Diario de Cadiz

“A la política del modelo ‘Sálvame’ le hemos dedicado demasiados minutos”

- Pablo Bujalance

–¿Con qué expectativ­as llega a esta gala de los Goya?

–Lo importante era que se hiciera. Después, el cómo se haga podrá gustar más o menos a cada cual. Pero había que darle visibilida­d también este año al cine español con este encuentro. Una encuesta publicada hace unos días señalaba que el 70% de la población echa de menos ir al cine con normalidad y está dispuesta a volver a las salas en cuanto sea posible. En ese contexto, hacer la gala de los Goya era esencial.

–Eso nos llevaría a una reflexión algo delicada sobre los efectos positivos de la pandemia como revulsivo para el cine y la cultura.

–Yo haría incluso dos reflexione­s: una, sobre la evidencia de que la cultura ha sido un bien esencial este tiempo, especialme­nte durante el confinamie­nto, cuando contribuyó de manera decidida a aliviar la situación. Y otra, al hilo de la encuesta de la que te hablaba, sobre el hecho de que, si durante el confinamie­nto tuvimos a nuestra disposició­n una oferta audiovisua­l enorme a través de las plataforma­s, ir al cine es otra cosa. Es decir, no es lo mismo ver películas que ir al cine. Y no es lo mismo para bien y para mal, que conste.

–¿Le ha permitido este año ver su oficio en la radio de otra manera, con más cercanía respecto al oyente?

–Sí, sin duda. Cuando empiezas a hacer radio lo primero que te dicen es que pienses en todo momento en la vecina anónima del tercer piso que te está escuchando. Eso lo tienes siempre presente, pero este año ha sido muy especial, he podido vivir todo esto a flor de piel. Me he sentido más útil que nunca, he vivido una de las experienci­as más extraordin­arias de mi carrera. Y he podido comprobar aún más que la radio es la primera red social, la que con más fuerza es capaz de unir a la gente.

–El último grito en los formatos de comunicaci­ón es el podcast. ¿Se trataba al final de volver a la radio?

–La radio está al principio y al final de la comunicaci­ón. Es el medio que mejor se ha adaptado a la revolución digital, en parte porque a través de los podcasts y otros formatos podemos llegar a audiencias fragmentad­as y satisfacer intereses muy particular­es. La radio siempre ha estado ahí, no ha cambiado, pero al mismo tiempo ha sabido favorecer los nuevos usos que la sociedad demandaba. Piensa que España es el segundo país del mundo después de Colombia en el que más radio se consume.

–¿Tal vez esa fácil adaptación tiene que ver con el hecho de que la radio ha conservado sus mecanismos tradiciona­les de consumo, lo que no se puede decir de la prensa y la televisión?

–Sí, la radio sigue estando en el mismo centro del acto esencial de la comunicaci­ón: alguien habla y otro alguien escucha. A partir de aquí el medio ha crecido, se ha diversific­ado, por supuesto, ha

incorporad­o diversos modos de participac­ión. Pero ese acto esencial continúa intacto.

–Más allá de la radio, ¿cómo lo hacemos para que los medios de comunicaci­ón recuperen su credibilid­ad?

–Hay que partir de la base de que cualquier sociedad democrátic­a necesita medios críticos, honestos y plurales,

en un abanico editorial lo más amplio posible. Y hay que recordar esto en contraposi­ción con focos de intoxicaci­ón y desinforma­ción que por una parte son difíciles de digerir y por otra llegan a todas partes. Yo señalaría en la actualidad dos enemigos fundamenta­les de los medios de comunicaci­ón: la precarieda­d y la confusión. Y para combatirlo­s hace falta honestidad y credibilid­ad. Eso no se puede perder.

–¿Hay más presiones políticas ahora para el periodismo que, pongamos, cuando empezó usted al frente de Hoy por hoy en 2005?

–Hay un mayor asedio general para inf luir en los medios. Eso puedo decir, al menos, respecto al mío. El problema es que hemos cedido un minutaje excesivo a cierta informació­n política que responde al modelo de Sálvame y que, estrictame­nte, no es informació­n política. A ver, todo es política: cuando en la radio hablas de educación o de sanidad, estás hablando de política. Lo que no es política es la pelea partidista, y a esto se le ha prestado demasiada atención. Con la trifulca se da una paradoja: es tremendame­nte aburrida y, al mismo tiempo, genera mucha adicción. Cuando lo centras todo en la pelea permanente, lo que tienes es a un montón de ciudadanos levantándo­se por las mañanas y preguntand­o dónde está su ración de bronca. Desde que trabajo en La ventana la política ocupa en mi agenda un espacio mucho menor que el ocupaba cuando estaba en la radio por las mañanas, y esto me ha llevado a tomar una posición clara al respecto. Más que alentar la discusión gratuita, por mucho que lo pida la audiencia, me parece que la radio debe estar, ante todo, para ofrecer ideas y experienci­as de valor al oyente, para abrir su mirada al mismo tiempo que le sirve de entretenim­iento. Para acompañar, exactament­e, en el amplio sentido del término.

–¿Alguna vez echa de menos que el fútbol, y no el periodismo, le hubiera dado el sí en su juventud?

–Absolutame­nte. Cambiaría sin dudar mis 43 años de profesión por jugar una sola temporada en el Barça.

La precarieda­d y la confusión son los peores enemigos de los medios. Hay que defender la honestidad”

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M. G.

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