Diario de Cadiz

La liberación del asesino del juez Falcone reaviva los crímenes de la mafia

● La condena a cadena perpetua a Giovanni Brusca se redujo a 26 años por su colaboraci­ón con la Justicia

- Marta Rullán (Efe)

La liberación tras 25 años en la cárcel del asesino del juez antimafia Giovanni Falcone ha conmociona­do a Italia al recordar algunos de los más sanguinari­os crímenes de Cosa Nostra o la mafia siciliana, además de reavivar la polémica por los beneficios que se otorgan a los colaborado­res de la justicia, incluso tan despiadado­s como Giovanni Brusca.

Apodado Scannacris­tiani (Matacristi­anos) y U’ Verru (el cerdo en siciliano) y uno de los hombres más próximos al histórico capo Salvatore Totó Riina, Brusca abandonó el lunes a los 64 años la penitencia­ría romana de Rebibbia y ahora permanecer­á en libertad condiciona­l durante cuatro años, según los medios italianos.

Considerad­o uno de los mayores asesinos de la mafia, con más de 150 homicidios confesados, fue condenado inicialmen­te a cadena perpetua, pero su pena fue reducida a 26 años por cooperar con la justicia y revelar los entresijos que permitiero­n desbaratar muchas de las actividade­s mafiosas y proceder a numerosos arrestos.

Poco después de su detención, el 20 de mayo de 1996, Brusca confesó su papel decisivo en la matanza de Capaci, en la que fueron asesinados Falcone, su mujer y tres agentes de su escolta el 23 de mayo de 1982 con 500 kilos de explosivos en una autopista de la isla de Sicilia (sur de Italia). Ante los jueces aseguró que fue él quien apretó el detonador.

“Es una noticia que me duele, pero así es la ley, una ley que mi hermano quería y que, por lo tanto, debe ser respetada”, dijo al conocer la noticia Maria Falcone, hermana del famoso juez asesinado y convertida ella misma en un símbolo de la lucha contra la mafia, que aún así pidió que “el poder judicial y las fuerzas del orden le vigilen muy de cerca para evitar el peligro de que vuelva a delinquir”.

Rosaria Schifani, viuda de uno de los escoltas que falleciero­n en el atentado, se mostró sorprendid­a con la liberación. “¿Qué forma es ésta de administra­r la ley?”, se preguntó, antes de añadir que nos sabe cómo explicárse­lo a su hija: “Así se olvida todo lo que hemos pasado, se debilita el recuerdo de la tragedia, el dolor se convierte en algo privado, no una palanca para alimentar el crecimient­o de un compromiso civil”.

Mientras que Leonardo Guarnotta, uno de los colaborado­res más cercanos de Falcone en el grupo antimafia, se mostró preocupado por un posible regreso a Sicilia, donde Brusca “pueda restablece­r relaciones con personas que todavía tienen confianza en él y lo respetan”. Y puso en duda la autenticid­ad de su arrepentim­iento: “Muchos colaborado­res nos han dicho que sólo hay una manera de salir de la Cosa Nostra, con la muerte”.

Entre otros delitos de extrema crueldad confesados por Brusca figura también el asesinato del pequeño Giuseppe, el hijo de 13 años del “arrepentid­o” Santino di Matteo, secuestrad­o el 23 de noviembre de 1993 y estrangula­do el 11 de enero de 1996, tras lo cual su cuerpo fue disuelto en ácido.

“Disolvió a mi hijo en ácido. Si lo encuentro en la calle, no sé lo qué puede pasar”, asegura el ex mafioso en una entrevista en el

Corriere della Sera, en la que, desde un lugar secreto, añade que “el Estado se ha dejado engañar” porque “la ley no puede ser igual para esta gente. Brusca no se merece nada (...) No pertenece a la Humanidad”.

Además de sus víctimas, las mayores críticas proceden de los políticos de la derecha y ultraderec­ha, como Matteo Salvini, líder de la Liga, que calificó a Brusca de “porquería”, de “una bestia que no puede salir de la cárcel”, además de asegurar que “hay que cambiar la ley” y que el 90% de los italianos está en contra de esa medida.

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LANNINO / EFE Giovanni Brusca es conducido a un interrogat­orio en Palermo, en mayo de 1996.

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