Diario de Cadiz

SAVATER CATALIZADO­R

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ @EGMaiquez

AFIRMAR que Fernando Savater, por manifestar­se contra los indultos a los golpistas, es de derechas o incluso un fascista, como se dice, es un disparate de tal calibre que nos sirve para calibrar con minuciosa precisión (manca finezza!) lo manca que está nuestra política. Todo lo que no sea sanchismo es derecha, dictaminan. ¿Han amputado la izquierda?

A Savater (basta leerlo) le pasa con la izquierda lo que a Thomas Mann con la cultura alemana: «Wo ich in, ist die deutsche Kultur». O sea, que ya podían los nazis exiliarle a América que jamás podrían desterrarl­e de la Alemania del espíritu, que iba con él, enterita, aunque él fuese sólo uno. Savater es de izquierdas, aunque fuese el último, que no lo es (y ahí les duele). Quienes le expulsan (sanchistas, populistas, nacionalis­tas) a saber qué son.

La izquierda de Savater cree en la igualdad ante la ley, en la nación española que la garantiza, en la libertad, en la palabra y en la acción política. «Nunca faltan quienes están deseando escuchar de fuente autorizada que este mundo es una mierda sin remedio para confirmar que hacen bien en no molestarse», ha dicho. Savater se molesta y, por tanto, molesta. También ha escrito sobre la manifestac­ión de hoy esto que me estoy memorizand­o: «He llegado a la conclusión de que aborrezco a los moderados de las buenas causas porque de hecho fomentan las malas».

¿Quiere decir que me embobo con Savater por ser de izquierdas? Justo por eso, no. A pesar de eso, sí, muchísimo. Emulando, además, su alto ejemplo. Aunque de izquierdas, ha sabido admirar a Borges, a Chesterton y a Gómez Dávila. ¿Cómo no pagarle al menos con la misma moneda? Esa actitud le permite acudir a una manifestac­ión con quienes se apresten a defender una buena causa, sin exigir limpiezas de sangre. Y eso irrita todavía más al sanchismo que la manifestac­ión. Porque la acción política de Sánchez se basa en enfrentarn­os a unos contra otros por lo que sea, por todo. Dividir a la sociedad para quedarse él con el resto.

Cicerón, en unos años de gravísima crisis para su amada república romana, no vio más solución que el consensus omnium bonorum, donde los boni no eran exclusivam­ente los nobles, aunque también, si son buenos, sino los mejores de cualquier bando. Savater lleva años convocándo­nos a ese consenso. No sólo es un sabio de izquierdas, también ha devenido en un imprescind­ible detector de sectarios de cualquier bando.

Savater es un pensador que no concibe que el pensamient­o facilite la vida; la arriesga, la compromete

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