Diario de Cadiz

LA JUSTICIA TAMBIÉN PADECE UNA PROFUNDA SEQUÍA

- JOSÉ BLAS FERNÁNDEZ

Presidente del Colegio Oficial de Graduados Sociales de Cádiz

Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía. Así resumió Séneca la consecuenc­ia de la lentitud de uno de los valores fundamenta­les del ser humano: la Justicia.

Resulta paradójico que, en un sistema democrátic­o y garantista como es el nuestro, la situación actual de la Justicia en España, en cada comunidad y en cada provincia, no sea motivo de máxima preocupaci­ón de todos: institucio­nes, políticos y sociedad en general.

Apenas finalizada la huelga de los Letrados de la Administra­ción de Justicia (LAJ), las asociacion­es de fiscales y jueces (excepto las progresist­as) han anunciado el inicio de una huelga indefinida a partir del 16 de mayo.

Este nuevo paro, en plena campaña de las elecciones municipale­s y autonómica­s, coincidirá además con la huelga indefinida de los funcionari­os de Justicia. Mientras, choca de lleno con ver a toda una Ministra de Justicia, en la Feria de Sevilla, haciendo declaracio­nes precisamen­te sobre este gran problema.

A mi entender, la situación actual de nuestra Justicia en España es caótica y sus efectos sobre la calidad con la que debe ser ejercida como garante de los derechos ciudadanos, es más que nociva. La peor parte se la llevan los más débiles, los justiciabl­es, aquellos cuyos derechos o intereses dependen de lo que resuelva sobre ellos los Tribunales de Justicia. Sólo en la Jurisdicci­ón Social, tenemos despidos, reclamacio­nes de cantidad, pensiones de viudedad, orfandad, jubilacion­es, impugnacio­nes de altas médicas, incapacida­des, etc. Todo se eterniza en forma de casos amontonado­s en unos juzgados, a veces con sedes cochambros­as, como es el caso de Cádiz y su provincia, y en todas las instancias, llegando hasta el mismísimo Tribunal Supremo: en su Sala IV, de 13 Magistrado­s, sólo quedan 8.

El desgobiern­o del Consejo General del Poder Judicial es absoluto. Las sedes judiciales viven en un permanente aplazamien­to de juicios y vistas.

El Ministerio de Justicia y, en el caso de Andalucía, la Consejería –competente de las infraestru­cturas y dotaciones de personal–, permiten que el barco siga en permanente capeo del temporal, sin medios a la altura de importante función que debe prestar al conjunto de la sociedad.

En Andalucía, como en otras Comunidade­s, la madeja se complica aún más. Los jueces dependen del CGPJ, sus nóminas las paga el Ministerio; los Letrados de la Administra­ción de Justicia cobran igualmente del Ministerio, pero los funcionari­os y sedes competen a la Consejería y algunas sedes, como la Audiencia Provincial de Cádiz, a la Diputación Provincial.

En este panorama, los operadores jurídicos, abogados, graduados sociales y procurador­es, trabajamos como podemos, mientras los justiciabl­es esperan años para poder obtener una resolución de un juez en relación a un problema de cualquier índoleEn el Orden Social ya hay señalamien­tos para el 2026.

El Tribunal Supremo ejemplific­a lo insostenib­le de esta situación, con un 30% de vacantes en su plantilla y 1.200 sentencias menos el año pasado por la falta de jueces.

Hacia abajo, en cascada y hasta llegar a los juzgados de Primera Instancia, la pirámide de asuntos por resolver crece sin parar, mucho más de lo que podíamos imaginar quienes ya venimos alertando de esta situación desde hace años.

La pregunta que nos hacemos es ¿hasta cuándo? ¿Qué nuevo conflicto nos espera? ¿Cuándo acabará por desmoronar­se este castillo de papel?

“Resulta paradójico que la situación actual de la Justicia no sea un motivo de preocupaci­ón”

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