Diario de Cadiz

Díaz y Espadas se baten hoy por liderar un PSOE andaluz roto

● La secretaria general y el alcalde de Sevilla están empatados en los pronóstico­s ● Un triunfo de la ex presidenta sacudiría el congreso federal del partido en octubre

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

Juan Espadas ha estado rebañando la provincia de Granada. Cerró en Marmojelo, en Jaén, donde su contrincan­te, la ex presidenta de la Junta, no escuchó lo suficiente a unos alcaldes que venían pidiendo un desarrollo de los pueblos cercanos a la autovía A-4. Es lo más grave que el alcalde de Sevilla ha dicho de su rival. Que no oyó a los sanitarios, a los profesores y a la UGT cuando ejercía desde el palacio de San Telmo.

Susana Díaz se ha gastado las suelas de sus zapatillas Converses –lleva varias en su uniforme de campaña– en visitar 300 agrupacion­es socialista­s, casi la mitad. Gasta camisetas con lemas, en inglés, que van desde el feminismo más amable al voluntaris­mo optimista de Paulo Coelho.

Díaz va contra Pedro Sánchez, el leit motiv de su campaña es la autonomía de su partido frente a Ferraz, pero la rivalidad contra el secretario general es muy antigua. Llama "mando a distancia" a los de Espadas y ellos la han apellidado Susana Díaz Ayuso.

Los afiliados del PSOE de Andalucía, 45.374 personas, están llamados hoy a las urnas para elegir a la personas que será candidata del partido a la Presidenci­a de la Junta. Pero no sólo suenan las gomas por la carretera de la candidatos, suenan también los teléfonos, hay llamadas a los militantes para tantear, reforzar el voto y persuadir para que cambie. Hay quien ha recibido más de una llamada del equipo que no es el suyo para que cambien el sentido del voto. O para que se quede en casa, que fue una de las técnicas que el equipo de Juanma Moreno utilizó en la campaña de las elecciones autonómica­s de diciembre de 2018.

Hay dos suertes de campaña. La que es pública, la de los mítines y encuentros y otra, digamos, que es más familiar. Susana Díaz ha perdido la argamasa que da el poder del Gobierno andaluz, pero sigue con muchos seguidores que no muestran su apoyo de modo público, pero trabajan para conseguirl­es votos. Por razones como ésta, es muy difícil detectar cuál es la corriente mayoritari­a en el PSOE de Andalucía.

La ex presidenta cuenta que se ha reinventad­o, que ahora sí escucha a quienes nunca recibió, pero lo cierto es que, desde que perdió la Junta, no hay una sola encuesta que diga que puede volver a gobernar. No es una buena candidata, y ése es el principal aval de Juan Espadas. No es que alcalde de Sevilla tenga más opciones que Díaz, pero tiene más recorrido para conseguir la Presidenci­a de la Junta. Cuando se presentó a sus primeras elecciones contra Juan Ignacio Zoido en el Ayuntamien­to de Sevilla, tampoco brillaba mucho. Y lo consiguió. Primero, le quitó la mayoría absoluta y pudo pactar para gobernar; en las siguientes, venció.

Díaz es lo contrario. Es una política de raza, muy emocional, pero nunca le ha ganado a alguien que estuviese gobernando. El sesgo mental que induce a sus simpatizan­tes –sin Vox, ella gobierna– es eso, un erróneo cálculo mental. Sin embargo, ha conseguido que cale su mensaje de resistenci­a a Ferraz y, hasta ahora, las primarias socialista­s las gana quien se sitúe fuera del sistema. La habilidad de la secretaria general del PSOE-A es haberse trasmutado en una outsider.

Quien gana hoy estas primarias tendrá la legitimida­d para, después, ser el secretario general de la federación más importante del PSOE. Es una campaña total, donde se están empleando todas las herramient­as de unas generales. No hay carteles, pero hay mensajes en las redes, grupos de Whatsapp y llamadas telefónica­s, perfectame­nte, dirigidas. Hay mítines, comidas y encuentros más privados. Hay debate y hay decenas de quejas ante la comisión de garantías del PSOE. La última decisión del comité federal encargado de velar por la limpieza ha sido incluir a un centenar de afiliados de Juventudes Socialista­s en el censo, después de que la dirección de Susana Díaz los hubiese dejado fuera.

Susana Díaz se ha apoyado en Juventudes Socialista­s para darle un vuelco a la campaña. Los de Juan Espadas aún creen que ganarán, con un apoyo del 55% al 60%. En el peor de los escenarios, Espadas perdería en cuatro provincias –entre éstas, las de menos militantes, Córdoba y Almería, más Málaga y Sevilla– pero compensarí­a con las restantes y, sobre todo, porque en las más numerosas la victoria de Susana Díaz sería muy pequeña. Sevilla cuenta con 9.542 afiliados, seguidas de Málaga, Jaén y Granada, con alrededor de 6.000 militantes cada una.

Pero el equipo de Díaz lleva otras cuentas. Jaén y Granada, que se suponía monolítica­s a favor de la renovación, ya están divididas, aunque quien mejor juega en los campos jienneses es Luis Ángel Hierro, el tercero en discordia. Todos los votos que gane Hierro, y pueden ir de 1.000 a 2.000, son apoyos con los que contaba Espadas, la tercera candidatur­a, como se preveía, es un éxito de Susana Díaz.

Una victoria de Susana Díaz rompería los planes de Pedro Sánchez para el congreso federal del PSOE de octubre en Valencia, ya no sería un cónclave de unidad y de apoyo al presidente del Gobierno. Sería un golpe duro para Moncloa y Ferraz, pero no el definitivo. En 2022, antes que las elecciones generales, se celebrarán las autonómica­s andaluzas, y no hay ningún sondeo que pinte bien para la actual secretaria del PSOE.

Hay dos campañas, la oficial y otra más familiar, de llamadas entre conocidos

A diferencia de Espadas, Díaz nunca ha ganado unas elecciones desde la oposición

Quien gane estará legitimado para ser el líder de la mayor federación del PSOE

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ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS Juan Espadas, durante un acto en Granada el viernes.
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