Diario de Cadiz

CÁDIZ DE LA FRONTERA

- DAVID FERNÁNDEZ Director de Diario de Cádiz @DavidFerna­nde_

CÁDIZ y Jerez disfrutan de hechos diferencia­les tan profundos como las raíces que las unen. Lo que le falta a una, le sobra a la otra, desde la campiña hasta perderse en el Atlántico. Sólo los locos ignoran lo que ganarían desde un frente común. Pero para ello no conviene tomarse la chufla en serio. El prototipo del jerezano perfilado por la guasa y el ingenio gaditanos, en apariencia, va siempre repeinado y viste demasiado bien. Y los mismos gaditanos que tanto presumen de que la fachada no importa, se pasan horas en el espejo antes de salir a la calle con su comparsa.

Los jerezanos que adoran a San Patrico se parecen mucho, en el fondo, a los gaditanos que pierden el sentío por las camisetas amarillas desteñidas. Las dos ciudades tienen la autoestima en horas bajas y le rezan al mismo Dios, aunque a Jerez le pongan más las corbatas y a Cádiz, los coloretes. A los jerezanos les encanta venir en Carnaval, pero les avergüenza que sus vecinos les vean disfrazado­s. Este sentido del ridículo también impide al gaditano bailar por sevillanas en la capital, aunque se recorra las ferias de media provincia. Luego, todos nos lo cuentan por lo bajini, como si fuera pecado.

Pero por más que disimulen, estas hermanas llevan la misma sangre y se complement­an de maravilla. La Bahía tiene un componente más industrial y Jerez nunca deja de mirar al campo. Una es la ciudad con la que sueñan los turistas en verano y la otra lo tiene todo para disfrutar en invierno. María Terremoto y David Palomar beben de la misma fuente, una fiesta que empezó en La Viña y terminó en Santiago con Chano y Fernando. Pescaíto y fino en rama. Jerez y Cádiz sólo necesitan un cercanías repleto de respeto y prosperida­d para crecer. Pero la fuerza disgregado­ra que debilita a este país alimenta el localismo catetil. Criticamos a los separatist­as y no miramos al vecino. Cádiz y Jerez, con su peso político, podrían soñar a lo grande si no vivieran de espaldas por culpa de prevencion­es y prejuicios, que no son opiniones sentidas. La mayoría son topicazos abonados en estadios de fútbol que flotan en el ambiente y que forman una costra psicológic­a. Ya dijo Da Vinci que donde se grita no hay buen conocimien­to. Y no es que los gaditanos trataran de conquistar La Plazuela, o que los jerezanos asaltaran La Caleta. Es más doloroso aún: no se dan ni los buenos días.

El primer encuentro oficial de la alcaldesa de Jerez y el alcalde de Cádiz ha sido calificado de histórico con una puesta en escena muy cuidada. Pero no seamos ingenuos, la política es pensamient­o y acción. No basta con airear unas ideas entre Mamen Sánchez y Kichi para variar el rumbo de una relación inexistent­e. El auténtico líder ha de despojarse de las inercias y los estereotip­os para atrapar el espíritu colectivo. Y la cita de San Juan de Dios sólo será recordada si ambos se lo creen de verdad y utilizan su poderío para ver cumplidos sus deseos trazando un plan para toda la Bahía: con una oferta turística conjunta; con el flamenco como hilo conductor de la cultura; con un calendario de infraestru­cturas; con un campus fuerte y un solo centro tecnológic­o que aglutine todo nuestro talento y capacidad. Hablamos del poder en su pura esencia, pero Mamen y Kichi tendrán que convencer al personal de que no hay un segundo que perder para inaugurar este nuevo tiempo. De lo contrario, si ninguno encarna ese viejo deseo de vertebrar esta provincia, su escenifica­ción quedará en un mal sueño.

La fuerza disgregado­ra que debilita a este país también alimenta el localismo ‘catetil’ que tanto daña a la provincia

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