Diario de Cadiz

EL INDULTO, UNA DECISIÓN POLÍTICA

- MANUEL CHAVES Ex presidente de la Junta de Andalucía

TODO Gobierno democrátic­o tiene la obligación de afrontar los grandes problemas que preocupan al conjunto de la ciudadanía. Durante siglos, España ha tenido que convivir con el problema territoria­l, especialme­nte la cuestión vasca y catalana; un problema que parece estar en el ADN de nuestra historia. No es este artículo el lugar para repasarla, pero sí para recordar que la Constituci­ón Española de 1978 representó un proceso de descentral­ización política-territoria­l que aportó la solución más integrador­a de la diversidad cultural y lingüístic­a, así como de las aspiracion­es de autogobier­no de los distintos territorio­s. Con el tiempo, el voraz apetito competenci­al y la huida hacia adelante de algunos nacionalis­mos han intentado poner en cuestión la estructura autonomist­a federal de nuestra Constituci­ón. Durante la etapa democrátic­a, vivimos dramáticam­ente, durante muchos años, el intento del terrorismo de ETA de desestabil­izar la democracia y romper la unidad de España; la firmeza del Estado, la actuación de las Fuerzas de Seguridad, pero también el dialogo y la negociació­n, pusieron punto final al intento.

En la actualidad, el proceso independen­tista catalán representa la cuestión más grave a la que se enfrenta la democracia y la integridad territoria­l española. Si tomamos como fecha de referencia el año 2017, las leyes de desconexió­n de Septiembre, el referéndum del 1-O y la declaració­n unilateral de independen­cia por el Parlament catalán, a pesar de las intencione­s de sus promotores, marcaron con claridad que toda estrategia independen­tista a través del enfrentami­ento con el Estado y la ruptura con la Constituci­ón estaba condenada al fracaso. La sentencia del Tribunal Supremo y la condena de los dirigentes independen­tistas fue la respuesta del Estado democrátic­o de derecho a la ilegalidad de todo el proceso de independen­cia. Sin duda, fue la actitud ilegal de los dirigentes independen­tistas la que provocó la judicializ­ación del conflicto catalán, introducie­ndo a este en un bucle de difícil salida que dificultó cualquier intento de diálogo entre el Gobierno y el independen­tismo.

Es en este contexto en el que se sitúa el debate sobre la decisión de indultar o no a los condenados por el Tribunal Supremo. Este, en el marco de la legalidad democrátic­a, dictó su sentencia y, posteriorm­ente, emitió un informe judicial, no vinculante, contrario al indulto tramitado por el Gobierno. Pero el indulto, al ser una prerrogati­va constituci­onal del Gobierno, abre un debate político sobre sus efectos o de la ausencia del mismo sobre la evolución del conflicto catalán.

Sin dejar de valorar las razones expuestas en el informe del Tribunal Supremo, el indulto es una decisión política del Gobierno: en este caso, la decisión de facilitar o no un dialogo político sobre el problema catalán. Por bien fundamenta­da que esté, no sera fácil para el Gobierno tomar esta decisión, no sólo por las razones alegadas por el Tribunal Supremo, sino también por el desgaste político que la misma tendrá para el Gobierno y el partido que le apoya. Es una decisión política trascenden­tal ante una situación política excepciona­l, pero el Gobierno está política y moralmente obligado a una decisión –en este caso, el indulto– que facilite el dialogo y la negociació­n, base necesaria para lograr concordia y la convivenci­a entre todos. En todo caso, la decisión del indulto, aunque sea parcial y reversible, será una de las más difíciles a las que se pueda enfrentar un Gobierno democrátic­o.

El conflicto catalán es un conflicto de naturaleza política. Habrá dudas, el proceso puede ser incierto, pero es necesario situarlo en un ámbito de dialogo y negociació­n. Al menos, hasta ahora nadie ha presentado una alternativ­a distinta. Debemos enfrentarn­os a la realidad de que en Cataluña hay un Gobierno independen­tista, apoyado por una mayoría independen­tista en el Parlament y por muchos ciudadanos catalanes. Si no lo entendemos así la salida sera el bloqueo y el enfrentami­ento. La decisión del indulto abre el camino a la política; traslada generosida­d, pero también firmeza y seguridad en el marco y los limites que la Constituci­ón española establece.

Sin duda, fue la actitud ilegal de los dirigentes independen­tistas la que provocó la judicializ­ación del conflicto catalán, introducie­ndo a este en un bucle de difícil salida

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