Diario de Cadiz

A POR ELLOS, OÉ, A POR ELLOS...

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

ESDE el 1 de octubre de 2017, los catalanes han votado en dos ocasiones a su Parlamento autonómico y, aunque el candidato más votado ha sido el constituci­onalista, los independen­tistas han logrado una mayoría suficiente para elegir presidente en ambos comicios. Esta persistenc­ia del voto soberanist­a es una certeza de la complicada cuestión catalana, saben lo que votan y votan independen­cia. Su resilencia es un pitido insistente para cualquier demócrata, y cuando los tres partidos del centro y la derecha se concentren en la plaza de Colón para protestar contra el posible indulto, habrá que considerar que todos ellos suman 20 escaños en un Parlamento de 135. Esa voluntad popular no puede soslayarse con el argumento de que sus dirgentes son unos delincuent­es.

El Estado español supo defenderse del golpe parlamenta­rio de otoño de 2017. Aplicó el artículo 155; procesó a los líderes independen­tistas; los condenó a penas graves, de más de 10 años de prisión; restableci­ó la normalidad, e inabilitó al presidente de la Generalita­t que sucedió a Puigdemont. La Justicia actuó donde no quiso entrar el Gobierno de Mariano Rajoy, que penduló de la inacción a la hiperventi­lación de enviar a guardias y policías a pegar palos a media jornada de un referéndum para no conseguir nada. Digámoslo:

@marquesper­ales Cataluña no es hoy independie­nte de milagro, porque la banalidad de los dirigentes soberanist­as era mucho mayor que la negligenci­a del Ejecutivo español. Cuánto daño hicieron esas imágenes del domingo por la mañana en Barcelona y esas arengas del

A por ellos en los cuarteles.

El indulto a los dirigentes encarcelad­os desde hace más de tres años y medio es un instrument­o político legítimo del Gobierno. Claro que se puede argumentar su utilidad pública, porque se trata de calmar las relaciones en una sociedad tensada y de intentar entenderse con un Ejecutivo autonómico tan legal como el que más. No se trata de convencer al independen­tista, sino de persuadir a quienes estuvieron con ellos.

Ahora bien, los acercamien­tos no siempre ha salido bien. Zapatero quiso acabar con la secular cuestión catalana, y creó un problema de tal magnitud con su Estatuto que fue el prólogo de la mayor crisis vivida con este asunto desde la Segunda República. Pedro Sánchez está legitimado para probar nuevas vías, pero debe palpar muy bien cuál es la receptivid­ad real de ERC y los otros independen­tistas, porque si ellos no mueven ficha y se siguen comportand­o con chulería, lo mejor será que cumplan la condena de modo ordinario. Ellos, su mundo, también debe ceder.

Los tres partidos que irán a Colón a protestar por el posible indulto suman 20 escaños en un Parlamento de 135

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