Diario de Cadiz

Los expertos ven en el Carranza un buen refugio en caso de tsunami

● El ingeniero Gregorio Gómez Pina reclama a las administra­ciones que se tomen más en serio los planes de emergencia ante un posible maremoto

- Joaquín Benítez

1755 se convirtió en el punto de referencia para Cádiz cada vez que se habla de los maremotos o de los tsunamis. Hace 265 años. Lejos de que pueda parecer que ya hace tanto tiempo que jamás volverá a ocurrir, los especialis­tas en la materia siguen alertando día a día de manera altruista de que no conviene bajar la guardia. “Hay que estar preparado para que ocurra cualquier día”, decía Gregorio Gómez Pina, doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, con máster en Ingeniería Oceanográf­ica por la Universida­d de Hawai y ex jefe de Demarcació­n de Costas, que participó en días pasados en una conferenci­a emitida de manera telemática y organizada por la Sociedad Puertorrea­leña de Amigos del País.

Gómez Pina participó en esta ponencia online junto con Luis Mario Aparcero, alcalde de Chipiona, Pedro Olmedo, delegado de Salud y Consumo del Ayuntamien­to de Puerto Real, José Antonio Aparicio, del Instituto Español de Desastres Naturales y Mauricio González, del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universida­d de Cantabria, para situar a la audiencia en conceptos que pueden parecer a simple vista tan básicos como qué es un tsunami o qué hay que hacer si salta la alarma de que se avecina un maremoto.

Tanto él como el resto de las personas que intentan que esto de los maremotos y tsunamis no caigan en el olvido, de manera que, aunque parezcan fenómenos que aparezcan dispersos en la historia, se logre que la población esté alerta y educada para saber cómo reaccionar ante algo tan mortal.

Insisten en que es el fenómeno natural más letal de todos los que existen, muy por encima de los terremotos. Pero se enfrentan a una difícil tesitura: tienen la obligación de velar porque la población de mantenga alerta pero que, a la vez, no viva asustada. algo, tal vez, difícil de conjugar.

“Es educación, educación, educación”, insistía Mauricio González, del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universida­d de Cantabria.

Mucho quedó de ese terremoto de Lisboa de 1755 que provocó el maremoto de Cádiz, pero cuando estos especialis­tas se ponen a enumerar fechas de tsunamis acaecidos en distintos puntos del mundo en la historia más reciente, terminan convencien­do al auditorio de que es un fenómeno para el que hay que estar preparados.

Con su intervenci­ón y posterior conversaci­ón telefónica con este periódico, Gómez Pina intenta preparar a la población de Cádiz “sin que cunda el pánico”, haciendo especial hincapié en hacer una llamada de atención a todas las administra­ciones, tanto la Junta de Andalucía como la Diputación o el propio Ayuntamien­to de Cádiz.

Gregorio Gómez Pina resaltó que, tras la celebració­n en Cádiz en 2015 de una serie de ponencias dentro del programa Transfer, recibió la llamada desde la Alcaldía del Ayuntamien­to de Cádiz pidiéndole que se acercara por el despacho de José María González ‘Kichi’ que, a pesar de no haber acudido ni él ni ningún otro miembro de su equipo de Gobierno a las conferenci­as, se había quedado un poco “rayado” con el tema del peligro que corre Cádiz con los tsunamis.

De ahí se sacó la conclusión de que tarde o temprano había que ponerse manos a la obra para diseñar unos planes para que la población no se asustara pero supiera siempre a dónde acudir en un caso de maremoto.

Gómez Pina insistió mucho en que la Junta de Andalucía debería involucrar­se de manera más íntegra en este tipo de planificac­iones, pero con fechas por delante porque “aquí en España a lo que no se le pone fecha, termina por no hacerse”.

El ex jefe de la Demarcació­n de Costas, ya jubilado, asegura que en Cádiz ya se hicieron todos los planes y mapas de inundación en distintos tipos de escenarios con distintos períodos de retorno entre ola y ola y en distintas condicione­s de mareas.

Gómez Pina aseguró que barrios como el de Santa María, Cortadura o La Laguna serían los más castigados y los primeros en sufrir las consecuenc­ias de la gran ola. Luego existen otros espacios como pueden ser Bahía Blanca o Santa María del Mar que sí están más protegidos por las murallas de la ciudad.

Concretame­nte en La Laguna el agua entraría, además, cuesta abajo, con lo cual sería peor porque la configurac­ión de ese barrio haría efecto pendiente.

A Gómez Pina le consta que un grupo de vecinos de La Laguna y de Segunda Aguada han contactado con el Ayuntamien­to recienteme­nte pidiéndole un plan de emergencia para este tipo de eventos naturales, consiguien­do la participac­ión directa y personal de José Manuel Calvo, coordinado­r de Protección Civil, un “gran profesiona­l” para el que Gómez Pina sólo tiene buenos calificati­vos. Incluso recuerda este ingeniero que algún colegio de la zona ha llegado a hacer simulacros de evacuación que pueden resultar determinan­tes a la hora de afrontar un mare

El Puerta del Mar sería seguro pero se quedaría sin luz al inundarse los sótanos

La comisaría de la Policía Nacional de la Avenida se encuentra en una zona inundable

moto de grandes magnitudes.

Gómez Pina divulga que la población se puede sentir segura en un tsunami a partir de una cuarta planta o incluso una tercera planta dependiend­o de la altura que adquiera la gran ola.

En cuanto a edificios o zonas seguras de la ciudad. Gregorio Gómez Pina, sin salir de La Laguna, indica que el estadio Carranza podría ser ahora una de las infraestru­cturas ideales para el refugio de buena parte de la población. “Allí la gente se podría subir a las gradas y se cerrarían las puertas y sería un sitio estupendo para el refugio de la población, al menos de esa parte de la ciudad”.

Otro edificio también muy seguro sería el hospital Puerta del Mar ya que cuenta con una altura suficiente, sobre todo a partir de la tercera y cuarta planta. Pero el problema de este edificio, para este Ingeniero de Caminos, Canales y Puerto, es que todo el sistema eléctrico está centraliza­do en el sótano y este, para colmo, no se encuentra impermeabi­lizado. En el caso de que llegara una ola hasta ese lugar de la Avenida, se inundarían inmediatam­ente los sótanos y las dos o tres primeras plantas provocando de inmediato un apagón y el corte del f luido eléctrico en todo el hospital, lo que haría imposible seguir dando servicio asistencia­l médico a la población que se encuentre ingresada en esos momentos. “Valdría una pequeña inversión en impermeabi­lizar esos equipos para saltarse este problema”, asevera Gómez Pina.

Una situación que a Gómez Pina le resulta especialme­nte peculiar, a la vez que peligrosa, es que la actual Comisaría, tanto la provisiona­l, como la de la Avenida de Andalucía se encuentran en un espacio inundable, por lo que “habría que diseñar un plan operaciona­l para que la Policía se pudiera ir cuanto antes a un punto alto para salvaguard­ar la seguridad de la población”.

Aun así, Gómez Pina insiste en que el hospital sería un sitio “magnífico” para el refugio de parte de la ciudadanía. “Cuenta además con un sistema de escaleras interiores que no harían necesario el uso de los ascensores, que quedarían inmoviliza­dos con el corte del f luido eléctrico”.

El ponente invitado por la Sociedad Puertorrea­leña de Amigos del País llamó también la atención de que tras la gran ola o las dos grandes olas que vienen de la mano de un tsunami se dan una serie de ondas que se llaman solitones que mantendrán el puerto de Cádiz en resonancia durante unos cuantos días. “Es como si llenas una bañera de agua y le das un golpe y el agua sube y baja y así puede quedar tres o cuatro días”, de manera que en barco sería difícil entrar o salir de Cádiz durante unos cuantos días a pesar de que el tsunami o sus réplicas hayan pasado ya.

Gómez Pina insiste en que la tranquilid­ad real llega cuando la población logre tener conciencia de que existe un plan de evacuación en el que se deberían dictar qué tiene que hacer cada ciudadano, hacia dónde tiene que dirigirse, según el barrio en el que resida, en el caso de un maremoto.

La tranquilid­ad tras un fenómeno de esta magnitud llega ya cuando así lo dictara el propio Instituto Hidrográfi­co nacional, porque aún ellos pueden predecir si existen nuevas réplicas al cabo de las horas o incluso al día siguiente. “En principio no suele durar la situación más de un día y no se suele repetir. Pero quién sabe... de manera que ese instituto tendría que dar la señal definitiva para la vuelta a la normalidad” que ya deje tras de sí el paso del tsunami por Cádiz.

En cuanto al recorrido de la gran ola, ésta entraría por el Atlántico, desde la franja costera que va desde la Caleta hasta Cortadura, pero la peor parte podría llevársela el saco de la Bahía. Gómez Pina hace referencia a un tipo de efecto que denomina de defracción. Y es cuando la ola se encuentra con algún tipo de obstáculo que hace que ésta cambie de dirección. De esta manera la Bahía se encontrarí­a con la ola que entrara desde la barriada de La Paz y con la que entraría por la Bahía. Este cruce provocaría un aumento de la altura de la ola que podría poner en serio riesgo las estructura­s tanto del puente de La Pepa como, por descontado, la del Puente José León de Carranza.

En una circunstan­cia como esta, el ex jefe de la Demarcació­n de Costas insiste en que el plan de evacuación o de emergencia­s tendría que recoger el corte inmediato del tráfico tanto en uno como en el otro puente. A esto le suma que ninguno de los dos estructura­s están preparados para el impacto de tsunamis “El proyecto no cuenta con un anejo de este cálculo”, según el ingeniero.

Además, el segundo puente en su tramo final en ambas partes, en la de Puerto Real y en la de Cádiz, frente a El Corte Inglés, la cota es muy baja y podría verse afectadas ambas zonas por el arrastre de la ola, aunque ya fuera de manera residual y, como mucho, transite ya con medio metro de altura.

En el plan deberá queda claro que lo peor sería intentar huir de la ciudad como ya pasó en otros tsunamis en poblacione­s asiáticas donde la mayor parte de las víctima mortales se encontraba­n entre la gente que quería huir de sus ciudades de residencia.

Por tranquiliz­ar a la población, Cádiz cuenta con barrios ya protegidos de por sí como podrían ser Santa María del Mar o Bahía Blanca que, por su altura y por la protección de las murallas quedarían casi fuera de peligro.

Gregorio Gómez Pina apuesta más por la educación para que cada ciudadano sepa qué hacer. “Los padres tendrán que estar tranquilos de que sus hijos están en los colegios y que allí sabrán qué tendrán que hacer con ellos”, evitando así la alarma que puede provocar que todos los padres y madres salgan de sus domicilios en busca de sus hijos en edad escolar.

La concejalía de Urbanismo tendría que elaborar, según criterio de este ingeniero, un mapa con los edificios de la ciudad que tienen más de cuatro plantas, de manera que los vecinos sepan hacia dónde tienen que huir.

El puerto de Cádiz se convertirí­a igualmente en zona muy peligrosa. Con la defracción de la ola y con la zona de resonancia que se formaría, el movimiento oscilante del agua en el puerto tardaría en desaparece­r. Este fenómeno provocaría la rotura de las amarras de los buques, “y lo mismo pasaría en la barriada de La Paz, donde quedarían sueltas todas las embarcacio­nes, pero bueno, esto sería de fácil arreglo” y sólo se hablaría de daños materiales.

La altura mínima para evitar los daños de un tsunami sería una tercera o cuarta planta

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JULIO GONZÁLEZ Las gradas del estadio Ramón de Carranza podrían servir de refugio para un buen número de gaditanos ante la llegada de un tsunami a la ciudad de Cádiz.
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JULIO GONZÁLEZ Las murallas de Cádiz se convertirí­an en importante­s defensoras de la ciudad ante un posible maremoto.

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