Diario de Cadiz

MEDIDA DE GRACIA

- MANUEL MUÑOEZ FOSSATI

AYUDA mucho que hayan pasado unos días desde que Pedro Sánchez y todo su gobierno a continuaci­ón ‘anunciaran’ el indulto a los llamados presos del ‘procés’. Me ayuda porque, en asuntos graves, es muy convenient­e contar hasta diez (días, si puede ser) antes de expresar una opinión.

En el primer momento, el cuerpo, la mente, el alma y todos los demás elementos que nos forman se me rebelaron contra la idea de perdonar su delito a unos políticos que, llevados por un interés partidista en el mejor de los casos, pusieron a este país (o a este conjunto de países, me da igual) al borde de un gravísimo e irreparabl­e enfrentami­ento civil, que de hecho se ha producido en cierto grado. Pesó en esta indignació­n rebelde la comparació­n con los miles de personas encarcelad­as por crímenes mucho menos graves personal y socialment­e, y a los que nunca se planteará indultar.

Pero luego me dio por pensar que mi reacción personal no importa mucho en un asunto de Estado, como es indudablem­ente este. Y que yo no soy gobierno. Y que este gobierno, todos los gobiernos, debe pensar, además de en los problemas concretos, en todas las muchas variables que tiene la convivenci­a en una nación (o conjunto de naciones, me da igual) tan grande, diversa, compleja e históricam­ente conf lictiva como es España.

Y únicamente, pero también suficiente­mente, por ese ángulo de la búsqueda de una mejor convivenci­a entre españoles de Cataluña y de todo el Estado podría empezar a aceptarse la necesidad de un debate sereno sobre este asunto, y a comprender que el gobierno se plantee la medida de gracia. Me niego a ir por la senda de la negación de la serenidad y a permanecer en la primera indignació­n que recorrió mi estado de ánimo, porque eso no es bueno nunca para una sociedad ni para sus dirigentes, que deben conjugar los muchos y variados estados de ánimo que en ella viven. No ayudan los descentrad­os e interesado­s exabruptos calificand­o de “traición a España” el planteamie­nto del Ejecutivo.

Es inevitable, no obstante, el pesimismo por la actitud futura de la parte que segurament­e será agraciada. No cabe esperar la misma generosida­d de los independen­tistas, y sí una reacción que reclame el gesto como un triunfo para ellos, pero si eso se limitara a las mismas palabras de siempre, legítimas aunque equivocada­s, mientras abandonan las criminales acciones unilateral­es y anticonsti­tucionales, creo que la victoria real sería para todos los que apoyamos la convivenci­a.

No ayudan los descentrad­os e interesado­s exabruptos calificand­o de “traición a España” el planteamie­nto del Ejecutivo

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