A Fernando Santiago

En su artículo publicado en el Diario de Cádiz el 28 de mayo, se refiere a las novatadas, y además de mencionar a los Colegios Mayores, afirma su deseo de que se incluya en la ley “el final de las tunas, ese engendro arcaico y machista que atronaba los colegios mayores hace años”. Vamos por partes: según el diccionario de la RAE, engendro es “un ser vivo con aspecto físico anormal y deforme”; ello no es aplicable a un grupo (tuna) y si lo aplica a sus componentes, tan deformes no serían cuando (en sus propias palabras) “se paseaban ligándose a las niñas”.

En cuanto al adjetivo ‘arcaico’, lo mismo le da por pretender acabar con todo aquello que data de varios siglos, con lo cual la cultura para usted está de más (y para mayor agravio, en una ciudad tan ‘arcaica’ que tiene más de 3.000 años de historia).

Y en relación al siguiente adjetivo (machista), lo mismo usted desconoce que desde hace varias décadas existen las tunas femeninas, con lo que su argumento se cae por su propio peso.

Por último, dice usted literalmente que habría que acabar “con las capas con escarapelas, las bandurrias, el Clavelitos, las panderetas, el resto de tonterías con el que los machitos de antaño se paseaban ligándose a las niñas”. Dos cosillas nada más: la primera de ellas, que todo aquel que pretende que desaparezca del mapa aquello que no le gusta, tiene un nombre: dictador. Y la segunda: probablemente detesta las tunas porque “se ligaban a las niñas”, pero como sabemos que usted suele hacer gala de ‘sieso’ y ‘esaborío’ en sus artículos, no se preocupe, que si no hubiera existido la tuna, usted habría ligado lo mismo... o sea... nada. Juan Pablo Rodríguez-Sánchez Wagener (Correo)