Kichi se ajusta al peso de la corona de alcalde tras un año duro y complicado
El alcalde ha sufrido de manera especial en su persona la presión de los problemas en este mandato
La pandemia acentuó los problemas hasta llevarle a una situación de agotamiento
La dieta y el ejercicio físico le está ayudando a tener más energía
EL peso de la corona para alguien que presume de ser republicano quizás no sea el mejor ejemplo, pero la metáfora es descriptiva sobre un alcalde que ha cumplido seis años al frente de la ciudad de Cádiz y que desde el principio ha sentido la presión de la responsabilidad sobre sus espaldas, algo que se ha acentuado en este segundo mandato.
José María González ‘Kichi’ se presentó ante los gaditanos el día que tomó posesión en el Ayuntamiento como el alcalde que era un vecino más, el que iba a recorrer la ciudad con una libreta donde iba a apuntar las demandas de los ciudadanos, sus necesidades y sus desvelos. Se presentaba como un político que se salía de los estereotipos. Fue el día también de sus primeras medidas, la de una revisión del PGOU en pocos meses y la de una larga carta a los reyes magos de alguien que llegaba con un gran idealismo y muchos sueños en la mochila sin saber que poco tiempo después empezaba a vaciarla de la utopía por las piedras de una realidad implacable y un sistema mucho más complicado de lo que imaginaba. El camino tenía que hacerse al andar.
Esos mismos sueños estaban en los que acudieron aquel día a la plaza de San Juan de Dios, mucha gente indignada que veía que las cosas podían cambiar y de ahí que surgiera esa escena mesiánica con Kichi ofreciendo el bastón de mando a la ciudadanía.
Fueron tiempos en los que Kichi, el alcalde anticapitalista con el pelo alborotado y pendiente, era el centro de atención de todas las televisiones nacionales que un día sí y otro también plantaban sus unidades móviles en San Juan de Dios para que desarrollara el discurso de que la gente tenía que estar en el centro de la política, de los niños que pasaban hambre en la ciudad y de las medidas simbólicas como ensombrecer las pantallas LED, sustituir el cuadro del rey por uno de Fermín Salvochea, el plantón al buque escuela chileno Esmeralda o la recepción de la medalla del Nazareno que tanta polémica trajo consigo.
Pero ese Kichi a calzón quitado, el que en las distancias cortas se movía con maestría, fue poco a poco adaptándose al cargo en un aprendizaje a marchas forzadas y perdiendo el pecado original con el que recogió el bastón de mando.
La identificación del proyecto anticapitalista (antes de Podemos) era Kichi, el centro de todas las miradas de un equipo de Gobierno con un perfil más bien bajo. Sin una gestión especialmente brillante pero con ese marchamo que daba la marca Kichi, en las elecciones municipales de 2019 rozó la mayoría absoluta y la ciudadanía gaditana refrendó su proyecto.
Sin embargo, como aquel que va persiguiendo un objetivo y éste se consigue, el alcalde pasó una fase de descompresión importante en este segundo mandato que le ha pasado factura en lo físico y, de manera inevitable, también en lo psicológico.
Gente que trabaja mano a mano con el alcalde asegura que es una persona que somatiza mucho los problemas de la gente que le llega. Esa presión y la de tratar de tener un buen gobierno siempre las ha llevado sobre sus espaldas y ha afectado finalmente al sueño, la dieta con la consecuencia del agotamiento.
No obstante, ahora afirman que Kichi “ha pasado de ser un velocista a un corredor de fondo”, es decir, los problemas que le llegan los sufre, trata de solucionarlos pero también sabe que tiene que convivir con ellos.
Uno de los mantras que se repite una y otra vez desde el PP es la supuesta flojera del alcalde con los asuntos de la ciudad, algo que en su equipo de trabajo se entiende que aquellos quieren “un regidor de oficina”.
La llegada de la pandemia y del Covid le ha marcado especialmente hasta el punto de tener que soportar niveles de ansiedad. La oposición precisamente ha unido sus voces para criticar la gestión del alcalde y del equipo de Gobierno durante el Covid. Sin embargo, su entorno asegura que él asumió con fuerza todo lo que tuvo que ver con la pandemia y los servicios sociales en ese período, aunque finalmente le pasó factura. A ello se le unió su ausencia durante los últimos meses del año pasado al acogerse a la baja paternal por el nacimiento de su segunda hija con Teresa Rodríguez.
La sensación que ha ido dando de unos meses para acá el alcaldes es que progresivamente ha ido metiéndose poco a poco en su caparazón y ha perdido mucha presencia tanto en la gestión del Ayuntamiento como