Diario de Cadiz

¡Viva Franco!

● Místico, críptico y bromista de sí mismo, fue un burlón y un artista inacotable

- Javier González-Cotta

Creo que fue Novalis quien dijo que la poesía era la ausencia de respuesta. La obra del siciliano Franco Battiato viene a ser una summa polifónica –diríamos que macedónica– dentro de la reciente música europea. No se puede explicar porque carece de explicació­n fiable. Su música es también la ausencia de respuesta.

Al autor le disgustaba dar respuestas precisas sobre el porqué de sus discos. Incluso deslizó la posibilida­d de que alguna que otra idea creativa pudiera basarse en una broma. La voce del Padrone apareció en 1981, hace 40 años, y fue la tercera pata del trípode compuesto por Patriots (1980) y La era del jabalí blanco (1979). Italia vivía sus años de plomo. En esta tesitura La voce del Padrone vendió un millón de copias. Battiato admitió que su electrónic­a y el salpicón intelectua­l podían ser parte de una burla privada.

Mucho antes de que se pusiera ahora de moda, Battiato experiment­ó el poliamor. Transitó por la canción melódica y festivaler­a, giró al pop experiment­al y al rock progresivo, aliñando sus creaciones y hits con el folclore tribal, las letras mántricas y los coros operístico­s. Participó en varios festivales de San Remo e hizo dupla con Alice en el Festival de Eurovisión de 1984 con Los trenes de Tozeur .Adiferenci­a del presidente Erdogan, que no envía a representa­ntes turcos porque dice que no se sabe si quienes cantan son hombres o mujeres, a Battiato sí que le gustó su experienci­a. Dijo que Eurovisión era “un observator­io ideal para entender el folclore de nuestro tiempo. Allí, como con la cultura, tutto è permesso”. Es el mismo Battiato, mixto y duplicado, que en 2014 firmará la joya de culto Joe Patti’s Experiment­al Group.

En 1985 fundará su propia editorial, L’Ottava. Publicó varios textos del místico armenio Gurdjieff, impulsor de la teoría del Cuarto Camino (uno cambia en todo, hasta de signo zodiacal: Battiato dejó de ser Aries). Hacía ya unos años que el músico andaba decidiendo cómo morir. Una forma podía ser al modo tibetano. Cuando uno muere la tierra se disuelve en el agua, el agua en el fuego, el fuego en el aire, el aire en el espacio. Sólo en el espacio llega la conscienci­a, nuestra conscienci­a. Battiato exploró también los místicos hindúes, los sufíes y los cabalistas hebreos, sin olvido de la mística española (Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz). Estuvo muy influido por el monje benedictin­o y místico occidental Jäger Willigis, autor de La esencia de la vida. De igual modo, el filósofo y escritor Manlio Sgalambro escribió muchas letras para sus canciones y libretos de ópera.

En efecto, aparte de pintor, director de películas (Perduto amor), actor ocasional y protagonis­ta de él mismo (el documental Temporary Road. Vita di Franco Battiato, de Giuseppe Pollicelli y Marino Tani), el renacentis­ta siciliano estrenó en 1987 la ópera Génesis con textos en arabo-persa, sánscrito y griego antiguo. Narra la historia de cuatro arcángeles que son enviados a la tierra para evitar un nuevo diluvio universal. Las andróginas criaturas llegan a la conclusión de que la Humanidad aún tiene salvación gracias a las personas que aún mantienen contacto con la verdad. Por un lado, unos monjes ortodoxos inspirados en los custodios del Monte Athos, y, por otro, una hermandad de bailarines sagrados, trasunto de una cofradía de derviches. Curiosamen­te, para Battiato el artista verdadero consiste en ser un puente entre la tierra y el cielo, igual que los derviches giróvagos, que levantan una mano hacia el jardín celeste y bajan la otra hacia la tierra grávida como transmisor­es del Supremo Hacedor.

Más tarde, en 1992, lanzará su segunda ópera, basada en el poema épico Gilgamesh. El término panta rhei de Heráclito cruzará su disco La emboscada, inspirado en la teoría del río cambiante del filósofo de Éfeso: “En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos” (Platón lo traducirá como “un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río”).

Battiato, inacotable siempre, creía firmemente en la reencarnac­ión. Decía que era de idiotas pensar que procedemos del mono. Con los próceres católicos le gustaba polemizar y hablar de la reencarnac­ión que recoge, según él, el Evangelio de San Mateo. Ecléctico, legendario, críptico y bromista de sí mismo. Vean si no, entre otros, su videoclip Yo quiero verte danzar. Parece que nos tomara el pelo. Glorioso burlón al que lloramos hondamente.

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