Diario de Cadiz

¡Bruguerama!

● Atención, el consumo de este cómic, opera prima de Paco Sordo, puede provocar irrefrenab­les ataques de risa y súbitas crisis de nostalgia ‘tebeil’

- JOSÉ LUIS VIDAL

IMAGINO que a estas alturas, todo buen aficionado a esto de las viñetas conocéis el nombre de Miguel Gorriaga, ¿no?

Él fue uno de los grandes artistas nacidos de la Escuela Bruguera, heredero directo de otro maestro, Vázquez, del que tomó lo mejor de su trazo. Aunque el entintado no era su fuerte, se le perdona por lo arriesgado de su propuesta en una época, y un entorno editorial, en el que era bastante complicado publicar unas páginas protagoniz­adas por un personaje como Torcuato Turulato, donde el surrealism­o y la locura más extremos impregnaba­n todas y cada una de sus viñetas.

Qué inmensa pena que la brillante trayectori­a de este hombre tímido, según cuentan los que le conocieron, terminara de una manera trágica. Pero, por desgracia, hay personas cuyo destino está indeleblem­ente marcado por la fatalidad…

Pudiendo vivir una vida totalmente acomodada, gracias al dinero de sus progenitor­es, Gorriaga luchó de forma harto obsesiva por dedicarse a su sueño, ser dibujante de tebeos. Y esa fue su perdición…

Pues bien, han pasado los años, y la historia de este genio estaba prácticame­nte olvidada, por lo que un fan y lector que echó los dientes mientras leía los tebeos de Bruguera ha decidido sacar a la luz todos los secretos, las luces y sombras sobre Gorriaga.

Su nombre es Paco Sordo, autor cuyo nombre se relaciona con la animación, campo en el que trabajó durante una primera época de su carrera artística. Pero a todos aquellos que nos gusta el humor del bueno, nos hemos descojonad­o a mandíbula batiente con sus chistes tanto en El

Jueves, donde firmó la serie semanal ‘Internet: Modo de uso’ como, posteriorm­ente, en su etapa dentro de la revista digital Orgullo & Satisfacci­ón.

Dueño de un humor muy personal, tras abandonar esta publicació­n, lleva años ilustrando con talento infinidad de libros infantiles y juveniles publicados en el mercado internacio­nal.

Pero hete aquí que, el inquieto Paco tenía una deuda personal, espinita clavada o anhelo (elíjase el que se prefiera). Quería hacer un cómic.

Y tras mucho pensar, y darle vueltas, y algún que otro quebradero de cabeza, se puso manos a la obra, con el objetivo de presentarl­o a un concurso con un suculento premio.

Pero claro, esto de los concursos es un universo ignoto, en el que es bastante probable que te lleves una decepción en vez del ansiado galardón.

Es por ello que se dirigió, carpeta en mano, para presentárs­elo a Ricardo Esteban, un editor de fino olfato que, tras parpadear un par de veces, no se lo pensó y le dio una gran alegría a Paco. ¡Iba a publicarlo en su editorial Nuevo Nueve!

Y ya lo tenéis, voraces lectores, en vuestra librería. Así que acudid prestos si queréis pasar uno de los mejores y divertidos ratos que uno puede disfrutar con un cómic entre las manos.

Y es que Miguel Gorriaga no existió en realidad. Paco Sordo ha creado a este personaje para introducir­nos en una época, los años cincuenta, en los que la capital catalana era el centro neurálgico del tebeo en España, y Bruguera sostenía con orgullo ese estandarte.

Pues bien, este apocado personaje que, como ya veremos más tarde, tampoco está muy bien de la azotea, lo intenta una y otra vez, pero las negativas del editor jefe de la editorial, Rafael González, siempre son iguales. Gorriaga carece del talento exigido para publicar en Pulgarcito.

Y es justo cuando González le da un consejo que será la génesis de esta tragedia narrada en viñetas. ¿Por qué no se fija en los grandes nombres de la editorial y copia, por ejemplo, a Vázquez?

Una cosa lleva a la otra, y espoleado por la ominosa (y descacharr­ante) presencia del Pato Gitano, personaje de su creación y demoniaco ser que le empuja hacia el abismo, hará lo innombrabl­e, cometerá un crimen que, curiosamen­te, conseguirá que su nombre se haga famoso y se convierta en el dibujante más conocido de la editorial Bruguera. Obviamente, todo lo narrado anteriorme­nte es ficticio, proviene de la talentosa mente de su autor, Paco Sordo, que ya desde la portada de este comic, con ese formato que recuerda al de las añejas Joyas Literarias Juveniles con las que muchos de nosotros, los que ya peinamos canas, comenzamos a conocer la literatura internacio­nal a través de las viñetas, deja claras sus intencione­s y su amor por una brillante época en la historieta patria. El color del cómic, la distribuci­ón de las viñetas, incluso la repetición de éstas, marca de la casa Vázquez, hacen que este sea un increíble viaje a esos años en los que en todas las casas de los españolito­s había uno, o varios, tebeos de Bruguera. Y como complement­o a lo narrado en viñetas, los testimonio­s de una serie de autores, editores y divulgador­es del medio, donde seguro que, ejem, vais a encontrar algún rostro conocido.

Considero a este El Pacto como uno de los grandes tebeos de este año, una brillante ópera prima de una autor que aún tiene mucho y bueno que contar, y que por ciento, desde hace varias semanas viene compartien­do en sus redes sociales un diario, el camino que le llevó a realizar esta obra que bueno, solo puedo calificar como complement­o único y genial.

¡Estamos de suerte, ya que próximo día 14 de mayo, en la Biblioteca Provincial de Cádiz, pasaremos un rato con Paco Sordo en la presentaci­ón de este cómic!

Así que tan solo me queda por gritar a los cuatro vientos: ¡¡Rechufla y regodeo, vaya pedazo de tebeo!!

Dueño de un humor muy personal, Paco Sordo lleva años ilustrando con talento

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