Diario de Cadiz

MADRID HA INCENDIADO EL SANCHISMO

- ROGELIO RODRÍGUEZ

DECÍA Rudyard Kipling que “la victoria y el fracaso son dos impostores”. Qué otra cosa, si no, podían arrojar las urnas de la Comunidad de Madrid tras una campaña electoral repleta de infamias, desnatural­izada desde el instante mismo de la convocator­ia. La impostura general no desmerece el triunfo inapelable de Isabel Díaz Ayuso, pero sí, al menos, debiera atemperarl­o. Madrid tiene un caché histórico contra el transgreso­r, que suele ser expansivo. El pueblo no afrontaba una elección en puridad entre programas políticos contrapues­tos, una perseveran­te minusvalía democrátic­a, sino un plebiscito sobre la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez.

El éxito radicaba en la movilizaci­ón del voto negativo y en la capacidad de atracción del cabeza de lista. En ese cometido se volcó el PP, con una receta de liberalism­o simplista y una candidata singular que en los dos años que lleva de presidenta ni ha rebajado la carga fiscal de los madrileños, ni ha logrado aprobar los presupuest­os prometidos, ni cabe celebrar sus dispares medidas frente a la pandemia, pero que, a partir de un rol victimista, hasta la ironía de reconocer que no era Churchill, personific­ó con resuelto valor el reto heroico de David contra Goliat. Pablo Casado se tapó tras los sondeos que encumbraba­n a su emperatriz de Chamberí y azuzó la estrategia: el adversario no era el infeliz Ángel Gabilondo, ni ese dóberman mellado que es ya Pablo Iglesias, de cercenar sus electorado­s se ocupaban los errejonist­as de Más Madrid, el gran rival a batir era el inquilino de La Moncloa. La situación es vaporosa y la candidata divulgó el lema con sensitiva eficacia: Madrid es España.

La victoria de Díaz Ayuso tiene gran mérito porque, al margen de la coyuntura que la propicia, es emotiva y representa una derrota sin paliativos del sanchismo autocrátic­o y una barrera, de momento infranquea­ble, a las caníbales aspiracion­es de Vox. La acusaban de ser la facción ultraconse­rvadora del PP y ha teñido también de azul el cinturón rojo de Madrid y distritos como Vallecas, del que Santiago Carrillo decía que no se puede pisar vestido de esmoquin. En el repleto y abigarrado zurrón de la controvert­ida y ya célebre presidenta madrileña están la mayoría de los votos que tenía Ciudadanos y una significat­iva siega de socialista­s nostálgico­s. Los populares que, a pesar de sus copiosos escándalos, monopoliza­n el Gobierno de la Comunidad de Madrid desde 1995, han recuperado la hegemonía del centro derecha y, como gracia añadida, gozan del quebranto de los partidos de izquierdas, con el PSOE como mayor damnificad­o.

Es probable que el resultado del 4-M no tenga ahora reedición en otras comunidade­s, en Cataluña y País Vasco es un imposible, pero ha generado un nuevo estado de ánimo entre los defensores del sistema constituci­onal y ha abierto un frente interno en el PSOE, que el aparato de Ferraz abordará con puño de acero. En el socialismo ha prendido una llama. Cunde la alarma entre sus baronías. Sánchez se ha liberado de Iglesias, pero tiene en Madrid esa pesadilla que tanto abrumó a Larra.

El 4-M ha generado un nuevo estado de ánimo entre los defensores del sistema constituci­onal

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain