Un biólogo que investiga sobre el alzheimer
Alberto Pascual estudió Biología en la Universidad de Sevilla e hizo su tesis doctoral en el Departamento de Bioquímica de la misma Universidad. Posteriormente, estuvo cuatro años en París trabajando en un laboratorio del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), que es el equivalente al CSIC en España, estudiando cómo se forma la memoria usando como organismo modelo la mosca de la fruta. En 2003, volvió al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y ahí, con un contrato Ramón y Cajal, empezó a trabajar con enfermedades neurodegenerativas. Cuando se creó el IBIS, sacó su puesto del CSIC y empezó a trabajar con su laboratorio en la enfermedad de alzheimer. Asegura que nunca ha perdido la vinculación con Cádiz y que cada vez que puede se escapa a sus playas. De hecho, su familia sigue viviendo aquí. para limpiar estas sustancias tóxicas mediante, entre otros sistemas, el transporte a través de la sangre. El hecho de que las placas provoquen la pérdida de los vasos constituye un círculo vicioso: al haber menos vasos se puede limpiar menos el cerebro y se acumulan más sustancias tóxicas, que a su vez siguen destruyendo los vasos y complicando la situación del cerebro”. Afirma que el cerebro consume gran parte del oxígeno y los nutrientes del cuerpo, “por lo que la reducción local del aporte de estas sustancias a través de la sangre representa una situación de estrés adicional al ya existente por la acumulación de sustancias tóxicas”.
Alberto Pascual destaca que con estos estudios se ha descubierto un nuevo mecanismo que daña al cerebro, lo que permite elaborar estrategias y explorar medicamentos que pueden ser efectivos para esta enfermedad huérfana de tratamientos.
Reconoce que “esto es el principio, una puerta que se abre, pero todavía queda mucho trabajo por hacer”. Manifiesta que hay que seguir investigando y, para ello, necesitan el apoyo de las instituciones y de los programas de financiación.