Diario de Cadiz

El ‘rey’ Nadal hinca la rodilla

● Djokovic supera al balear por 3-6, 6-3, 7-6 y 6-2 en un memorable duelo que el público pudo disfrutar sin toque de queda ● Desperdici­ó una bola de set clave en la tercera manga

- Luis Miguel Pascual (Efe)

Rafael Nadal, ganador en 13 ediciones, cayó en semifinale­s de Roland Garros frente a Novak Djokovic por 3-6, 6-3, 7-6 (4) y 62 en 4:11 horas , quien jugará la final contra el griego Stefanos Tsitsipas.

Es la tercera derrota que sufre Nadal en París en 108 partidos, la segunda a manos del balcánico, número uno del mundo y el único que ha logrado derrotarlo en la arcilla francesa junto al sueco Robin Soderling.

Fue tras un partido inmenso, un homenaje al tenis sobre arcilla entre los dos mejores tenistas en esa superficie, un premio extraordin­ario para el de Belgrado que, por fin, logró derrotar al español en plenitud de sus condicione­s. En 2015 lo hizo con un Nadal mermado física y psicológic­amente y los otros fueron todos triunfos del español.

Fue un duelo en el que los dos tenistas mostraron que son capaces de quebrar las leyes del tenis, las leyes antipandem­ia, las leyes de la naturaleza. El público pudo asistir al espectácul­o hasta el final, porque las autoridade­s se lo permitiero­n pese al toque de queda.

Nadal sacó la apisonador­a desde el inicio, levantó dos bolas de rotura y puso la directa para colocarse 0-5. El serbio tardó 35 minutos en anotar un punto, pero cuando lo hizo encadenó tres, tras hacer buena la quinta bola de rotura y levantar dos puntos de set del balear. No se descompuso Nadal, que aguardó su siguiente saque para cerrar la manga.

La mejoría de Djokovic en el final del primer set se confirmó en el segundo. Estuvo más incisivo, más asentado en su servicio y, sobre todo, más agresivo en el resto. Nadal se defendió y se creó sus oportunida­des, pero no estuvo fino a la hora de apuntársel­as. Hasta cinco bolas de rotura desperdici­ó, por una única anotada.

El empate no sentó bien a Nadal, desdibujad­o, timorato con su servicio, agredido con el resto, no carburó y dio alas al serbio. Caía la noche en París y el manacorí ofrecía su peor cara, colgado de un hilo, pendiente de un soplido del serbio, aferrado a base de coraje, sometido a un acoso sin piedad. Con 5-4 servía Djokovic para llevarse el parcial, pero Nadal siempre vende cara su piel. Reaccionó para empatar y aceleró para gozar, en el siguiente juego, de una bola de set. El serbio se rehizo, la levantó y forzó el juego de desempate, donde fue más sólido para colocarse 2-1.

El espectácul­o era tremendo en la pista y la grada no quería perdérselo. “¡No nos iremos, no

3 Derrotas. Nadal ha perdido sólo tres partidos de los 108 que ha disputado en Roland Garros

nos iremos!”, coreaban los 5.000 aficionado­s autorizado­s, mientras se acercaba el toque de queda de las 23:00. Un acuerdo con las autoridade­s francesas, posibilitó que se quedaran a última hora. Sonó La Marsellesa y prosiguió la batalla. Toma y daca. Empezó golpeando el español, que arrebató el servicio de Djokovic, pero su reacción fue rápida para doblegar al 13 veces campeón.

Nadal pidió asistencia para quitarse un vendaje del pie izquierdo y Djokovic olió la sangre, avanzó peones y arrinconó al español, que acabó retirándos­e de la pista derrotado y con una gran ovación. Cuando amanezca de nuevo en París, el único Nadal que podrá verse en Roland Garros será el de acero que, para siempre, adorna el torneo en homenaje a rey.

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IAN LANGSDON /EFE Rafael Nadal devuelve la pelota durante el intenso partido de semifinale­s de Roland Garros ante Novak Djokovic.

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