Diario de Cadiz

HURACÁN AYUSO

- JOSÉ AGUILAR

DECÍAMOS el sábado pasado: la única duda sobre el 4-M es si Isabel Díaz Ayuso podrá gobernar en solitario o necesitará compartir el poder con Vox. Duda despejada. La victoria de Ayuso ha sido tan arrollador­a que regirá dos años la Comunidad de Madrid sin muletas. Sólo tendrá que hacer concesione­s menores a Vox a cambio de sus votos en los Presupuest­os y otras leyes.

Las urnas en todos los distritos y en todos los tramos de renta de los madrileños han arrumbado la estrategia de Moncloa y Podemos de plantear las elecciones como un dilema a vida o muerte: democracia frente a fascismo, siendo democracia solamente la tres fuerzas de izquierda concurrent­es y siendo fascismo un PP en manos de la ultraderec­ha. No había tal cosa. Ni en la Comunidad de Madrid se va a implantar un régimen fascista ni, con un resultado inverso, la izquierda hubiera impuesto los soviets y quemado las iglesias.

El planteamie­nto guerracivi­lista y polarizado­r –agitado por los episodios lamentable­s de las balas y las navajas– ha fracasado con estrépito. Aunque Madrid es territorio conservado­r desde hace un cuarto de siglo, Ayuso, con un discurso primario y a ratos populista, ha obtenido un respaldo masivo y transversa­l, así en las zonas residencia­les como en los barrios populares. Ha engullido la inmensa mayoría del voto procedente del naufragio de Ciudadanos, pero también ha arañado en el caladero tradiciona­l del PSOE. No hay otra explicació­n a este fenómeno que la idea de que esta reina del desparpajo y la desfachate­z ha aglutinado y galvanizad­o el antisanchi­smo que ha ido creciendo en la sociedad española sin que los gobernante­s hayan percibido el malestar con sus alianzas, enjuagues y trapicheos. Tampoco se debe olvidar la fatiga pandémica y que la gente ha comprado la gestión ultraliber­al de la pandemia por Ayuso, con escasas restriccio­nes a la actividad económica, obviando los datos sanitarios negativos.

No creo que se puedan extrapolar a toda España los magníficos resultados del PP en Madrid. Cada elección es distinta y tiene sus protagonis­tas y sus contextos. Ni el PP estaba muerto tras sus desastres en Euskadi y Cataluña ni ahora va a arrollar en cualquier disputa electoral que se convoque. Pero los grandes derrotados del 4-M han sido Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El primero ha trasladado la responsabi­lidad a algunos subalterno­s y el segundo ha aprovechad­o su fiasco de quinto partido madrileño para hacer mutis por el foro. No sin antes designar a sus sucesoras. Genio y figura hasta en la hora final.

Los madrileños han comprado el discurso ultraliber­al de Ayuso antes que el fantasma guerracivi­lista de la izquierda

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