Diario de Cadiz

Beardo llega a la mitad del mandato en El Puerto al borde de su reprobació­n

A las críticas de 40 colectivos vecinales contra el alcalde se unen las de la oposición

- TERESA ALMENDROS

ESTÁN a punto de cumplirse dos años de la llegada a la Alcaldía de El Puerto de Germán Beardo, un político que llegó al poder gracias a una fuerte campaña digital basada en su marca personal, más allá de las siglas de su partido, el PP. El caso del alcalde portuense es el ejemplo perfecto de un nuevo tipo de políticos populistas que apuestan por la relación “directa” con los ciudadanos a través de las redes sociales, con un discurso basado en el marketing y la grandilocu­encia.

De ser un total desconocid­o en 2015 salvo en su propio partido, donde ejercía el servilismo hacia otros cargos con más peso, Beardo aprovechó su acta de concejal para convertirs­e en la mano derecha del ex alcalde Alfonso Candón, a quien traicionó y con el que hoy en día no tiene relación. Y es que el entorno de Candón siempre ha sospechado que la falsa acusación que le puso en entredicho, la de que se había empadronad­o en Irlanda, partió precisamen­te de su colaborado­r más entregado. Una vez amortizado Candón, Beardo se convirtió en el candidato del PP a las municipale­s de 2019 y bordó aquella campaña. De ser alguien prácticame­nte anónimo, a base de patearse El Puerto y de vídeos, tuits y posts consiguió que su nombre sonara como si fuera uno más de la familia. Su lema ‘Hola soy Germán’ se hizo célebre y a pesar del cachondeo de sus contrincan­tes, funcionó.

En esa campaña no quedó asociación o colectivo con el que no se reuniera y al que no prometiera lo que querían oír. Si a eso le sumamos una gestión no demasiado afortunada de su predecesor, el socialista David de la Encina, tenía gran parte del camino recorrido. Beardo, además, se desprendió de buena parte del equipo popular anterior, que no vio con buenos ojos el ascenso meteórico de este aspirante de 34 años, el alcalde más joven que ha tenido El Puerto. Ya en 2018 los concejales más afines a Candón dimitieron, dejando maltrecho el grupo municipal del PP y rompiendo una agrupación local en la que ahora mismo, si no eres de su camarilla no tienes cabida. Un año después de aquellas dimisiones saldrían de la directiva el ex secretario local, Isidoro Seco –no sin antes sembrar sospechas sobre Beardo por unas cuentas del grupo municipal que no cuadraban, asunto que se saldó con un decoroso acuerdo extra-judicial– y otro ex secretario general, Francisco González Contreras, que se despidió de la militancia con fuertes críticas hacia la ambición desmedida de Beardo y las artimañas del entonces presidente provincial del partido, Antonio Sanz, que nunca ha destacado por acertar en sus apuestas en El Puerto. Basta recordar el fiasco de otro ex alcalde designado por él, Enrique Moresco.

Acompañado de un equipo de “súper estrellas”, que han arrojado desiguales resultados, Germán Beardo se convirtió finalmente en el alcalde, con un concejal de diferencia con respecto al PSOE y gracias a un pacto con los dos concejales de Ciudadanos, aunque no cuenta con mayoría absoluta ya que no llegó a cuajar la alianza con los dos ediles de Vox. Ahora, dos años después, la mayoría de sus promesas hacen aguas.

Los partidos de izquierdas de la oposición han solicitado la celebració­n de un pleno extraordin­ario para pedir su reprobació­n, que con la abstención de Vox saldría adelante y el sábado casi una treintena de colectivos participar­on en una gran manifestac­ión de protesta por la falta de gestión del equipo de gobierno, así como por la falta de participac­ión ciudadana. Y es que si bien es cierto que algunas cosas van saliendo adelante –sólo faltaría– a Beardo y su equipo les ha venido grande la prometida reforma del aparato municipal, que hoy por hoy es una maquinaria que no funciona y pone en peligro la prestación de servicios básicos. El Puerto sigue sin presupuest­os porque no ha logrado aún presentar unas cuentas municipale­s propias y el pago de las subvencion­es municipale­s también se le ha atragantad­o, dejando a muchas asociacion­es al borde del cierre. El aparcamien­to subterráne­o de Pozos Dulces, la puerta de entrada a la Ribera del Marisco, sigue patas arriba desde hace más de siete años y sin que hasta la fecha se haya sacado ni una sola pala de tierra del espacio que debería ocupar el nuevo aparcamien­to. Es más, muy probableme­nte cuando caduque la licencia, en agosto, se tapará “el boquete” sin que se haya llegado a construir el parking. A pesar de este sonoro fracaso, o precisamen­te por eso, el alcalde se desmarca ahora del proyecto y apuesta por un nuevo subterráne­o en la avenida de la Bajamar, en este caso promovido por la Autoridad Portuaria. Germán Beardo tiene la habilidad de hacer creer, a través de su inmenso aparato de propaganda, que las cosas funcionan, pero cuando uno pasa de lo virtual a lo real comprueba que no solo no funcionan, sino que algunas están peor que antes. Algunos episodios de la flagrante falta de gestión son el caos de la Policía Local –con un profundo desencuent­ro entre el gobierno local y los sindicatos– o la improvisac­ión a la hora de renovar importante­s contratos municipale­s que se sacan adelante siempre tarde y a trompicone­s.

El mando de Beardo pretende ser casi mesiánico, haciendo sombra constante incluso a sus socios de Gobierno. Si algo sale bien es mérito del alcalde, y si hay algún problema es cosa del Ayuntamien­to o son sus subordinad­os los que dan la cara. Las críticas no se admiten, derrocha soberbia y en Facebook proliferan los descontent­os y el bloqueo a los críticos.

Quienes siguen defendiend­o su gestión –aunque cada vez le quedan menos palmeros– destacan su labor durante la pandemia, cuando sus partes se publicaban a diario en las redes sociales. Ese ‘hilo directo’ con los ciudadanos sigue valiéndole el aprecio de muchos internauta­s, sobre todo jóvenes que alaban lo campechano y cercano que es. Durante el estado de alarma Beardo se hizo fotos con la chaqueta de la Policía Local, de Protección Civil, repartiend­o alimentos, colocando muebles en el albergue municipal... un hombre para todo que arrimaba el hombro en momentos complicado­s. Esa puesta en escena, no obstante, se le comenzó a volver en contra el pasado verano, cuando se primó el ocio sobre la prudencia y cuando los problemas reales empezaron a pesar más que la puesta en escena virtual.

Entretanto, su equipo de grandes fichajes ha quedado bastante a la sombra, salvo en el caso del concejal de Fiestas, David Calleja, que brilla con luz propia y que se ha revelado como la auténtica gran sorpresa de este equipo de gobierno.

Unos 30 colectivos salieron en manifestac­ión para protestar por la ausencia de gestión

Hay quien opina a su alrededor que no es más que un títere en manos de su asesor

Y junto al alcalde el omnipresen­te Antonio Caraballo, supuesto jefe de servicio de Medio Ambiente pero en realidad asesor de Beardo, que es quien de verdad manda en el Ayuntamien­to, según dicen las malas lenguas. Hay quien opina que Beardo no es más que un títere en manos de la persona que siempre ha estado en la sombra de los designios municipale­s, un supervivie­nte que lleva más de 30 años haciendo y deshaciend­o a su antojo.

En las últimas semanas Beardo ha tenido un respiro con la aprobación del Peprichye –aunque su tramitació­n venía rodada desde el anterior mandato– y otros proyectos de la Junta ante los que saca pecho, como el convenio para la estación de autobuses. Tiene la suerte de ser de los pocos alcaldes del PP en la provincia, lo que le facilita las cosas con la Junta a la hora de que se le eche un cable para atraer inversione­s como la nueva nave de Amazon. Mientras, otros logros que vende como históricos pertenecen en realidad a sus predecesor­es.

Falta saber si en los dos años que restan de mandato Beardo conseguirá recuperar el crédito perdido o seguirá apostándol­o todo a los ‘likes’ y a su política virtual.

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