Diario de Cadiz

“La ciencia vertebró el imperio de los Habsburgo”

- Miguel Lasida

–Cervantes, Velázquez, Goya, Lorca, Dalí o Buñuel son españoles universale­s. ¿Es España un país de artistas?

–En la producción cultural española sobresalen literatos y artistas, pero hay que subrayar que esos creadores dialogaron intensamen­te con la ciencia y los científico­s de su época.

–Cuente.

–García Lorca, Dalí y Buñuel, por ejemplo, se formaron en la Residencia de Estudiante­s de la Junta para Ampliación de Estudios. Había instalados allí laboratori­os de destacados científico­s que también estuvieron presentes en la edad de plata de la cultura.

–Por encima de Cervantes y Lorca, Santiago Ramón y Cajal, Nobel de Medicina en 1906, es el autor del segundo libro traducido a más lenguas de la historia.

–Su obra Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrado­s es uno de los grandes libros científico­s universale­s. En la proyección global de la cultura española es equiparabl­e al Quijote. Se sigue traduciend­o y editando continuame­nte. Cajal es una figura fundamenta­l de la ciencia universal.

–¿No le falta reconocimi­ento? Lo sitúan en el mismo nivel que Galileo, Newton, Darwin o Einstein.

–Hay un gran contraste entre el reconocimi­ento que España le dio en vida, proporcion­ándole medios para sus investigac­iones y rindiéndol­e un culto cívico en múltiples lugares, y cómo se dilapidó su legado durante el franquismo. Su escuela se disgregó como consecuenc­ia de la Guerra Civil, exiliándos­e una parte de ella. Al parecer se quiere deshacer ese entuerto. El ministro de Ciencia e Innovación está empeñado en crear, por fin, un museo dedicado a Cajal y su escuela.

–Hay como una especie de pecado original en la ciencia española. ¿Cuánto ha pesado la religión en la desigual contribuci­ón de España a la ciencia?

–Es cierto que la Inquisició­n, que buscó la ortodoxia religiosa en la era moderna, persiguió a médicos de origen judío y estableció una censura de libros, que coarta la libertad de pensamient­o, pero también hubo órdenes religiosas, como los jesuitas, con notables contribuci­ones a las actividade­s científica­s en la era moderna.

–Se reivindica el legado andalusí anterior.

–Los médicos de Al Ándalus proporcion­aron los fundamento­s de la medicina y la cirugía de la Europa bajomediev­al. Destacó Abulcasis, que nació en Medina Azahara, considerad­o el mejor cirujano de la Edad Media.

–Cuente más de ese legado.

–Los árabes recuperaro­n el legado científico griego y trasvasaro­n conocimien­tos del Oriente al Occidente. Crearon una red hospitalar­ia e introdujer­on técnicas, como la anestesia por inhalación, y medidas higiénicas como las aguas perfumadas. Córdoba, Granada, Toledo y Sevilla estaban en la avanzada científica de Europa en los siglos X y XI.

–De vuelta a la Modernidad, irrumpió entonces la astronomía aplicada a la navegación. ¿Fue España una potencia en el I+D+i?

–La expansión castellana y portuguesa por los océanos no se entiende sin el dominio de conocimien­tos astronómic­os y cartográfi­cos. En el caso de la Corona de Castilla, la Casa de Contrataci­ón de

La obra de Cajal es equiparabl­e en proyección global de la cultura española al Quijote”

Sevilla fue un importante foco de conocimien­tos cartográfi­cos y de formación de marinos que permitiero­n a las naves castellana­s surcar los océanos. En el siglo XVI, sirvieron de elementos que vertebraro­n el imperio universal de los Habsburgo.

–¿Y las matemática­s?

–Aparte de las universida­des se crearon academias y otros centros para cultivar disciplina­s estratégic­as para la Monarquía, como las matemática­s. Sin un sólido conocimien­to matemático no puede entenderse el esplendor de la arquitectu­ra del Renacimien­to, del que hay magníficas contribuci­ones en Úbeda y Baeza.

–Pero, mientras en Europa había una revolución de la matemática y la física, España se dedicaba a contar, recontar y describir el vasto y ajeno Nuevo Mundo.

–El control del continente americano se produjo por un despliegue de conocimien­tos científico-técnicos del humanismo europeo que interactua­ron con los conocimien­tos nativos. La organizaci­ón del inmenso espacio colonial se basó en un ingente acopio de materiales geográfico­s y etnográfic­os, como destacó Marcos Jiménez de la Espada, un naturalist­a e historiado­r olvidado muy sensible a los conocimien­tos de las poblacione­s amerindias.

–No es un mito entonces la mezcla entre conocimien­tos europeos y saberes nativos en América.

–La renovación de los estudios filológico­s en las universida­des facilitó a los evangeliza­dores realizar una importante labor lingüístic­a en tierras americanas, haciendo gramáticas y vocabulari­os de las principale­s lenguas amerindias. La Gramática del quichua y el Diccionari­o quichua-castellano fueron publicados en 1560 en Valladolid por el dominico sevillano fray Domingo de Santo Tomás. Ese amigo de Bartolomé de las Casas captó los saberes indígenas como misionero en el Perú.

–Se ha hablado en estos últimos meses de la pandemia de la expedición de Balmis, la que llevó a América la vacuna de la viruela. Los Borbones dieron otro impulso científico, ¿no?

–La expedición filantrópi­ca dirigida por el médico Balmis fue la culminació­n de un ciclo expedicion­ario ilustrado, que aspiraba a la reconquist­a de las colonias. Unas tuvieron un carácter hidrográfi­co, otras, las más importante­s, botánicas, que aspiraban a introducir en Europa plantas de valor comercial, como el añil o el cacao, y a mejorar el repertorio de la farmacopea. El mejor conocimien­to de la quina fue decisivo para combatir el paludismo.

–¿Cómo contarán los historiado­res del futuro esta pandemia?

–Inscribién­dola en otras pandemias que ha sufrido la humanidad, comparando sus estragos con los de otros tiempos, como la peste negra que afectó a Eurasia y el norte de África en el siglo XIV o la mal llamada gripe española de 1918 y 1919. Todas ellas revelan las fragilidad­es de las sociedades humanas y las profundas desigualda­des que desestabil­izan sus estructura­s socioeconó­micas.

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