“En medio de una grabación hay a veces momentos de magia”
● Tiento Nuovo, el conjunto del clavecinista Ignacio Prego, debuta en Glossa con un álbum dedicado a los ‘concerti grossi’ que Charles Avison escribió a partir de Sonatas de Scarlatti
Por un lado, Avison admira muchísimo a Scarlatti, pero, por otro, y a su modo de ver, claro, lo mejora”
Sorprende la poca capacidad del intérprete de hoy, incluso del especialista, para improvisar”
AVISON: CONCERTI GROSSI
Tiento Nuovo. Ignacio Prego. Glossa
Cinco años cumple ahora el conjunto Tiento Nuovo, que fundara Ignacio Prego (Madrid, 1981) casi recién vuelto a España de su larga estancia neoyorquina. “Mi última grabación como solista fueron las Goldberg de mi debut en Glossa, que hice en 2016. El grupo ha tenido una actividad muy intensa. Yo había participado en alguna grabación con otros conjuntos, pero ni en solitario ni con mi grupo había vuelto a grabar desde entonces”. –Y aquí lo hace por partida doble, como clavecinista y como director del conjunto...
–Quería que el primer disco de Tiento Nuovo recogiera mi doble vertiente. Este repertorio es una maravilla. Escogimos cuatro de los concerti grossi de Avison y yo toco como solista cuatro sonatas de Scarlatti. –Hábleme de la relación entre ambos compositores.
–En su famoso Ensayo sobre la expresión musical, Avison dice que las sonatas de Scarlatti pecan de repetir mucho, que están escritas de manera que dificulta al intérprete y al que escucha exprimir la esencia de la obra. Así que por un lado, lo admira muchísimo y por eso lo utiliza, pero por otro, y a su forma de ver, claro, lo mejora. Muchos de los movimientos no tienen base en Scarlatti. Avison era un gran compositor y un gran orquestador. Cuando usa a Scarlatti, pasa a la orquesta su música, pero también añade voces y a menudo simplemente coge una idea de unos pocos compases y la desarrolla para crear una pieza que no tiene nada que ver con la obra de Scarlatti en sí. Son obras geniales cada una en su género. Funcionan a la perfección. –Interpreta como solista cuatro Sonatas de Scarlatti, pero sólo una de ellas aparece en uno de los conciertos que graba...
–Yo quería huir del disco pedagógico, de tocar las mismas sonatas que Avison orquestó para los conciertos que escogimos. Me parecía demasiado obvio. Lo hice una vez como un guiño, un ejemplo. Lo que quería es que esas sonatas de Scarlatti sirvieran de intermedio entre los grossi, como forma de aligerar la escucha y crear ese contraste. Una manera de ayudar al oyente. Creo que funciona muy bien. –Se toma también la libertad de sustituir en unos pasajes del Concierto nº12 la parte del primer violín por el clave...
–En cuestiones de instrumentación y ornamentación nos hemos tomado libertades. Son obras abiertas. En este caso queríamos hacer ese guiño a lo que podría haber sido un concierto para clave de Scarlatti, que es una pena que no exista (o no se haya encontrado). Creo que funciona muy bien ese pasaje. –¿La pretensión de literalidad en la música antigua pasó a mejor vida?
–Si es que algún día existió. Esto es un péndulo. Estamos lejos de lo que ya sabemos que se hacía en la época. Hablamos de una manera de interpretar que no era para un auditorio con 500 personas religiosamente en silencio, esperando a que no fallaras una sola nota. Ni tampoco era espérate que voy a coger una variación de las Goldberg y voy a ser aquí lo que a mí me apetezca, que, bueno, puede funcionar en muchas situaciones, me parece fantástico que se haga. Lo importante es que la música esté viva. Y eso conlleva tener una visión muy abierta en opciones de ornamentación, y para eso hay que conocer muy bien lo que se hacía, conocer las fuentes, pero huir de la obligación que te ata a la literalidad, pues eso ha dado lugar a reproducciones que sólo eran producto de malentendidos. En el fondo esa pretensión de autenticidad absoluta fue un postromanticismo malentendido. –¿Falta de conocimiento del estilo y la tradición interpretativa?
–Cuanto más se conoce la época más se entiende la libertad de los intérpretes entonces, y eso implicaba reescribir a menudo, e improvisar, que era un arte en sí mismo. Sorprende la poca capacidad del intérprete de hoy, incluso del especialista, para improvisar. Un músico del XVII en Italia si no sabía hacer un preludio, ¿entonces qué hacía? Si es que hacían eso, se dedicaban básicamente a eso. La música escrita era lo minoritario. –El disco fue grabado en octubre, en medio de la pandemia. ¿Cómo le ha afectado?
–Ha sido traumático por las cancelaciones, sobre todo en el exterior. Había mucho trabajo fuera y me quedé a cero. En España se han cancelado cosas, pero algo más de la mitad se reprogramó. ¿Eso significa que somos unos privilegiados como se está diciendo? Bueno, puede decirse así. Pero en realidad esto es producto de la necesidad. Es un sector que no tiene ayudas apenas. En Francia o en Alemania los grupos pueden subsistir porque están apoyados. En Alemania cerraron, pero pagando el 80% de la facturación del año anterior. Aquí habría sido una catástrofe si se hubiera cerrado todo un año. Ha sido una época complicada, y lo sigue siendo. Hubo un momento en que lo vi como una oportunidad, porque podría recolocar formas de pensar entre programadores y teatros, que esto funcionara como una reivindicación del sector en España. Pero no por caridad, sino por calidad. Lo nuestro no tiene nada que envidiar a lo de fuera. Pensé que era una oportunidad de que se dieran cuenta de que esto es algo importante, pero no las tengo todas conmigo de que haya calado esa idea. Sigo viendo cosas que me llevan los demonios. A ti te racanean tener tres o cuatro por cuerda. Es un complejo constante. Vamos fuera y triunfamos y te cogen como referencia para determinados repertorios… En fin. Es una lacra nacional. Un complejo de inferioridad que nos ha perseguido y nos sigue persiguiendo. –Sigue creyendo en el disco como herramienta exactamente para qué...
–Al final el disco es lo que haces en ese día. Creo en el arte y el artista como algo muy fugaz, muy pasajero, depende mucho de tu día, tu estado de ánimo. Yo me escucho pasados los años y veo las cosas de forma totalmente diferente, obras que tocas de forma totalmente diferente. Eso también es bonito. Tener esa flexibilidad. –No deja de ser el retrato de cómo entiende su oficio y su arte en un momento determinado...
–Lo más bonito son las sorpresas que te llevas durante la grabación, porque en medio hay a veces momentos de magia. Antes de grabar es fundamental la elección de tus compañeros, porque la interacción puede llegar a resultar mágica. Y cuando te rodeas tan bien como yo en este disco de Avison aparecen cosas que no pensaba que surgieran ni en mis mejores sueños. –No está todo planificado.
–Ni mucho menos. –¿Hay espacio para la experimentación?
–Está el artista que llega con todo claro, y eso suele ser un freno. Y está el artista que se deja llevar por la energía del grupo. Las grabaciones atraviesan momentos diferentes, algunos en los que lo tienes todo muy claro, y puede funcionar así. Pero hay momentos en que uno, aún sin renunciar a su función de liderazgo, que es también crucial, se abandona, se abre a lo que está pasando. Si estás bien rodeado, de ahí surge la magia. En esta grabación la energía ha sido muy especial. Y eso se nota en el disco. Me siento muy orgulloso de eso.