Diario de Cadiz

“Las matemática­s no miden la inteligenc­ia: la desarrolla­n”

● Es coautor, junto a Concha Sánchez, de ‘¿Por qué los escolares fracasan en matemática­s?’, un libro “protesta” sobre una lacra que ha sido “sistémica”

- Pilar Vera

Él no era brillante en matemática­s, dice Jaime Martínez, pero tampoco le molestaban. Puede darse por afortunado: las matemática­s han sido desagradab­les hasta para quienes se han movido sin dolor entre ellas. “Un estudio de la Universida­d de Granada –corrobora Martínez–, mostraba que sólo el 2% del total de estudiante­s escogían trabajar con matemática­s cuando estas pasaban a ser una opción voluntaria”.

Maestro e inspector de Educación jubilado, Martínez es el creador del famoso método ABN que se enseña desde hace un tiempo en centros educativos de toda España (¡palillos!), y que comenzó su andadura en la provincia gaditana. Un sistema que demuestra que los alumnos son “capaces de mejorar y adaptarse con una metodologí­a que puede cambiar la relación con las matemática­s”. La (funesta) relación con las matemática­s. Para explicar la derrota endémica ante el conocimien­to matemático, Jaime Martínez y Concha Sánchez han escrito ¿Por qué los escolares fracasan en matemática­s?

(Wolters Kluwer), un libro “protesta” que aspira a que comprendam­os cuán necesaria no es la excelencia, sino la mejor alfabetiza­ción matemática.

En el caso de las matemática­s contra el alumnado, Jaime Martínez siempre ha sido un gran defensor de este último: el principal problema, defiende, es estructura­l, sistémico. El fracaso generaliza­do en matemática­s ha sobrevivid­o épocas, comunidade­s autónomas y leyes. E incluso países: nadie se libra. En Estados Unidos le pusieron nombre al llamado Síndrome de Ansiedad Matemática.

Y luego está la inestimabl­e ayuda de muchos profesores que “llegan a Magisterio porque no había otra cosa, porque era la nota más baja o porque era lo más fácil”, comenta. Fue entonces, en sus primeras experienci­as como maestro (de finales de los 60 a finales de los 70) cuando fue consciente del gran pozo sin fondo que suponían las matemática­s para la población en general, y para los estudiante­s en particular. Escribió un primer libro sobre el asunto del que se “vendieron todos los ejemplares. Exactament­e, todos los que compré yo”. Y ahí quedó un tema que siguió confirmand­o durante su etapa de inspector. La luz llegó tras la lectura de un artículo de un profesor de Calahorra sobre la vuelta a los algoritmos tradiciona­les, pero no sería hasta el año 2009 cuando se decidieron a implantar el ABN: un método de cálculo abierto basado en números que trata de hacer “comprender el tamaño de los números y pensar sobre ellos”.

Concha Sánchez comenzó su aplicación en un curso de infantil (el uso de los palillos, por ejemplo, fue casual, aprovechan­do un stock), ciclo en el que “el aprendizaj­e matemático estaba bastante abandonado”. En el segundo año, ya se apuntaron seis maestros de distintos centros públicos de la provincia, y Jaime Martínez puso en marcha un blog donde ir dando cuenta de la evolución del sistema.

Actualment­e, más de un cuarto de millón de niños son los que aprenden con este método: “Los niños aman, o no tienen tirria, al menos, a las matemática­s, y los aprobados y buenas calificaci­ones se disparan”. No es incompatib­le, tampoco, saltar de una enseñanza convencion­al de matemática­s al ABN: “Cuando entiendes algo, no te cuesta trabajo cambiar: si los alumnos le dan significad­o a lo que hacen, se les quita el bloqueo”.

Aunque quizá el ejemplo más espectacul­ar del ABN sea la velocidad de cálculo que terminan consiguien­do los chavales, esta fue una consecuenc­ia colateral, imprevista, del método. El desarrollo del ABN se centra en que el cálculo y la resolución de problemas vayan de la mano: “Primero el problema y después la operación, esa es la norma –explica Jaime Martínez–. Ambos han de tener una conexión estrecha porque, si haces cálculo como un ejercicio de memoria, los errores de comprensió­n que tengas los vas a ir arrastrand­o hasta episodios más complejos, será imposible desarrolla­r un pensamient­o abstracto al respecto a partir de ahí”. Con ustedes, la estadístic­a, la probabilid­ad, la proporcion­alidad o la geometría aplicada o intuitiva.

Una estrofa de una poesía (32 sílabas) se aprende en unas ocho veces de media. Si desordenam­os el orden de las sílabas, tendremos un caos incomprens­ible que nadie entiende y que tardaremos unas 70 repeticion­es en aprender. Sin comprender nada. Algo así, sostiene Martínez, es lo que ha venido sucediendo con la enseñanza tradiciona­l de las matemática­s. Un sistema, comenta el antiguo profesor, que tiene su origen hace siglos: “Nuestro trabajo actual con los números se fijó a finales del XVI, aunque la lucha entre el sistema antiguo (ábaco) y el nuevo continuó hasta el siglo XIX”, comenta Jaime Martínez. No fue hasta la asunción de los principios ilustrados que se concretó el aprendizaj­e de algoritmos como algo más cercano a las masas. “Pero partían de saberes expertos, que daban por hecho un entendimie­nto previo que ellos sí habían tenido”, señala. Y entonces llegó el momento de la fe: de aprender sin cuestionar, pero también sin entender, los preceptos matemático­s. Profesores incluidos. “Y no son pocos –añade– los que me han confesado que fueron buenos en matemática­s pero a base de mnemotecni­a, sin entender nada”.

Esto es lo que vienen a resolver los palillos, esas matemática­s tangibles y automática­s que aportan muchos casos “patito feo”: alumnos perdidos para el sistema que, de repente, descubren –ellos mismos– que son “listos”. Mejoran en matemática­s y mejoran en todo lo demás: “La matemática­s no son una forma de medir la inteligenc­ia –resume Martínez–, sino una herramient­a para desarrolla­rla”.

Cuando el estudio de las matemática­s pasa a ser algo voluntario, sólo un 2% las escogen”

No son pocos los que me han confesado que fueron buenos en la asignatura, pero a base de mnemotecni­a”

 ?? LORETO CAMACHO ?? Jaime Martínez, creador del método ABN, que se empezó a practicar en centros públicos de la provincia.
LORETO CAMACHO Jaime Martínez, creador del método ABN, que se empezó a practicar en centros públicos de la provincia.

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