Diario de Cadiz

Memoria y corazón

● Alumnas del Colegio Grazalema-Guadalete de El Puerto han llevado a cabo una hermosa iniciativa a través de la cual han realizado la biografía de usuarias de la Residencia Puerto Luz de Valdelagra­na

- Pedro M. Espinosa

Decía Gandhi que puede juzgarse a una sociedad por la forma en que trata a sus animales. No seré yo quien contradiga al Mahatma, pero más evidente me parece pensar que mal futuro aguarda a las nuevas generacion­es si no prestan oídos a sus ancestros, a quienes abrieron los caminos que transitan, porque mala cosa es olvidar ese dramático pero certero como te veo me vi y como me ves te verás .Un pueblo desmemoria­do está condenado. La juventud nace tullida si no es capaz de mirarse en el espejo de sus mayores con valentía, si sólo ve piel y huesos donde todavía hay espíritu y experienci­as de las que nutrirse a poco que se preste atención, porque el corazón no entiende de tiempos, ni los ojos que mantienen el brillo son capaces de asimilar que ese número que les devuelve su DNI significa que la función ya enfila su tercer acto.

Precisamen­te para unir a la generación de 2005 con aquella del siglo XX que tuvo que afrontar la dureza de una posguerra, varias alumnas de 4º de la ESO del Colegio Grazalema-Guadalete de El Puerto han puesto en marcha, lideradas por su profesora Natalia Porres Benavides, una hermosa iniciativa a través de la cual las chicas han mantenido diferentes entrevista­s con usuarias de la residencia Puerto Luz de Valdelagra­na con el fin de confeccion­ar sus biografías. “Queríamos que las alumnas tuvieran un referente vital en este momento donde se echa de menos el diálogo intergener­acional”, contaba Natalia.

Durante algunos días las alumnas se han desplazado hasta el exterior de la residencia y allí han paseado con las ancianas, han mantenido animadas charlas y han escuchado sus vidas, tan apasionant­es como difíciles, todas ellas merecedora­s de echar la vista atrás no sólo con nostalgia sino también con orgullo. Porque, quizá, la vida sólo se comprende al final.

El pasado lunes, este diario acompañó a las jóvenes en su última misión. Sentadas frente a la playa de Valdelagra­na, con un sol de justicia, mirando con un respeto casi reverencia­l a sus mayores, las jóvenes fueron concluyend­o sus trabajos y expusieron a su profesora los acontecimi­entos que más les habían sobrecogid­o de estas mujeres de miradas penetrante­s pese al paso de los años.

La primera biógrafa con la que nos topamos fue Marina Camacho, que entrevistó a Regla García, natural de El Puerto y que lleva varios meses en la residencia portuense tras pasar antes por Medina. Marina resaltó en su trabajo que durante la pandemia Regla “se ha sentido agobiada, porque su marido quería salir a la calle y no

podía, lo vio empeorar y sus hijos no podían entrar a verla”.

Regla recordaba como en su infancia “jugaban con mucha inocencia, al contrario de hoy, pero a pesar de esto considera que los jóvenes de hoy en día están bien preparados para el futuro”.

Regla contó a Marina cómo conoció a su marido porque vivía en frente suya. “Un día estaban en la plaza, había una fiesta y salió ella con su hermana y él le trajo un regalo porque era el día de su santo”. Así comenzó una historia de amor que ha resistido el paso del tiempo.

Regla considera que la gente no quiere casarse hoy en día porque la mayoría quiere pasar el rato y “no quiere de verdad”. El valor más importante para Regla es la verdad. “Hay que ir siempre con la verdad por delante”. Marina reconocía que el testimonio de Regla le ha gustado mucho y le ha servido “para aprender cómo eran las cosas antes, el valor del esfuerzo y de la espera, porque nuestra generación lo quiere todo de inmediato y casi sin esfuerzo. Muchísimas gracias Regla”, decía.

Mencía Tovar del Valle es la segunda biógrafa con la que departimos. En esta ocasión se ha encargado de entrevista­r a María del Pilar Martínez Brieva, nacida en Zafra (Badajoz) el 5 de febrero de 1932. Mencía dedica a Pilar una mirada clara y tierna, casi cómplice tras varias charlas que la han servido para conocerla mejor, para saber cómo fueron sus primeros años en Zafra, la dureza de una infancia marcada por la Guerra Civil. “Ella ha querido contarme entre lágrimas la verdad de lo que probableme­nte fue el episodio más triste de su vida, y de la mayoría de los de esa generación. Es algo que no se encuentran en los libros de historia y que quienes lo han vivido en primera persona necesitan contarlo para que sirva como legado a las siguientes generacion­es, para no volver a repetir los mismos errores”, decía Mencía.

Porque Pilar, siendo tan solo una niña, tuvo que ver como los milicianos entraban en su casa y se llevaban a su padre contra su voluntad para encerrarlo en una iglesia con el objetivo de matarlo. “A causa de esto sufrió la incertidum­bre de qué había pasado con su padre y la preocupaci­ón por su madre, que se encontraba sola al frente de una familia de cuatro hijos en una España en guerra. En este difícil periodo tuvo que vivir otro trágico suceso: una bomba cayó cerca de su hogar provocando que su madre abortara, lo que vino a complicarl­o la situación familiar”.

Pese a esto, Pilar recuerda con cariño esos años en Las Carmelitas de la Caridad, y como al acabar la guerra su familia se trasladó a Madrid. “Me contó que había mucha escasez de comida, que el pan duro era algo cotidiano y valorado”. Pilar es una mujer muy culta, que estudió comercio y magisterio y con una gran vocación docente, desde el primer día hasta su jubilación.

Decía Mencía que Pilar le ha hecho pensar “cuando le he preguntado cuáles son los valores que sustentan su vida. Su respuesta ha sido el valor de la familia, que realmente es donde se educa a los hijos, y no en el colegio, y la fortaleza para sobrevivir en circunstan­cias extraordin­arias con decisión y firmeza. Pero el valor fundamenta­l para ella, porque así lo ha visto en sus mayores, es el respeto”.

Sofía Blanco Ortiz, otra de las alumnas del Grazalema que ha participad­o en el precioso proyecto de conocer mejor a nuestros mayores, se encargó de realizar la biografía de Juana Castañeda Panal. Juana se crio en la calle Merced del jerezano barrio de Santiago. “Tenía una casa preciosa en la que vivía con sus padres y sus ocho hermanos”, nos cuenta Sofía. “Juana tuvo que trabajar mucho de pequeña. Su primer empleo fue de aprendiz de cocina pero también trabajó como auxiliar de enfermería. Ella dice que no sabe lo que es el aburrimien­to. De pequeña le gustaba mucho jugar con sus vecinas y hacer alguna que otra gamberrada”.

Dice Juana que quería mucho a su padre “al que recuerda con cariño”. Una anécdota que ha llamado la atención de Sofía “es que cuando era joven su madre tuvo que cortarle las trenzas por necesidad y su padre, al que tanto quería, lloró mucho al ver lo que le habían hecho a su hija, ya que en esa época estaba mal visto tener el pelo corto”.

Juana pasó muchos momentos con su marido. “Fue amor a primera vista”, nos dice Juana. Estuvieron de noviazgo doce años, se casó con veinticuat­ro años “y lo tuvo que hacer de negro porque su padre había muerto y en aquella época se guardaba el luto durante años, algo que nuestra generación desconoce”, dice su biógrafa.

Cuando su marido cayó enfermo Juana decidió dedicarle el tiempo que le quedaba para cuidarle con mucho amor y esmero. “Hoy, a sus 90 años, se encuentra en su nueva juventud y tiene muchas ganas de vivir y disfrutar. Ella no se imaginaba que alguien escribiera su biografía y que saliera en el Diario. Se siente muy feliz de que nuestra generación pueda saber como era la vida en aquella época. Gracias a Juana he podido aprender que las personas nunca dejan de ser jóvenes y tener deseos e ilusiones. Porque el corazón no tiene edad, aunque en el DNI esté escrito que naciste el 24 de julio de 1931”.

La última de nuestras biógrafas es Teresa García-Jarana, como sus compañeras alumna de 4º de la ESO en el Grazalema. En esta ocasión le tocó adentrarse en los recuerdos de María Dolores Mejido Guerra, muy conocida —y querida— en El Puerto, donde Loli dejó su impronta en diferentes asociacion­es. Nacida en Oviedo en 1936, en su familia eran cinco hermanas. Teresa nos cuenta que Loli aún conserva un muy buen recuerdo de su hogar, “y de las tardes en la plaza cerca de la Catedral. Recuerda a su madre como una mujer estricta y su padre, por otro lado, era el que las consentía. Ambos eran muy trabajador­es”, dice.

Loli fue a una escuela pública y luego estudió comercio, siempre le encantaron las matemática­s y hasta día de hoy “cuando pasa un coche sumo los números de la matrícula”, le cuenta Loli a una Teresa sonriente. El problema más grande de su vida fue la pérdida de su marido, “hablaba de él —relata Teresa— con mucha nostalgia y de lo bonito que fue su matrimonio, era una persona vitamínica para ella”.

Dolores ha viajado mucho, prácticame­nte ha estado en todos los continente­s, es una mujer inquieta y con muchas ganas de aprender. España se la ha recorrido de arriba a abajo, enriquecié­ndose con rincones escondidos, distinta gastronomí­a, culturas variadas y gente diferente, “no conformánd­ose con una foto que espere un like”. “Los valores más importante­s para Dolores son la benevolenc­ia, el amor y la entrega desinteres­ada y la confianza”. A Teresa le ha impresiona­do la fuerte creencia religiosa de Dolores. “Es una mujer creyente, pero creyente de verdad, para ella Dios es lo más grande, porque es muy consciente de que la única manera de relacionar­te con Dios es la de hija”.

Las alumnas Carmen Osborne y Patricia Mantaras también han participad­o en una iniciativa que Natalia nos contaba “se ha puesto en marcha por primera vez. Nos parecía interesant­e que las alumnas conocieran las experienci­as de estas personas, que se relacionar­an y aprendiera­n de sus vivencias”. Sin duda una experienci­a que merece mucho la pena y un ejemplo a seguir.

Natalia Porres Benavente Profesora del Grazalema En estos momentos se echa de menos el diálogo intergener­acional”

Sofía Blanco Alumna de 4º ESO “El corazón no tiene edad, aunque el DNI ponga que naciste en 1931”

 ?? ANDRÉS MORA ?? Las alumnas del Grazalema que han participad­o en la iniciativa junto a su profesora y las usuarias de la Residencia Puerto Luz de Valdelagra­na.
ANDRÉS MORA Las alumnas del Grazalema que han participad­o en la iniciativa junto a su profesora y las usuarias de la Residencia Puerto Luz de Valdelagra­na.
 ?? ANDRÉS MORA ?? Mencía Tovar del Valle durante su entrevista con María del Pilar Martínez.
ANDRÉS MORA Mencía Tovar del Valle durante su entrevista con María del Pilar Martínez.
 ?? ANDRÉS MORA ?? Loli Mejido conversa animadamen­te con la alumna del Grazalema Teresa García-Jarana.
ANDRÉS MORA Loli Mejido conversa animadamen­te con la alumna del Grazalema Teresa García-Jarana.
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ANDRÉS MORA La alumna Sofía Blanco conversa con Juana Castañeda.

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