España y Marruecos profundizan en su crisis con el Sahara de fondo
● Sánchez ve “inaceptable atacar fronteras como protesta” ● Rabat afirma que la crisis acabará cuando Madrid se aclare sobre los territorios
Las desavenencias entre Madrid y Rabat no terminan de arreglarse después de la crisis vivida entre ambos países y por la que germinó la entrada de más de 10.000 inmigrantes ilegales por la frontera del país norteafricano a Ceuta hace unas semanas. Lejos de calmarse, las aguas bajan más turbulentas entre ambos gobiernos, que se lanzan reproches entre ellos y le han dado un puntapié a la pipa de la paz.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguró ayer que es “absolutamente inaceptable” que Marruecos haya podido “atacar las fronteras” de Ceuta con el asalto masivo de inmigrantes como forma de protestar por un problema de política exterior. “No es admisible que un Gobierno diga que se atacan las fronteras, que se abren para que entren 10.000 en un país vecino, por desavenencias y discrepancias en política exterior”, subrayó Sánchez tras la cumbre hispano-polaca celebrada ayer en Alcalá de Henares y en respuesta a la declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Marruecos.
El Ejecutivo del país norteafricano hizo público un comunicado en el que se desvinculó la crisis con España de la presencia de Brahim Gali y se especificó que lo que Marruecos espera de Madrid es “una aclaración sin ambigüedades de sus elecciones, sus decisiones y sus posiciones” sobre la cuestión del Sahara.
A juicio de Sánchez, esta actitud es “absolutamente inadmisible” y recordó que Marruecos “no debe olvidar que no tiene ni mejor ni mayor aliado en la UE que España”, que es un “interlocutor imprescindible, necesario y privilegiado” con Europa. “Si lo que se está diciendo es que Marruecos ha utilizado la inmigración, el asalto de las fronteras españoles por más de 10.000 marroquíes en 48 horas, a mí me parece absolutamente inaceptable y por tanto rechazo esa declaración”, aseguró el jefe del Ejecutivo.
Para Sánchez, “no es admisible que un Gobierno diga que se atacan las fronteras de España” a consecuencia de “desavenencias y discrepancias en política exterior”, sobre todo cuando España “concibe su relación con Marruecos desde un punto de vista estratégico”.
Previamente, Marruecos desligó lo que llamó “grave crisis” con España de la suerte que corra Brahim Gali, que comparece hoy ante la Audiencia Nacional, al advertir de que lo que espera de Madrid es “una aclaración sin ambigüedades de sus elecciones, sus decisiones y sus posiciones” sobre la cuestión del Sahara.
“La crisis no se reduce a un hombre: no comienza con su llegada, ni terminará con su partida. Se trata, ante todo, de una cuestión de confianza y de respeto mutuo rotos entre Marruecos y España. Las legítimas expectativas de Marruecos van más allá: comienzan con una aclaración, sin ambigüedades, por parte de España, de sus elecciones, sus decisiones y sus posiciones”, apuntó la nota de Exteriores.
Es la primera vez que Marruecos “aparca” de manera clara el destino inmediato de Gali para trasladar la crisis al terreno puramente político, al considerar que en España “hay connivencia con los adversarios del Reino (el Frente Polisario)”, y el caso Gali “ha revelado las actitudes hostiles y las estrategias perjudiciales de España hacia la cuestión del Sahara marroquí”. El comunicado recuerda que la cuestión del Sahara “es sagrada para todo el pueblo marroquí”.
Asimismo, Rabat fue un paso más allá en la crisis diplomática y planteó al Ejecutivo de Sánchez cuál habría sido su reacción si quienes hubieran sido recibidos en el Palacio Real marroquí fueran separatistas catalanes. “No podemos luchar contra el separatismo en casa y fomentarlo en casa del vecino”, esgrimió.
Así, sostuvo que Rabat optó desde el principio de la crisis catalana “por ponerse del lado de la integridad territorial y la unidad nacional” de España y preguntó al Gobierno: “¿Cuál habría sido la reacción de España si un representante del separatismo español hubiera sido recibido en el Palacio Real marroquí?”.
Rabat pregunta qué pasaría si un separatista catalán fuera recibido en el Palacio Real marroquí