nueva clase media que pudiera encarnar los valores ideológico­s del liberalism­o. Pero el resultado fue un fracaso: las ventas se hicieron de forma opaca, las subastas se amañaron o se concediero­n a base de sobornos, y al final los que se quedaron con esos terrenos fueron los mismos latifundis­tas. Eso fue todo. No hubo nueva clase media, sino un apaño mal hecho que prolongó la existencia de la vieja aristocrac­ia y que creó un nuevo caciquismo económico que en cierta forma ha durado hasta hoy.

¿Y a qué viene todo esto? Pues a que el reparto de los 140.000 millones de euros de fondos europeos va a hacerse sin un organismo independie­nte que lo supervise y que nos permita saber quién y cómo y por qué se va a beneficiar de esos fondos. Es decir, que todo parece dispuesto para que se repita el gran pelotazo de la desamortiz­ación de 1836, por el cual unos pocos conseguido­res y los ricos de siempre se hicieron mucho más ricos de lo que ya eran. Parece el mismo timo, sólo que ahora se llevará a cabo con bellas excusas como la “resilienci­a”, la “diversidad” y la “sostenibil­idad”. Y encima aplaudirem­os.

Se va a repetir el gran pelotazo de la desamortiz­ación de 1836, por el cual los ricos de siempre se hicieron mucho más ricos

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