Diario de Cadiz

Esmeralda Torres, nieta de Rancapino, prepara su debut discográfi­co con ‘Llegará el amor’

● Nieta de Alonso Núñez, ‘Rancapino’, la joven prepara su debut discográfi­co con ‘Llegará el amor’, un tema compuesto por su padre, Ramón Torres

- Tamara García CÁDIZ

El pelo y el eco delatan su cuna. Esta niña es Rancapino por los cuatro costados; y ella, Esmeralda Torres Núñez, lo asume “con responsabi­lidad y mucho orgullo”, certifica. De hecho, en su compromiso con su saga hay más lo segundo que de lo primero, y no por inconscien­cia de la joven artista de 14 años, sino porque el peso del sobrenombr­e no le afecta en el escenario ya que, confiesa, “cuando canto mi cabeza se funde a negro”.

Entregada a la llamada del arte con el lanzamient­o de su primer single, Llegará el amor, Esmeralda Rancapino, nieta del patriarca vivo de los soníos oscuros, hija de su hija Ana Núñez y del músico Ramón Torres, se define como “una niña peculiar” que ya desde pequeña “metía las canciones de Disney por bulerías”, que le encanta “ver películas de acción” con su padre, “y si son de Michael B. Jordan, pues mejor”, ríe.

Una chica “muy casera”, cuya vida ha transcurri­do “entre El Puerto (donde nació) y Chiclana (donde está “casi siempre”)” y que adora “el flamenco sobre todas las cosas”. Una artista que debutó hace dos años en el Teatro Flamenco Madrid de la mano de su abuelo, que un año después presentó espectácul­o propio en el Festival Suma Flamenca de la capital y que este año, ha decidido relanzar su carrera con este Llegará el amor, el primer single del que, esperamos, será su disco debut. “Ojalá, pero yo me conformo con ir poco a poco, día a día”, asegura.

Y es que Esmeralda Rancapino es una joven prudente, humilde, que se esfuerza por mostrar tanto lo firme que están sus pies en el suelo como sus ganas de volar en el cante. “A mí lo que me gusta es aprender. Yo le digo a mi abuelo, cántame por malagueñas, las del Mellizo, que es que me encantan y me las quiero aprender bien”, confiesa.

Su abuelo, Alonso Núñez, ese mismo que le cede la silla de enea al comienzo del videoclip de Llegará el amor, el momento “preferido” de Esmeralda de la pieza audiovisua­l rodada en Sancti Petri con la que se promociona esta canción que navega entre la balada y la rumba, ya que la joven se declara como una artista, como un flamenca y una gitana, de su tiempo (se le puede seguir en Instagram y Facebook, además de en su página web esmeraldar­ancapino.com).

“A mí me gusta también otro tipo de música pero sí te reconozco que siempre he escuchado música que a lo mejor no iba tanto con mi edad. Siempre me ha gustado Jero, de Los Chichos, pero también Caracol y La Perla. Realmente, lo que más escucho es flamenco pero porque es lo que más me mueve”, reconoce la joven que le gusta “todo lo que se hace con el corazón” porque “es también como hago yo mi cante, desde dentro, desde la emoción y la entrega”.

Porque Esmeralda toma los palos “como los estados de ánimo”. “Siempre hay uno que es el que necesitas para expresarte en cada momento, estés más contenta, más triste, más nerviosa o más ilusionada”, argumenta aunque sienta una debilidad especial “por la soleá” porque “es un cante donde te metes hacia dentro, porque es muy contenido pero después explota”. “Es un cante difícil y hay que hacerlo con mucha verdad”, apuesta la cantaora que habla de los estilos con rigor, con respeto, casi con reverencia.

De ellos, de los cantes ha aprendido mucho en este periodo de confinamie­nto, donde lo que más hizo fue “escuchar mucho y preparar lo que yo quería hacer”. “Pero sobre todo –explica– en este año que ha pasado lo que más he aprendido es que si quieres algo tienes que hacerlo, siempre con respeto, con mucha humildad pero yendo a por ello porque el tiempo se va y uno nunca sabe lo que va a pasar”.

Esta ref lexión, también tan impropia para su juventud, se sustenta en dos pilares. El primero, “el mejor consejo” que le dio su abuelo Rancapino (“tú tranquilit­a, despacito con buen pie, pero no dejes de hacer lo que te gusta”) y, segundo, en la pérdida de otra persona muy especial para la joven. Y es que entre todas las vidas que se ha cobrado esta cruel pandemia está la de su abuela, madre de su padre Ramón, que falleció en septiembre, “el mismo día de mi cumpleaños”, con sólo 57 años, lamenta Esmeralda.

Afortunada­mente, el dolor se ha transforma­do en energía, en ganas “de honrar” a sus seres queridos (los que están y los que no están) con esta apuesta de la artista por la música adonde llega “con todas las ganas del mundo pero sin expectativ­as altas, sólo con ganas de mostrar lo que soy y cantar historias tan bonitas como Llegará el amor, en este caso, compuesta por mi padre, ¡quién mejor!”, dice la joven mirando a Ramón Torres, presente en todo momento en la entrevista de con su hija.

“¿Sueños...? –contesta la joven a la última pregunta–, de verdad que no tengo grandes sueños más allá de seguir cantando, de seguir aprendiend­o y de estar en el flamenco y de que siga estando en mi vida. Cantar en los escenarios, claro (reconoce la joven que está pendiente de cerrar una fecha en Cádiz este verano) y, bueno, si la vida me diera la oportunida­d de conocer a Michael B. Jordan, pues ya mejor, que mejor”, bromea Esmeralda, atusándose el pelo. El pelo, el metal... Rancapino pura.

Mi momento preferido del videoclip es el principio, cuando mi abuelo me ofrece la silla de enea”

Ha sido un año difícil, mi abuela, con 57 años, falleció por el covid en septiembre, el día de mi cumpleaños”

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LORETO CAMACHO La joven cantaora Esmeralda Rancapino, en el Castillo de Santa Catalina durante la entrevista.

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