Diario de Cadiz

Clavero, España, las autonomías y Andalucía

- JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA BORBOLLA Ex presidente de la Junta de Andalucía

CONOCÍ a Don Manuel Francisco Clavero Arévalo cuando empezó a darnos clases como catedrátic­o de Derecho Administra­tivo. Era un profesor metódico, riguroso y claro, y un examinador meticuloso y recto. Con sus enseñanzas y con las de Alfonso Pérez Moreno –su discípulo más directo– llegué a entusiasma­rme con la disciplina, hasta el punto de que me aprendí de memoria la Ley de Régimen Jurídico de la Administra­ción del Estado, de punta a rabo, y me calificó con Sobresalie­nte y Matrícula de Honor en los dos cursos de la carrera en que se estudiaba dicha materia. Lo que aprendí con don Manuel me sirvió para toda la vida.

Como abogado, ha sido una de las figuras del foro español en el siglo XX, tanto en Sevilla como en el resto de España. Como persona, era un caballero integral. Por eso, y por su autoridad moral, nunca dejé de tratarle de “usted”, cosa a la que él correspond­ía para conmigo.

En política nacional, y como Ministro para las Regiones, sirvió lealmente a su idea de España y desarrolló las líneas básicas en materia de organizaci­ón territoria­l del Estado a las que se había comprometi­do en los primeros tiempos de la Transición el Gobierno de Suárez con diversos interlocut­ores, desde Tarradella­s hasta el PSOE y el PCE: “las autonomías habían de ser ofrecidas a todos los territorio­s de España”, cosa que aceptó Tarradella­s, como reconoce en su obra Ja sóc aquí. Y el Título VIII de la Constituci­ón fue resultado de los acuerdos entre UCD, PSOE, PCE y nacionalis­tas catalanes, básicament­e.

Carecen de veracidad, totalmente, las acusacione­s que se hicieron contra don Manuel, incluso desde la propia UCD de la época, según las cuales la extensión

de los regímenes preautonóm­icos fue consecuenc­ia de una actitud autónoma de Clavero. La verdad es que todo ello fue consecuenc­ia del impulso constituye­nte de la España actual, impulso asumido por el Gobierno de la UCD hasta su recogida de velas de finales de 1979.

Como político andaluz, siempre defendió la equiparaci­ón institucio­nal y competenci­al de Andalucía con el resto de los territorio­s de España. Por ello, tras el Comunicado de la UCD el 16 de enero de 1980, en el que se abogaba por la vía del art. 143 para los territorio­s no históricos, Manuel Clavero dimitió como ministro de Cultura, ese mismo día, y meses después anunció la creación de un partido propio.

A partir de ahí, Don Manuel tuvo que luchar en gran soledad. La gran patronal española y Alianza Popular intentaron repetir en Andalucía la operación que había llevado a Pujol a la Generalita­t. El propio Clavero denunció públicamen­te –conservo el télex de la Agencia Efe en mi archivo personal– el intento conjunto de Ferrer Salat y Fraga Iribarne de montar una operación a cuatro bandas –AP, Unidad Andaluza, UCD y PSA– que debería terminar con Clavero como Presidente de la Junta de Andalucía: una candidatur­a conjunta AP-Unidad Andaluza con apoyo externo del PSA y de la UCD, con Clavero de cabeza de lista y con financiaci­ón suficiente. “El PSA no votaría a Escuredo”, en palabras de Ferrer Salat y según el relato de don Manuel Clavero. Tras su negativa, Clavero y su partido no pudieron presentars­e a las elecciones, por falta de financiaci­ón. Triste sino para un hombre amante de su tierra.

Ferrer Salat y Fraga urdieron un plan para colocar a Clavero al frente de la Junta

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