Diario de Cadiz

El Bicho, bichos y los otros bichos

- Rafael Aguirre Grijalvo

Si bien la aparición del primer brote del virus tuvo lugar en la localidad china de Wuhan pronto se detectaron numerosos casos en distintas poblacione­s de aquel país. El Bicho comenzó a extenderse por medio mundo. En principio se especuló con que la contagiosa enfermedad vírica tenía su origen en una determinad­a variedad de murciélago siendo transmitid­a al ser humano. Transcurri­do poco más del año, con murciélago o sin él, los datos que arroja la pandemia resultan sobrecoged­ores, tres millones largos de personas fallecidas. La vacuna, tabla de salvación contra el Bicho.

Arañas, escarabajo­s, abejorros, cucarachas, escorpione­s y un sinfín de insectos vuelven a dejarse ver en los campos con la llegada de la primavera, el alza de las temperatur­as y el incremento de las horas de luz solar. Son los coloquialm­ente denominado­s bichos. No gozan de nuestra complacenc­ia dado el desagradab­le aspecto que no pocos de ellos presentan, evitando su proximidad ahuyentánd­olos. Apenas suscitan simpatía entre la población y sí rechazo. Algunos pudieran considerar­se peligrosos. Insectos agrupados globalment­e bajo el peyorativo calificati­vo de bichos.

Con apariencia física normal pero malos a rabiar y sin un corazón que sirva para algo más que bombear la sangre al resto de sus cuerpos. Faltos de sentimient­os y con notable dosis de maldad. No hay duda, hablamos de los otros bichos. Comparten presencia callejera con el resto de la sociedad y no precisan calor ni claridad para llevar a cabo sus más indignas fechorías. Ignoro si son delincuent­es de tres al cuarto y si el castigo que cumplen por su irresponsa­ble actitud es el merecido pero, a mi juicio, aislarlos por más tiempo del ciudadano juicioso resultaría beneficios­o para todos. Son aquellos que a lomos de motociclet­a, en ocasiones robada, dan el tirón del bolso a la anciana que camina hacia la tienda, quienes reciben el cariñoso abrazo de la desconocid­a de turno sin otra intención que sustraerle del cuello la cadena de su Virgen, aquellos que acceden a un piso habitado por viejitos a fin de robarles empleando como ardid adecentarl­es la casa, quien entra en el portal tras la confiada mujer mayor agrediéndo­la brutalment­e antes de salir huyendo con su bolso, el elevado número de carterista­s hurtando, hasta 400 euros como tope diario por cabeza, en el metro de Madrid o quienes roban los triciclos de un colegio infantil quedando los niños desconsola­dos. Vacuna, rechazo y desalmados o lo que es lo mismo el Bicho, bichos y los otros bichos.

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