“Un concepto diferente” en la hostelería gaditana
● Abre en la calle Beato Diego de Cádiz La Flaca Bar, un establecimiento que apuesta por unir cultura y gastronomía con una cocina abierta hasta las 19.30 horas
“Un concepto diferente”. Estas palabras las repite un ilusionado Javier Boubeta mientras habla del nuevo local que acaba de abrir junto a su socia Conchi Lechugo: La Flaca Bar. Ubicado en la calle Beato Diego de Cádiz, donde antes estaba La Tapería del Beato, lo cierto es que este establecimiento no se parece en nada a su antecesor ni en el fondo ni en la forma.
Con un decoración muy original y llamativa, Javier tenía claro a la hora de poner en marcha este proyecto que debía salirse de la oferta actual: “Yo no soy ni mejor ni peor que nadie, soy diferente, pero he querido basarme en mi experiencia y arriesgarme con esta propuesta”. ¿Y cuál es su propuesta? Un restaurante en el que los clientes puedan comer sin prisas, hasta bien entrada la tarde, y en el que luego puedan disfrutar de un espacio común basado en la música y la cultura.
“Yo crecí en los años 80 y te podías tomar una cerveza en El Barril o La Marea y comer a las cinco o las seis de la tarde. Hoy no. Hoy todas las cocinas están cerradas a las cuatro o cuatro y media de la tarde. Por eso pensé que sería una buena idea tener la cocina abierta desde las doce y media hasta las siete y media de la tarde. Y luego, a partir de esa hora, apostar por los cócteles y copas y una carta fría de conservas y chacinas de calidad. Ya ha venido gente a comer a las seis de la tarde y estaban alucinando de poder hacerlo a esa hora”.
También tenía claro Javier que la carta estaría basada en platos “sin pretensiones, de la gastronomía andaluza, con buenos precios y bien presentados”. El empresario gaditano defiende una vuelta a lo sencillo, en la que el cliente disfrute de una experiencia completa en un ambiente distendido. “No me gusta la carta de 55 platos, si no que sea concisa, de mercado... Yo voy todos los días a la plaza, en mi nevera no hay nada congelado. Cada día hay uno o dos guisos basados en las compras que hacemos. Mi objetivo es salirnos del contexto que hay hoy de guirilandia: Precio, calidad y contundencia en los platos. Que la gente diga que bien he comido aunque sean las seis de la tarde”.
Para dar forma a este concepto Javier se ha rodeado, además de Conchi, de un equipo con una gran experiencia en el sector de la hostelería y en el que confía plenamente: Alicia, Marina, Juanma y Pepa, conocidos de Boubeta, quien tenía claro que con ellos esta aventura tendría sentido.
En cuanto a la decoración, otra de las grandes bazas del local, ha ido de la mano del artista Emilio Santander, con quien ha ideado un paisaje que se mueve entre la naturaleza, el arte y la historia y del que sobresale una encina que hace las veces de lámpara. “Con la única persona que yo podía hacer esta bendita locura era Emilio Santander, aguja de oro de este año y que ha hecho otros locales conmigo como la Taberna Pirata Nueva Hispaniola. Porque esto no es una decoración al uso y él es un artista”.
Además de sus mesas y barriles para comer y beber, el local cuenta con un escenario ya que para Javier “era importantísimo que tuviera que ver con la música: ópera, flamenco, carnaval, pop, presentaciones de libros... la decoración será viva y cambiante y todo estará relacionado con la cultura. Por aquí van a pasar muchos artistas de la zona y que vengan a Cádiz”.
Uno de los que seguro visitará La Flaca Bar será Enrique Bunbury, quien animó a Boubeta a dar un paso más en la hostelería tras haber dejado unos meses antes la gerencia de La Azotea del Alquimia.
“Todos los veranos en agosto Enrique Bunbury y yo pasamos el día juntos por la amistad que nos une desde 1997. Él es una gran enamorado de Cádiz y me preguntaba qué iba a hacer: yo le dije que si volvía a la hostelería tendría que ser algo diferente, que me divirtiera y que no me supusiera un sacrificio. Hablamos de Pau Donés, quien era muy amigo suyo y con quien yo trabajé en la gira de La Flaca, y de su filosofía de vida, y de ahí surgió el nombre del bar”.
Javier Boubeta y Conchi Lechugo, de amplia experiencia en el sector, lideran este proyetco
La Semana Santa
Generalmente positiva, muy positiva, puede despedirse la Semana Santa que tan rápidamente ha pasado ante los ojos de la ciudad. La ausencia de incidentes junto al buen tiempo ha redondeado un regreso a la normalidad soñado, si no fuera por la cicatriz bien visible y presente del Huerto. Tienen las hermandades, y el Consejo, material de sobra para analizar y seguir proyectando las mejoras cada vez más evidentes en el culto público que los cofrades realizan en Cádiz desde el Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección. Ahora hay que esperar que este tiempo se aproveche y todo lo que se ha visto mejorable en estos días sea materia de estudio y decisiones, sin ombliguismos ni miradas a otro lado. Y partiendo de la felicitación generalizada a todos los que han hecho posible esta Semana Santa de 2023.
Lo mejor
Dentro de todo lo vivido, hay cuestiones que se pueden destacar especialmente. Entre lo mejor que se ha visto este año, la cofradía de Sanidad pidiendo la venia al inicio de la carrera oficial (¿no deberían hacerlo todas las hermandades, para que el Consejo confirme que pueden transitar por este recorrido común y hacer su estación en la Catedral?); la nueva disposición de los misterios de Borriquita y Cigarreras, con los respectivos cristos ganando protagonismo; el aumento generalizado de capirotes; el dispositivo de limpieza, especialmente en lo concerniente a la cera en la carrera oficial, que apenas se ha notado; la salida de Borriquita, que este año sí ha completado con dignidad el recorrido; el alcalde con corbata negra el Viernes Santo (muy por encima en cuestión de vestimenta y respeto de muchos hermanos mayores, miembros de junta y cofrades en general); los andares y el buen hacer del Despojado; la ausencia de problemas de carga, que deja en anécdota los problemas del año pasado (que los hubo, aunque ahora parezca que no nos acordamos); la presencia en Cádiz, un año más, del presidente de la Junta de Andalucía; el cumplimiento generalizado de horarios (salvo el Lunes Santo).
Lo peor
También deja la Semana Santa cosas no tan positivas o que requieren una revisión. Ni un solo gesto con la ausencia del Huerto (qué poca fuerza tienen, y reivindican, las cofradías de Cádiz que han vuelto a mostrarse absolutamente indolentes con una situación tan sangrante); el habla de algunos capataces, excesivamente centrados en las horquillas y su fuerza; la vestimenta de hermanos mayores, miembros de junta y cofrades destacados de la ciudad, especialmente sangrante en los días grandes; demasiado calzado deportivo bajo las túnicas, incluido entre los responsables de tramos, las presidencias o los capataces; hasta la Fe de Af ligidos iba en tenis; la falta de protocolo del concejal Óscar Torres en el Santo Entierro; los mecidos y pasos atrás en pasos de marcado estilo sobrio (hay que saber diferenciar entre los distintos tipos de cofradías); los fiscales del Lunes Santo, que superó la hora y media de retraso; la mano del cargador apareciendo entre el respiradero y el canasto del paso de la Obediencia; el taponamiento de los cruces de calles con sillitas y carros y la hostilidad del personal a la hora de dejar paso a quien tiene que ir de un sitio a otro (cuestión que quizás necesitaría abordar el Ayuntamiento).
Dudas
También hay lugar a la incertidumbre en algunas estampas que deja la Semana Santa. Por ejemplo
respecto al acompañamiento musical del Caminito (que, eso sí, debería llevar una banda de música completa o volver a la música de capilla, pero no esa ambigüedad del quinteto de metales) o al apagado del alumbrado público a la cofradía de Descendimiento, especialmente afectado este año que el viento no permitía encender cirios.
Horeca
Cuanto menos llamativo que el sector de la hostelería plantee tener voz en el diseño de los recorridos de las hermandades, con el único objetivo de que se mantengan las terrazas por encima de las procesiones. Llegan a plantear que las cofradías discurran por la Cuesta de las Calesas y la Avenida del Puerto para no ‘molestar’ a los hosteleros de Plocia. El sector no colabora prácticamente en nada
con la Semana Santa, ha cerrado la puerta al Consejo de Hermandades, y obtiene pingües beneficios gracias a las salidas de hermandades. Todo a favor, pero ni siquiera eso parece suficiente. Poco espíritu de ciudad.
El Corpus
La plaza de Candelaria no podrá transitarse en la procesión de este año, ya que las obras de reurbanización que tuvieron en vilo a la Semana Santa se acaban de adjudicar y comenzarán en cuestión de días. Las soluciones pasan a priori por ampliar notablemente el recorrido, por Compañía, Plaza de las Flores y Columela para volver a San Agustín por José del Toro y Cardenal Zapata; o recortar levemente por Cobos, Manzanares y Sánchez Barcáiztegui, con mucha más sombra. A priorir, muy aconsejable esta segunda opción.