“Viven de la pesca. Solo saben de la mar”
depende de la marea para poder sacar el barco a la Bahía. “Salimos, calamos la red y a las dos o tres horas volvemos y recogemos. Eso para los chocos. Ahora, para las corvinas o las doradas, salimos, calamos la red, damos cuatro o cinco palos en el borda y volvemos a meter la red. El pescado se mata en agua nieve y se vuelve a la playa para conservar en las cámaras con hielo que están en las casetas”, detalla Rodríguez. A la una de la mañana regresan el pescado al barco para partir hacia la lonja de El Puerto, no pueden trasladarlo de otro modo, “y dependerá del volumen de captura si merece la pena”. El camino son unas tres horas, para llegar a tiempo a la venta que comienza en torno a las cuatro y media de la mañana.
Sin las casetas sería inviable, entiende José Luis, porque alquilar un local o garaje solo serviría para almacenar los útiles para venderlos después, “no sería para menos uno de los dos establecimientos hosteleros–. No tendrán más remedio que llevarse los aperos para casa, aunque no cree que sea realmente una solución.
El problema, critica Sebastián, es que las administraciones se tiran unas a otras la pelota, “la Junta se la echa a Costas, Costas al Ayuntamiento y así vamos, que no se ponen de acuerdo”. “Si no se mueve nada con la Junta de Andalucía, tendremos que moverlo nosotros aunque a ella no le guste”, apunta y se refiere a la alcaldesa, Patricia Cavada, a la que considera responsable de que se vayan a derribar las casetas. “Ella ha sido la que lo ha movido. Costas no lo mueve por que sí”, sostiene.
Las consecuencias pueden ser devastadores por la pérdida de identidad de San Fernando al desaparecer un enclave tan representativo, tan del gusto de turistas, visitante, ciudadanos o de un sector como el audiovisual. “Ahora en época de comuniones diariamente vienen a hacerse fotos aquí”, cuenta José Luis. Sobre todo, pone en peligro los puestos de trabajo directos e indirectos de las actividades económicas que se desarrollan en la zona generan. Por un lado, empleos de los negocios de hostelería, que pueden llegar al medio centenar en cada caso en verano, y que además implica actividad para muchos distribuidores. Por otro, los pescadores. “Si nos quitan de aquí no se puede pescar y no hay otra solución. No hay trabajo en San Fernando”, opina Rodríguez. “¿A dónde van a ir con 50 años que tiene muchos? Si lo que saben es de la mar. Ni de albañil, ni de panadero, ni de electricista. Han vivido esto y saben de esto”, argumenta Gómez, que se asoma a la puerta de la caseta y descansa sus manos de la labor con las redes.
Casería Los pescadores defienden que las casetas son esenciales para mantener esta actividad tradicional