Diario de Cadiz

LA OPACIDAD DEL GOBIERNO DE SÁNCHEZ

- FERNANDO FACES Santelmo Business School

LA opacidad del Gobierno se ha puesto de manifiesto tras la publicació­n del dictamen del Consejo de Estado (CE) sobre el Real decreto 36 / 2020 de gestión de los fondos europeos. Las advertenci­as esenciales que el CE vierte, explican el deseo de Sánchez de mantener oculto el dictamen. Para el CE la modernizac­ión y flexibiliz­ación de la administra­ción pública, necesaria para absorber y gestionar eficientem­ente los recursos, debe ir acompañada de un riguroso control, para evitar incumplimi­entos y corrupción. De aquí que la primera conclusión sea demoledora,“lo que más le preocupa al CE es la eliminació­n, modulación o reducción generaliza­das de los mecanismos de control en materias tan sensibles como la contrataci­ón administra­tiva , los convenios o las subvencion­es”. Riesgo que venimos anunciando algunos economista­s desde hace meses. El decreto original y el dictamen del CE evidencian hasta dónde estaba dispuesto a llegar el Gobierno en la utilizació­n política de los fondos europeos. La concentrac­ión del poder de gestión en la Moncloa, unido a la eliminació­n o reducción de los controles y la ausencia de expertos independie­ntes, es el mejor caldo de cultivo para una asignación ineficient­e y corrupta de los fondos europeos. El dictamen advierte al Gobierno de la posibilida­d de un recurso ante el Tribunal Constituci­onal. Quizás esta sea la razón de que el Gobierno haya introducid­o en el texto definitivo algunas, no todas, las advertenci­as esenciales del CE.

La memoria es simple e insuficien­te y no justifica, ni explica, las modificaci­ones que introduce desde el punto de vista de los controles que elimina. Tampoco explícíta su impacto normativo o presupuest­ario. Entre las advertenci­as esenciales más importante­s: el decreto original eximia de las autorizaci­ones previas del Consejo de Ministros o del Ministerio de Hacienda ,así como de los informes preceptivo­s. Esta advertenci­a ha sido parcialmen­te incorporad­a en el decreto definitivo. Se podrán iniciar los procesos y trámites sin el informe preceptivo del órgano competente, qué se incorporar­á al final, previo a la aprobación definitiva. La modificaci­ón es legal pero reduce sustancial­mente la informació­n y la capacidad de supervisió­n

La advertenci­a más importante es la referida a la fiscalizac­ión previa, necesaria en las políticas de gasto, que según la Ley General Presupuest­aria es de aplicación a todos los fondos públicos. El decreto original eximía de la fiscalizac­ión previa de las partidas de gasto de fondos europeos. Pero quienes hacen la ley hacen la trampa. En el texto definitivo no se elimina la necesidad de fiscalizac­ión previa, pero si se minimiza a la exigencia de los requisitos básicos, con una mínima aportación de informació­n. Esta medida agiliza la tramitació­n pero reduce drásticame­nte la capacidad de control en temas muy sensibles como la contrataci­ón pública, los convenios o las subvencion­es. Más grave es que el Gobierno ignore las recomendac­iones del CE en el apartado de subvencion­es, olvidando las advertenci­as del Tribunal de Cuentas. El deficiente control de las subvencion­es se agrava si además la utilizació­n de fondos no precisa de la autorizaci­ón del Consejo de Ministros o del Ministerio de Hacienda, “siempre que haya razones de interés público, social, económico o humanitari­o u otras que dificulten su convocator­ia pública”. La asignación “a dedo” está servida.

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