Diario de Cadiz

La terna, de vacío tras la última de la feria de San Isidro alternativ­a

● Los diestros Juan del Álamo, Román y José Garrido desaprovec­han unos ‘adolfos’ que tuvieron más de lo que parecieron

- Javier López / MADRID

Los diestros Juan del Álamo, Román y José Garrido se fueron de vacío en el último festejo de la alternativ­a Feria de San Isidro de Vistalegre tras no saber sacar partido de una corrida de Adolfo Martín que ofreció más posibilida­des de lo que parecieron en manos de los tres matadores.

Porque de los seis cinqueños que asomaron por los chiqueros del coso madrileño, al menos cinco fueron lo que se dice “toreables”, especialme­nte los tres últimos, pero la falta de recursos técnicos y de la precisión que requiere este tipo de encaste por parte de los tres espadas hizo que se fueran al desollader­o con las orejas puestas.

A Juan del Álamo se le vio demasiado desconfiad­o con su primero, en una faena a la que le faltó ritmo y orden, y en la que el salmantino, abusó del “pantallón” de la muleta, algo que, sumado a su imprecisa colocación, hizo que muchas veces el toro tendiera a meterse por esos ventanales que dejaba entre su cuerpo y la franela.

Y es que era un toro para apostar, para ponerse en el sitio y echarle los vuelos con suavidad al hocico para así mitigar esas supuestas cosas feas que hizo durante su lidia, que si salieron a relucir fue por esos desajustes técnicos.

Cuando el cuarto ocurrió algo parecido, con la diferencia de que éste, bravo y con un pitón derecho cumbre, se equivocó también al intentar contentar a la gente poniéndolo una segunda vez en el caballo de largo. Debió ser más egoísta con él mismo y con el propio toro, que se llevó capotazos de más, incluidos los tres de Román en un amago de quite que no fue a ningún lado.

Pudo ser toro de lío y no lo fue porque a la faena le volvió a faltar pulso y ritmo, y le sobraron también demasiadas precaucion­es.

Román siguió también en ese mismo aire, con la diferencia de que esa sinceridad desordenad­a que mostró en la base de su toreo. Es decir: el valenciano se muestra tal y como es, sin trampas ni mentiras, y eso, al final, llega a la gente.

Otra cosa es que esa entrega desbordada sin la técnica necesaria para resolver con este tipo de toros hizo que las faenas no f luyeran por mucho que se mostrara firme con un segundo toro que se desplazó con buen cuando se le hicieron bien las cosas y con un quinto con calidad en sus embestidas.

En éste, al menos, acabó cogiéndole el aire de mitad de faena en adelante, y así le robó alguno bueno, de uno en uno, dentro de un conjunto un tanto intermiten­te.

Y Garrido, que se “tapó” con el peor de los seis, el tercero, a base de seguridad y oficio, en cambio, le hizo las cosas totalmente al revés al buen sexto, al que, en vez de ayudar en línea recta y por abajo para afianzarlo (lo normal en este tipo de toros) lo quiso hacer todo por arriba y en redondo, enseñándol­e de antemano lo que suelen hacer “los albaserrad­as” cuando no eres generoso con ellos.

 ?? EFE ?? Román, sorteando una colada en la tarde de ayer en la plaza de Vistalegre.
EFE Román, sorteando una colada en la tarde de ayer en la plaza de Vistalegre.

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