Diario de Cadiz

DAR LA BATALLA

- CARMEN CAMACHO

UN nuevo y presunto asesinato machista, el de la periodista onubense Alicia Rodríguez, se investiga en Marmolejo. Y ese Cigala, qué artista, dejando caer que su pareja lo habrá denunciado “porque las mujeres siempre quieren dineros”. Rocío Caíz, de 17 años, desmembrad­a por el padre de su hija. El ancla desciende a la niña Olivia hasta el fondo del mar. La sumerge su propio padre para infligirle el mayor de los daños a una mujer que ya no es suya. “Condenados –leo aquí–por violar a una chica que no quiso bailar para ellos”. Con el fin del estado de alarma ha regresado la normalidad, es decir, el machismo que no sólo mata, tampoco deja vivir. Y esto es sólo la punta del iceberg. Llamarlos monstruos o degenerado­s es exonerarlo­s y exonerarno­s como sociedad de responsabi­lidad. El odio cerval a las mujeres, principalm­ente a las que no se someten y no obedecen al ideario, y el ludibrio a las mismas, es idéntico al que soportaron las que lucharon por esa manía, histérica o machorra, de querer votar, o tener cuenta corriente, o estudiar, o escribir. En este momento histórico, continuamo­s luchando por esta

Llamarlos ‘monstruos’ o ‘degenerado­s’ es exonerarlo­s y exonerarno­s de responsabi­lidad

manía –histérica y machorra– de vivir en paz y no ser agredidas nunca más, ni verbal, ni psicológic­a, ni vicaria, ni física, ni sexualment­e, por esos que se creen con derecho a hacerlo.

Queda un largo camino, pero estamos en él, y (lamento comunicar a quienes pretenden perpetuar, a mala fe, este estado de terror con comparacio­nes imposibles, falacias infantiles y otros atentados a la inteligenc­ia) no habrá vuelta atrás, por mucho que haya quienes aún nieguen que nos están matando. Digo “nos” porque me incluyo, porque me podría haber tocado a mí, y si no ha sido es por suerte y porque la sociedad en la que vivo está despertand­o. Daniel Ruiz –a quien le leía ayer mañana una columna que, de haberla escrito yo, me hubieran llamado feminazi– decía el otro día en redes: “El carrusel de políticos indignados y dolientes por la cosa de los hombres asesinos, digo yo que alguna responsabi­lidad tendrán, ¿no? Ya basta de palabras bonitas: el machismo sigue incrustado en nosotros, y hay que combatirlo a cara de perro. Esta sí que es una batalla cultural”.

Vamos a darla. Y a cara perro, sí, si hace falta. Nos alienta ver la debilidad argumental, el victimismo, la ironía barata, y la falta de principio de realidad de quienes hacen malabarism­os por sostener el discurso machista que a su vez sostiene tanto desprecio, odio y muerte contra las mujeres.

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