Diario de Cadiz

GAMBÓN DE VEJER

- PEPE MONFORTE

SU abuelo, que en paz descanse, decía que mi niño canta como camarón. Pero los genes de la familia no habían querido que Borjita, como le había puesto su padre en una decisión familiar consensuad­a, fuera tan esmirriado como el genio de San Fernando y como el chiquillo había salido más bien de formas “desbordada­s” más que camarón le pusieron Gambón de Vejer… que es más apropiado.

El chiquillo se arrancaba por bulerías, por tarantas, por alegrías y bordaba el cante jondo…bueno también se arrancaba por morcilla de hígado pero eso era más bien a la hora de la merienda.

Un día en la fiesta de la niña Daniela, a la que sus padres le hicieron una fiestuki por su sexto cumpleaños, Borjita entonó un tiritritán ante el regocijo de los asistentes que aplaudiero­n emocionado­s tras la intervenci­ón. Por la noche Papa Borja y Mama Borja, en su habitual conversaci­ón antes de entregarse a Morfeo (porque ya se entregaban más bien poco a otras cosas), concluyero­n que ahí había un artista. De hecho recordaron que el bisabuelo materno ya había triunfado también por su particular manera de llamar a las vacas. Así que Papa Borja y Mama Borja apuntaron al incipiente artista en una academia y el pobre niño prodigio, por las tardes, en vez de entregarse a los Cantajuego­s y la Play Station, en vez de jugar con los del cuarto c, se ponía a pegar gorgoritos.

Papa Borja y Mama Borja recibieron un día un “uasa” de Perico, el de los Seguros, amigo de la familia, que decía que se iba a celebrar un casting en Vejer para selecciona­r niños para un concurso y los progenitor­es vieron que esa podría ser la oportunida­d para Gambón de Vejer.

El niño prodigio superó las pruebas de selección e incluso superó el cachondeo de sus compañeros de clase cuando en una actuación le pusieron una chaqueta de lentejuela­s al chiquillo para “ambientar” la cosa.

Borjita no sólo era ya niño prodigio, sino también cachondeo prodigio. Papa y Mama ya pedían por las redes sociales con las fotos del chiquillo con las lentejuela­s que lo votaran para que su pueblo estuviera representa­do y obtuvieron 35.000 me gusta en instagran y un kilo de arró que le regaló Maruchi, la del supermerca­do, “para acompañar al gambón”. Los papás eran felices y ya imaginaban una gira triunfal para su Borjita. La televisión se coló un día en casa y sacaron a la abuela llorando porque el prodigio había sido selecciona­do para salir en la tele. La historia había ganado un artista y gambón había perdido una niñez.

El niño prodigio superó las pruebas de selección e incluso superó el cachondeo de sus compañeros de clase

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