“Me he permitido tratar a mis personajes como creo que se merecen”
● La autora regresa a la ficción con ‘En la boca del lobo’ (Seix Barral), una historia en la España rural en la que se entremezclan el odio, el miedo y la esperanza, con los recuerdos de la infancia
Para Elena Ramírez, editora y directora de Seix Barral, que acompañó ayer a la autora,
“supone el regreso de Elvira Lindo a la pura ficción, de una manera especial, tomando estrategias narrativas y características de escenificación de un territorio propio, acudiendo a las leyendas y a la tradición oral, a través de muy pocos personajes, y que en esta novela dejan un sabor de cuento clásico”. Tras la editora, Lindo explicó que su novela surgió “como si te fueras a casar y de repente pasara ante ti alguien que te gusta tanto que te vas con él, porque yo estaba escribiendo otra novela; fue algo no previsto, una especie de enamoramiento”.
Este llegó, según Elvira Lindo, cuando “fui dos veces a una aldea (La Sabina) que pertenece al pueblo en el que vivió mi madre (Ademuz, Valencia) y sentí una especie de epifanía, una emoción muy grande”. Un lugar muy especial para la escritora nacida en Cádiz, “ya que por un lado esta novela tiene que ver con la alegría, pero también con el desgarro que me suponía tener que volver a donde mi padre estuviera trasladado en ese momento, en cualquier parte de España”. En este sentido, la autora reconoció que “el tiempo que pasaba allí tenía un componente de solidez y arraigo que no tenían otros lugares en lo que estaba, ya que se trataba de un lugar en donde los miembros de mi extensa familia seguían instalados y dedicados a los mismos oficios que yo les conocía, sin tantos cambios como había en mi vida, y yo quería, imagino que como todos los niños, algo estable a lo que aferrarme”.
Para Elvira Lindo, escribir
ha sido una necesidad, o casi saldar una deuda con su pasado, ya que “tenía la sensación de que una parte de mi vida se había quedado fijada en aquel lugar”. Y en referencia a este sentimiento, matizó que “la gente suele tener una gran nostalgia de su juventud, porque piensa que ahí sucedió todo lo bueno, lo interesante, y a mí eso no me ocurre con mi juventud, pero sí me sucede con ese paraíso natural que disfruté en mi infancia, y en el que no estaba la palabra naturaleza en mi cabeza, era el campo”.
Un lugar idílico en su memoria, que le planteó: “¿qué sucede cuando dejas algo de ti en un sitio y cuando regresas a él te encuentras?”. De ahí que Lindo tuviera “la sensación de que la novela es la mezcla de dos ideas, yo tenía la atmósfera y llegó, porque no quería ser la protagonista de la novela, la historia de dos mujeres que sufrieron un gran desamparo y agresión cuando eran niñas, y con las que yo he tenido relación a lo largo de los años”.
Para la escritora,
se trata de “una historia poderosa que me llegó como una especie de arrebato, que se colaba en mi escritura a toda velocidad”. Se sintió Lindo tan ligada a esta última novela que “me ha costado mucho abandonar a estos personajes, que es algo que también le está sucediendo a muchos lectores, por lo que me están comentando”.
Explicó la creadora de
que “la información está muy dosificada en la novela, pero no por jugar con el lector, sino porque hay un personaje al que le cuesta comunicar lo que le sucede”, a lo que añadió: “en las historias que esconden un misterio hay que dejar que el lector haga el camino solo”.
En cuanto a la reacción de los lectores, la autora se mostró satisfecha de que “muchos vuelvan al principio nada más terminar de leerla, que era algo que deseaba que sucediera desde que la estaba escribiendo”. Algo que tiene que ver con la estructura de la novela, tal y como comentó la narradora, ya que “cuando comienzas a leer
crees que va a ser una historia naturalista, de crecimiento personal, de una niña junto a su madre, pero luego va cobrando otro rumbo, donde es mucho más importante lo que no se dice, que lo que se dice”.
Sobre esto último, Lindo admitió que “he estado administrando lo que contaba, pero no solo por mantener el misterio, porque he tenido la pretensión de que en una época, como la que vivimos, tan exhibicionista, con respecto a lo macabro y lo morboso, yo me he podido permitir el tratar a mis personajes como creo que se merecen, y por eso no hay morbo, hay verdad, que es algo completamente diferente”.
De este modo, explicó Lindo, “hay cosas que no están narradas, pero que el lector comprende perfectamente, porque he tratado con mucho respeto a una persona herida”.
Elvira Lindo sostuvo que
“no tiene un afán terapéutico, solo es una novela, pero sí es verdad que despliega una delicadeza que es una forma de lealtad hacia las personas que iban a leer esta historia”. Y en este sentido, añadió que “con frecuencia me encuentro con defensas de determinadas situaciones que acaban convirtiéndose en una agresión, por esa tendencia de contarlo todo, cuando a lo mejor la persona agredida no quiere ser defendida de ese modo”.
En cuanto a los personajes de su novela “Emma es luminosa, ya que supone lo mejor que puede encontrar alguien que está sola y que está buscando algo, es una personalidad muy libre” y en referencia a Leonardo, otro de los escasos personajes, la autora señaló que “no quería ofrecer personalidades arquetípicas de lo que entendemos como la España rural, que en muchos casos hemos creado desde las ciudades, y en gran medida Leonardo representa al hombre sentimental, que a través de la canciones sueña con la vida que no ha tenido”.
No dudó en reconocer la escritora que “en la novela hay una comprensión hacia los seres humanos, y por eso también hay malas personas, que lo son por omisión o por acción, pero también las hay que lo son por negación a asumir sus responsabilidades”.
He estado administrando lo que contaba, pero no solo por mantener el misterio”
Por un lado, esta novela tiene que ver con la alegría, pero también con el desgarro”
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