Los ‘indignados’ del 15-M, diez años después
Para Juan, este movimiento social no era “un sujeto político sino un acontecimiento” que tras cuatro años de crisis económica quería “imaginar otras formas de hacer política” y, por ello, lamenta que los partidos que se nutrieron del movimiento “casi nacieran ya viejos”.
Aunque no culpa a Unidas Podemos ni a otras agrupaciones, sino a los propios participantes que “no canalizaron su imaginación” en crear otras alternativas políticas.
Juan cree que habrá un movimiento social similar al 15-M que haya aprendido del “asalto institucional” de hace diez años y con el que la ciudadanía volverá “a solicitar respuestas y reformular preguntas”.
Para Enrique, de 31 años, el 15M fue un evento “tan genuino y con tanta mezcla de emociones” que será recordado de formas muy diferentes por aquellos que participaron en él como por la propia sociedad, pero considera que la idea central y el objetivo de ese movimiento sí se mantiene y es que “la democracia es mucho más que votar cada cuatro años”.
Él no fue de los primeros indignados en la Puerta del Sol porque en ese momento residía en Florencia, desde donde colaboró junto a otros “expatriados” para organizar marchas por la democracia en toda Europa.
“En cuanto pude vine a Madrid y mi recuerdo es un gran diálogo en una plaza llena de gente que quería hablar de política”, comenta.
En su opinión, el 15-M fue un evento “definitorio” para su generación, sobre todo para los que se involucraron directamente.
Le consta que amistades forjadas en el 15-M han desarrollado miedo. Recuperando nuestro futuro. Esto es sólo el principio”.
“Es una pena pero diez años después estas reclamaciones siguen estando encima de la mesa porque los jóvenes seguimos en la precariedad”, lamenta Silvia.
Se emociona al recordar los días de la acampada que vivió con “la ilusión de estar haciendo algo muy importante por una generación” incluso llegó a realizar sus trabajos universitarios en Ciencias Políticas tras noches durmiendo al raso, pero asume que con el tiempo “se ha demostrado que el engranaje del sistema es muy difícil de cambiar y los ciudadanos son solo hormiguitas que pueden cambiar lo que tienen cerca”.
“Los movimientos organizativos no son pura improvisación. Yo sigo en mi barrio en diferentes asociaciones y estoy intentado cambiar mi realidad con las ideas que adquirí del 15-M”, cuenta.
Para Olivia, el 15-M logró trasladar al debate público una “indignación oculta” sobre temas que apenas se abordaban hasta entonces, pero lamenta que estos “eslóganes claros” no se transformaran en consensos políticos y las “élites” sigan “sin apostar por la justicia social”.
“El 15-M fue un momento para poner temas sobre la mesa y abordar diferentes problemas que sacudían la sociedad. Eso fue el 15-M y luego derivó en asociaciones o en partidos políticos pero en la acampada de Sol lo revelador fue el diálogo, no la acción”, agrega Marta.