Sánchez desbarata su partido
General del Poder Judicial como con algunas de las salas del Supremo, ha intentado hacerse con las instituciones del Estado y tapa bocas tirando de las arcas públicas, provocando una situación económica de extrema gravedad.
González, más referente para los socialistas de lo que le gustaría a Sánchez, declaró en El Hormiguero
que no habría decretado el indulto en las circunstancias que pretende hacerlo el hoy presidente, que no habla con él desde la moción de censura, que no habría votado a Gabilondo si hubiera sabido que en el debate de los candidatos madrileños le iba a decir a Pablo Iglesias que tenían 12 días para llegar a un acuerdo y que hay que gobernar con respeto a la ley y a la Constitución. No con estas palabras, pero es lo que transmitía el ex presidente.
Aunque lo peor para Sánchez es que escuchar a Felipe suponía que millones de españoles se daban cuenta de su sentido de Estado, su coraje como político y de la fluidez y confianza de sus relaciones con los más importantes dirigentes mundiales, mientras en España un mediocre presidente no encuentra hueco en el escenario internacional, donde no pinta nada, gobierna con un partido populista de extrema izquierda que no aceptaría ningún líder claramente democrático, promueve iniciativas intolerables con partidos antiespañoles con el único objeto de asegurarse el apoyo parlamentario para mantenerse en el cargo, y desprecia a los políticos socialistas más capaces mientras promueve a los que sólo tienen como mérito ponerse en primer tiempo de saludo